A vueltas con los celos de Catherine Millet y a la espera de que el libro (que salió ayer en Francia) se publique en castellano y podamos al menos echarle un vistazo, no dejo de preguntarme en qué pensaba ella mientras se dedicaba a su intensísima vida sexual, si como ha confesado siete años después, los celos por la vida paralela de su marido no dejaban de atormentarle.
La percepción que cada uno de nosotros tenemos del sexo, sus posibilidades y limitaciones, es tan particular como nuestra historia personal. La familia, la educación y las experiencias de cada uno de nosotros hacen que lo que para alguien puede ser una aberración, para el de al lado entre dentro de la normalidad.
En su post, Lupita apunta sus dudas sobre la viabilidad de una pareja tan "abierta" como la que Millet pinta en su autobiografía sexual y quizá sea porque ella también milita en el bando de los que creemos que el sexo con amor o al menos con amistad o complicidad es el que realmente vale la pena. Pero eso, como todo, es una opinión.
Matrimonios o parejas que permanecen juntos de cara a la galería y que en realidad llevan vidas sexuales independientes, los hay a patadas. Cierto que no todos se dedican al sexo en grupo con desconocidos ni lo cuentan en un libro, pero ¿cuantas parejas se mantienen juntas solo por cuestiones económicas, sociales o familiares? ¿cuantos hombres y mujeres no viven una vida paralela de espaldas a sus parejas? ¿Y cuantos de estos conyuges no son conscientes de lo que está pasando y prefieren callar?
Lo malo de estas situaciones, claro, es que siempre hay al menos uno que sufre. ¿Como se llega a una situación asi? ¿Hablaron Millet y su marido al comienzo de su relación de como querían que ésta fuera? ¿Uno propuso y el otro aceptó a sabiendas del sufrimiento que una situación así podría traerles? Ella ya ha confesado el dolor que los celos le provocaron durante esos años, pero... ¿que sentía él?