Tiene la edad de mi padre, una carrera profesional más que larga con muchas luces y muchas sombras y una situación personal complicada tras un divorcio reciente. Por estas cosas que tiene la vida podría ser mi jefe, pero resulta que es al revés. Y otro día, por una tontería tuve con él una bronca monumental en la que solo le faltó llamarme niñata. Y digo que solo le faltó eso porque aún no habíamos terminado la bronca y ya estaba en el despacho de mi jefa para poner el grito en el cielo contando su versión. Como si esto fuese una guardería. Como si en la vida real todavía hubiera buenos y malos. Como si me fuera a castigar de cara a la pared.
Increiblemente todavía hay quien piensa que el respeto profesional es cuestión de sexo o de edad.
martes, 27 de octubre de 2009
lunes, 26 de octubre de 2009
A VECES, SUCEDE
Al final, esta tarde me he quedado en casa. Despues de arrastrar la infección de garganta y oídos durante el fin de semana y de dar cabezadas frente al ordenador toda la mañana, he claudicado. Y no se si serán los antibióticos que llevo días tomando o la perspectiva de tener toda la tarde libre por delante, pero a las cinco ya no me dolía nada. Y desde entonces hasta ahora he mandado una docena de correos de trabajo, he ordenado el armario, he visto siete veces la misma noticia sobre Bagdad en CNN, me he pintado las uñas, he leído todos los suplementos del fin de semana y me he comido una manzana, cinco nueces y un colacao. Y cuento los minutos para que FHMP vuelva a casa y tener a alguien con quien hablar.
Cuanto más vieja me hago más me mosquea comprobar como el tiempo juega a su antojo con nosotros. O al menos, yo creo que lo hace conmigo. Me muero por tener una tarde libre para mi, sin tener que salir corriendo a ninguna parte y cuando llega, me sobran horas por todas partes. Suena el despertador cada día a las seis y media y mataría por tener una hora más de cama para poder dormir. Los sábados y domingos soy incapaz de aguantar más allá de las siete.
Supongo que en realidad todo esto no deja de ser una muestra más de ese juego de poleas que hace que nuestras vidas se muevan. Deseamos que algo llegue y cuando llega, ya estamos mirando más alla. Somos como el burro en la noria tras la zanahoria. Hacemos que el tiempo pase para alcanzar algo y cuando llega, lo hemos dejado de desear.
Sin embargo sucede que a veces el tiempo se rompe y uno consigue flotar. Y da igual la hora, el día, incluso el lugar, porque lo único que quieres es estar donde estás, como estás, con quien estás. A veces, hay suerte y puedes flotar un buen rato. Otras veces es solo un instante, el instante justo en que el tiempo y tu por fin os poneis de acuerdo. A veces, sucede.
lunes, 5 de octubre de 2009
ESTRELLAS Y ESTRELLADAS
Dicen por ahí que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque a veces se cumple. Y yo añado que si, que se cumple, pero nunca como uno exactamente lo había soñado.
Posiblemente eso es lo que le ha ocurrido a la pobre Estrella Archs, diseñadora catalana que tras años de currárselo en la trinchera de las grandes firmas para que luego el diseñador estrella se hiciera la foto y se llevara la fama y la pasta, consigue que la nombren directora creativa de Ungaro. Y como suele pasarles en esta vida a todas las chicas buenas que se lo curran, el nombramiento llevaba un regalito añadido, una presunta actriz que aspira a ser presunta diseñadora y que, nos cuentan, ha sido "asesora creativa". Las fotos son impagables:
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Si, la rubia que sonríe es la actriz, irreconocible tras una sesión de botox para la ocasión. La morena con cara de palo que se caga en los muertos del dueño de la empresa es la catalana, que posiblemente se esté tragando el peor sapo de su vida, porque por si fuera poco, los arreglitos en la cara de la rubia han sido tan brutales que la mayoría de las columnas que deberían analizar la colección, se dedican a analizar el desastre.
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Y ahí están las dos, una posando encantada de haberse conocido y la otra con cara de por favor, que acabe este circo de una puñetera vez que me quiero ir a casa, meterme en la cama y no volver a salir hasta que el mundo se olvide de estas fotos...
Y ahí están las dos, una posando encantada de haberse conocido y la otra con cara de por favor, que acabe este circo de una puñetera vez que me quiero ir a casa, meterme en la cama y no volver a salir hasta que el mundo se olvide de estas fotos...
Lo siento por ella, de verdad. Porque es injusto, porque obligarla a aparecer con la otra al final del desfile es una muestra de sadismo impresentable y porque al fin y al cabo, casi todas en nuestra vida profesional nos hemos encontrado con regalitos parecidos a este. La actriz seguirá su camino y en su curriculum aparecerá como una anécdota su incursión en el mundo de la moda. Pero, y Estrella? ¿Tendrá Estrella otra oportunidad?
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