Dándole vueltas a la agenda de mi vida, no a la del curro, sino a esa donde apunto lo que más o menos va pasando, donde guardo las entradas de conciertos o de cine, las invitaciones a saraos o los billetes de avión, he llegado a la conclusión de que 2009 ha sido un año pocho.
Pocho, triste, raro... vamos, que los meses se me han escapado como el agua entre los dedos sin dejar apenas nada.
En la parte mala, en primavera murió la abuela. En verano tuvimos que anular las vacaciones y comenzó la movida en el curro que he arrastrado hasta hoy. Tambien pesa ver a los amigos tocados por la crisis y sobre todo comprobar que entre unas cosas y otras, nos hemos visto más bien poco.
En lo bueno, los viajes a Londres, los recorridos por Francia y las escapadas de puentes y fines de semana, el ver como mis padres recuperaban su vida tras unos años tan duros y sobre todo el despertarme cada mañana con FHMP al lado.
Al año que comienza no le pido demasiado. Solo un puñadito de cosas. La primera, que él siga queríendome tanto, a pesar, como dice Rafa Pons "de las cosas que te digo, de los besos que te debo, de la vida que llevo". La segunda, que todos los que quiero estén bien, que la vida no los maltrate e incluso, que consigan ser felices o al menos, vivir tranquilos. Y la tercera, que el trabajo no nos falte y siendo muy muy egoista, que podamos disfrutar de él cada día.
Una vez al año, cada primavera y desde el año 1187 se repite cerca de mi pueblo la romería del Voto a San Indalecio. Aquel año del siglo XII, 238 pueblos, casas o pardinas se comprometieron a acudir cada año, con sus cruces parroquiales a San Juan de la Peña para agradecer al santo su mediación a la hora de evitar que una epidemia diezmara estos valles pirenaicos. Muchos de esos pueblos fueron abandonados, de algunos incluso, solo se conserva el recuerdo de un nombre. Pero la tradición, el compromiso, permanece. Y ahora nos puede parecer una chorrada, pero hace no tantos años mantener la promesa suponía jornadas enteras de camino a pie con la cruz a cuestas, por caminos y barrancos, lloviera o nevara.
Al santo se le piden cada año dos cosas "Agua para el campo y serenidad para el espíritu"
Eso quiero yo en 2010. Fortaleza para mantener los compromisos, generosidad para agradecer lo que la vida me sigue dando y sobre todo, mucha, mucha, mucha, serenidad para el espíritu.