jueves, 30 de junio de 2011

LOS LUNARES DE LA MEMORIA




Cuando veo en alguna entrevista chorrona que le preguntan a la modeli de turno "¿Cual es la parte de tu cuerpo que más te gusta?", yo siempre me imagino contestando: Mi memoria.

En serio, me gusta mi memoria, me encanta mi memoria y de hecho, creo que es lo mejor de mí misma. Es independiente, caprichosa, olvidadiza, romántica y sobre todo, buena persona. Mi memoria tiene la virtud de perdonar casi todos mis tropiezos, de guardar solo los buenos momentos y de sacarle brillo a los malos para que, aun aquellos que son tremendos, puedan presentarse en público con cierta dignidad. Mi memoria guarda solo las cosas buenas de los malos ratos y convierte a auténticos cabrones en pobres víctimas que siempre merecen otra oportunidad.

Mi memoria tiene oído para la música y sobre todo, un olfato espectacular. Juego con ella cambiando constantemente de cremas y olores y no hay nada que le guste más que destapar un tarro antiguo y con él, saltar a ese momento del pasado que guardó en su disco duro. Le gusta que le ponga discos viejos, que le esconda papeles en los libros y entradas y billetes de avión. Adora los muebles con cajones, las tardes de verano y los viernes de otoño cuando llueve.

Mi memoria lleva su vida propia y a veces, nos encontramos. Pasó ayer, cuando de compras con mi amiga María, apareció de repente un vestido de lunares. "Anda, tu tenías uno así hace mil años...". Y no mil, pero si 20 años, un vestido con lunares pequeñitos blancos que llevé muchísimo aquel verano de tardes interminables en Taberna y paseos por la Cantera y primeros besos de primer amor.... Compré el vestido, claro, que además me cae como si me lo hubieran cosido encima. Este fin de semana le preguntaré a mi madre si sabe que fue de aquel otro que ella me hizo aquel verano. Y al de los besos, con el que aún comparto un perro y muchas cosas más, si todavía recuerda aquel vestido de lunares de nuestro primer verano juntos.

miércoles, 22 de junio de 2011

TESIS





1. EL HECHO
Tengo varios amigos picando en, al menos, dos huertos.



2. LA TEORÍA
Una cosa es el amor y otra el sexo.

Nadie dijo que los humanos fuéramos monógamos.

Al fin y al cabo, lo de las uniones por amor, es algo muy nuevo.

Hasta el siglo XIX, los matrimonios eran uniones interesadas y uno se buscaba después la vida como podía.

La pareja es un contrato, y cada contrato tiene sus propias cláusulas. No hay dos iguales.

El concepto de fidelidad no es el mismo para todo el mundo.


3. LA PRÁCTICA
Que putada cuando el que se queda fuera del huerto y se encuentra el tomate el día menos pensado eres tu, no?

lunes, 20 de junio de 2011

CORRER LA MARATHON



Sábado, diez y media de la noche, frente a unos tallarines con salsa de ceps en el Jaizkibel, me aseguran que si dedico una hora diaria a entrenar, puedo correr en noviembre la Media Marathon de San Sebastián. Empiezo a buscar excusas pero el atleta (bastante más ágil que yo, que para eso corre casi todos los días), contrataca sacándome los colores con un "pues al blog, esa hora seguro que no se la dedicas..." Tocada. Hundida. :)

Gestión del tiempo, lo llaman los gurús del coatching que ahora están tan de moda.  Casi, casi tan de moda como los entrenadores personales, los community managers, los personal shoper o las aupair... Dios, nos estamos volviendo locos?

Pagamos a un tipo para que venga a hacernos sudar a casa, a otro para que vigile nuestra reputación en la red y a un tercero para que nos enseñe a gestionar nuestro tiempo. Pagamos para que vayan de tiendas y decidan la ropa que nos pondremos por nosotros, para que nos traigan la comida hecha a casa, para que nos cuiden a los niños y para que nos saquen el perro. Ayer mismo veía en televisión un spot de una compañía de seguros que te ofrece un señor para hacer chapuzas en casa... Y a fuerza de verlo, a fuerza de que nos lo cuenten, nos parece lo normal.

Y de esta forma hay gente que se gana la vida escribiendo cosas buenas sobre cualquier empresa en internet o twitteando en nombre de cualquier famoso que se asegura así de no meter la para. Son las alcahuetas del siglo XXI. Otros, te esperan en el Corte Inglés para decirte lo estupenda que estás con un vestido carísimo  y lo hace incluso mejor que tu amiga del alma. O te manda un folleto de cocina a domicilio que tiene a gala "ser casera", aunque lleve tres dias envasada al vacío en cualquier congelador de un polígono industrial en las afueras.

¿Que que tiene esto que ver con correr la marathon? Pues nada. O todo. Pues que me gusta que haya gente que dedique una hora al día a correr solo por el placer de correr una marathon una vez al año. Y que me acuerdo ahora del conejo asado despacito y con bien de ajo que ayer me comí en casa de mi madre. Y que María, si al final te vienes ese día la semana que viene y tu queridísimo curra, dímelo, me organizo y repetimos el tradicional día de rebajas de amigas. O que en vez de escribir en el blog igual debería estar planchando o haciendo algo productivo... pero ya sabeis que la gestión del tiempo, la verdad,  nunca ha sido lo mío.


PD: Javier, no desistas. Ahora eres uno contra tres, pero aquí se empezó la reconquista, no?

lunes, 13 de junio de 2011

JURO QUE NO LO SE



















No me queda más remedio que reconocerlo. Una semana de fiesta, una lista interminable de cosas que hacer en casa y no he pegado un palo al agua.

No he corregido los exámenes, no he seguido catalogando libros, no he ordenado papeles. No he limpiado armarios, ni he tirado revistas viejas, ni he limpiado la terraza. A pesar de convencer a mi queridísimo para que viniera a casa a comer conmigo, solo el lunes hice calamares en su tinta. El resto de la semana, algo rápido a la plancha. Por no hacer, ni siquiera he ido de tiendas, al cine o me he pasado por alguna de las exposiciones que quería ver estos días.

¿Que leches he hecho esta semana?

Juro que no lo se.

miércoles, 8 de junio de 2011

PASTILLAS PARA SER FELIZ




Desde 2005, el consumo de antidepresivos se ha incrementado en un 30%. No lo digo yo, lo han dicho esta mañana en el  XXI Congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. Pastillas para ser felíz. ¿Quien cantaba eso? Dicen también los que han hecho el estudio que ahora la tolerancia al sufrimiento es menor y que da la impresión de que algunos pacientes acuden al médico para que éste solucione sus problemas con una pastilla. Y los médicos, recetan.

A mi las pastillas no me van mucho, prefiero el streaptease. El streaptease emocional. El de llamar a mis médicos de cabecera, disponibles casi 24 horas al día para darles la chapa y dejar que me consuelen (por cierto, gracias Mariví, Luis, Florencio... que no os cito nunca pero os quiero muchísimo y os agradezco de verdad esas sesiones de pajas mentales que me aguantais tan a menudo). Y parecerá una chorrada, pero a mí, me funciona. Supongo que luego ellos dispararán el consumo de ibuprofenos para librarse del dolor de cabeza.

Me funciona hablar y me funciona irme de viaje. Es increible como te subes a un coche y todo cambia. Sin tener que ir lejos. Solo un centenar de kilómetos, a ver piedras, a comer bien, a respirar... Y si es más lejos como este fin de semana en Milán y con el buen rollo de Pilar ¿para que hablar?

Si la cosa está chunga y estoy jodida de verdad, lloro. Me voy a cine sola o veo en casa algún dramón. Es la excusa para soltar lastre. Me vale una peli o una novela y me vale un disco de Chavela Vargas, de Ismael Serrano y por supuesto, de Labordeta, responsable de mis míticas lloreras-purgas de cuando vivia en Salamanca o en Madrid y me sentía sola.

No estoy frivolizando. Hace años un buen amigo pasó una depresión gordísima que lo dejó hecho un verdadero trapo. Fue durísimo ver como la enfermedad lo dejaba hecho un guiñapo y no poder hacer nada por ayudarle. Gracias a Dios salió y lo hizo en una nueva ciudad, con un nuevo trabajo y también con  las pastillas acertadas. El decía que los humanos somos química. Y tenía razón, claro. Solo que me gusta pensar que a veces, cuando la enfermedad es soledad o simplemente que la vida se te come por los pies,  hay tratamientos alternativos.


PD1. Son las 18.40 de hoy miércoles y tendría que estar corrigiendo exámenes en vez de escribir el blog, escuchar discos viejos de El Último de la Fila o mirar por la ventana como ocho pisos más abajo, en la calle, un chica vestida de negro y con zapatos amarillos espera a alguien en la acera. Los zapatos, unos salones de charol con tacón altísimo brillan como si llevaran bombillas dentro. Es el error de haber puesto la mesa frente a la ventana, que el vuelo de cualquier mosquito me da una excusa para hacer otra cosa.

PD2. Esta mañana me han regalado un pañuelo de cuello con estampado tie-dye azul y rosa. Lo han hecho los niños de un colegio de educación especial con el que colaboramos en un proyecto educativo y me encanta. Por el cariño, por la ilusión y porque es, de verdad, precioso.

martes, 7 de junio de 2011

DECISIONES, PRUEBAS Y ERRORES




Me escribe una amiga para preguntarme si, en caso de volver a tener 18 años y la opción de elegir de nuevo carrera y universidad, volvería a hacer lo mismo. La pregunta se plantea porque una sobrina suya, a punto de terminar bachillerato, barajaba la posibilidad de estudiar periodismo hasta que una profesora "bienintencionada" se lo ha quitado de la cabeza con el argumento de que la profesión "está muy masificada y salen muy mal preparados".

Habló Blas. Punto redondo.

Lo leo y noto como el cabreo me sube a por la espalda hasta la cabeza. Por la irresponsabilidad de esa señora, que sin tener ni puñetera idea, se atreve a decidir sobre el futuro de una niña de 18 años que tiene todo el derecho del mundo a equivocarse por ella misma. Y me cabreo porque hace algunos años, yo pasé por exactamente lo mismo, con el argumento de "te morirás de hambre, periodistas hay a patadas, mejor estudia derecho que tiene muchas salidas". Gracias a Dios y a mi mala leche, no le hice ni caso.

Y es que me molesta sobremanera esas atribuciones que algunos se otorgan y que les permiten opinar y aconsejar a diestro y siniestro sobre cualquier cosa de la vida de los demás. "No estudies esa carrera que está saturada" "No te líes con Fulano que te saldrá rana" "No te compres piso que la burbuja inmobiliaria aún tiene que deshincharse más" "No dejes ese trabajo que no te saldrá otro"...   A lo largo de mi vida he conocido a varias personas así. Meticonas, solucionavidas y casi siempre, cobardes a la hora de tomar sus propias decisiones.

Frente a ellas, lo que yo reivindico es el derecho a equivocarnos, a tomar decisiones valientes, que saldrán bien, mal o regular, pero que son nuestras y que responden a un momento determinado de nuestra vida. Como los ratones en la noria de pruebas, aprendemos de nuestros errores y nuestros aciertos, pero gracias a Dios, podemos abrir la puerta y salir de la jaula para ver mundo. Aunque a veces queramos volver a lo seguro. Aunque a veces, tengamos que desandar lo andado y empezar de cero.

El mundo todavía es de los valientes.


POSTDATA:  Increíble. Mi amiga me cuenta que se trata de la misma profesora que intentó organizarme a mi la vida... Puffffffffffffffffffffffffff   ¿cuantas vocaciones no habrá jodido esta amargada?  (siento el taco, pero la ocasión lo merece). Chicas, las que fuisteis al instituto conmigo, adivinad de quien se trata....

domingo, 5 de junio de 2011

FINAL DE PELICULA




Los jueves, como en casa. Y aprovecho para tragarme alguna peli del plus. A poder ser, “De novios”, como las llama mi queridísimo. Porque estoy sola y puedo llorar a gusto, porque a veces son tan malas que la vergüenza ajena es mejor pasarla en la intimidad y porque a esas horas y para un día que puedo hacer siesta, no me da la cabeza para ver nada que me obligue a pensar mínimamente y menos a deducir culpables en conspiraciones internacionales.

En esas siestas de jueves me he tragado truños considerables como “Querido John”, con la que lloré a moco tendido, “Cartas a Julieta”, con la misma protagonista y un final que no colaría ni en Disney Channel, “Two lovers” con un Joaquín Phoenix en su peor momento y con un desenlace que para que hablar…

Sin embargo el otro día me enganché con “Crazy Heart”, la historia de un cantante de country acabado (Jeff Bridges, Oscar por el papel)  que conoce a una periodista (Maggie Gyllenhaal), veinte años más joven que él y madre soltera de un hijo… Y me enganché tanto, tanto, que llegó un momento en que apagué la tele. Porque la historia era tan dulce, tan real, y me estaba gustando tanto que necesariamente tenía que terminar mal (malditos guionistas). Así que apagué la tele para inventarme mi propio final. Y ahora, viven juntos y felices en algún lugar de Wisconsin. Porque sí. Porque pobre hombre, bastante le ha maltratado la vida. Y porque ella se lo merece. Y porque de verdad, parecía que se querían muchísimo….

Y ya se que estoy cursi total, pero igual que otros apagan la tele cuando aparece el asesino de la sierra mecánica yo la apago cuando en una pareja que me gusta, alguien está a punto de cagarla. Es lo bueno que tiene el mando.

Ya podría ser igual en la vida real.

viernes, 3 de junio de 2011

POR LA CALLE




Me invitan a un seminario sobre competencias académicas, organizado en colaboración con una universidad mexicana y al salir, me cuentan los profesores que venir a España unos días, poder tomarse un café en una terraza o incluso cenar en un restaurante sin temor a que una bala se cruce en tu camino es algo que casi habían olvidado. Me cuentan también que hay alumnos que un día sin más, dejan de venir a clase porque han tenido la mala suerte de cruzarse con una banda de narcos y sus pistolas, o que hay chicas con carreras universitarias brillantes que lo dejan todo cuando uno de estos narcos les promete un cuerpo nuevo y una mansión a cambio de una entrega absoluta.

Hablan de una cultura nueva, que desprecia la vida de los demás y apura la propia al máximo porque quizá no haya un mañana. Una cultura de dinero y sexo donde el esfuerzo o el trabajo ya no tienen sitio. Los chicos se venden por el prestigio de sumarse a un cártel, por el dinero, por el poder que da manejar un arma y las chicas por emular a las protagonistas de los culebrones que consumen masivamente en televisión.

Lo peor, nos dicen, es que no creen que haya salida. La corrupción alcanza todos los niveles, todo el país. La gente empieza a pensar que eso es “lo normal”, porque es lo que viven a diario, lo que reflejan los medios de comunicación, como noticia pero también en las series y programas de ficción.

Al terminar el seminario, les preguntamos que quieren hacer, que quieren ver. Solo nos piden una cosa. Disfrutar del placer de pasear por la calle sin miedo.