martes, 23 de febrero de 2010

MIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII CAAAAAAAAAAAAAAAAASAAAAAAAAAAAA


Pues ya está. Ya vivimos en mi casa nueva!!!
Bueno, objetivamente la que vive soy yo. FHMP de momento cena, pernocta, se ducha y desayuna. Y después, vuelve a su casa para afeitarse y cambiarse de ropa antes de ir a currar.

Me jura que esta historia de andar entre dos casas, que dura ya más de dos años, se termina de inmediato, pero de momento lo único que ha trasladado ha sido su CANAL +. Y además, como el satélite es otro, no funciona.

Yo de momento, me callo y hago como que me lo creo, al menos hasta que terminemos la fase del taladro y acabe de montarme las estanterías de IKEA, los estores de IKEA, el zapatero de IKEA y los halógenos del LEROY MERLIN. Y mientras el mide, marca, mide de nuevo, rectifica la marca, vuelve a medir, mide de nuevo, cambia la broca, comprueba que no le sirve, se quita la ropa de faena, se vista de normal, baja a los chinos de abajo, vuelve a cambiarse, mide de nuevo, rectifica la medida, vuelve a medir y por fin ataca la pared con el taladro, yo ando cambiando las cosas de un armario a otro sin saber con cual quedarme, hasta que me llama de nuevo para que le sujete el taladro porque tiene que volver a medir.

Y yo, que toda mi vida he colgado mis cuadros a ojiruli, más o menos centrados, no acabo de entender este perfeccionismo bricolajero que normalmente termina con la frase definitiva "Esta pared está torcida", mientras tú, de los nervios tras perder toda la tarde del sábado para colgar un maldito estor de la cocina terminas gritando "Pues le reclamas al arquitecto, pero antes, me cuelgas el puñetero estor. O llamo a mi padre, y será peor".
Pero a pesar de todo, poco a poco esto va pareciendo una casa. Mi nueva casa. Mi casa.


lunes, 15 de febrero de 2010

MILITANCIA



Pues sí, yo soy de las que militan en el bando de los numeritos románticos. No solo no me importa reconocerlo sino que incluso, llegado el caso, hago bandera. Porque no es suficiente tener a alguien al lado que te bese cada mañana y te arrope al llegar la noche. No. De vez en cuando, nos gusta un buen numerito que nos despeje, nos estremezca y nos provoque de nuevo ese subidón del principio de las relaciones, cuando todo es nuevo y distinto, cuando no se puede dar nada por supuesto.

Lo malo es que al cabo del tiempo he llegado a lo conclusión de que a la mayoría de los hombres les falta ese resorte. O lo que es peor, solo se les dispara cuando lo dice El Corte Inglés o cuando saben que han metido la pata hasta el fondo, de manera que según ves llegar el camión de la floristería empiezas a temblar pensando en lo que habrá hecho para estar tan arrepentido.

No me gustan los San Valentines, ni los aniversarios, ni las fiestas de guardar. O como dice Sabina, "Yo no quiero un amor civilizado..." A mi me gustan los besos a deshora, las cenas románticas un martes cualquiera, los viajes sorpresa, los regalos porque sí.

¿Por qué tenemos que esperar a irnos de viaje para disfrutar de una noche en una habitación de hotel? ¿Por qué si alguien te quiere no puede comprarte flores un dia cualquiera? ¿Por qué nos llamamos tan poco simplemente para decirnos "te quiero"? ¿Por qué un regalo tiene que entregarse solo en cumpleaños o navidad???



jueves, 4 de febrero de 2010

MUDANZAS


Si las cuentas no me fallan, y creo que no, la semana que viene me embarco en mi décima mudanza y mi segunda hipoteca. Coincidirá con mi cumpleaños, como coincidió, hace siete años, mi octava mudanza y mi primera hipoteca. Y aunque sería lo normal, me da por pensar que ésta tampoco va a ser la última.

He vivido en 5 ciudades y 9 casas distintas, unas mejores y otras peores. Con el tiempo he ido aligerando mis maletas y también mis nostalgias. Cierro puertas sin mayor problema y me gusta, me sigue gustando mucho, la sensación de empezar de nuevo.

Hace unos años, tras épocas duras en Madrid y luego en Barcelona, volví a casa con la idea de que sería para siempre. Firmé mi primera hipoteca y llené las paredes de estanterías para llevarme de una vez por todas los libros que durante años había ido enviando a casa de mis padres. Aquella vida que iba a ser para siempre duró apenas seis o siete años, hasta que un día de septiembre hice la maleta y me vine aquí sin nada más que un trabajo. Durante muchos meses viví en un piso vacío, con una cama, un sofá y un ordenador portátil del trabajo. Descubrí que tampoco necesitaba mucho más.

En este caso la ciudad es la misma y la casa, apenas 500 metros más allá del piso en el que he vivido los últimos cinco años y que poco a poco y gracias a Ikea se ha ido llenando de muebles. Cambia, por supuesto, el compromiso que supone firmar 30 años de hipoteca y la necesidad de decidir que libros dejo en cada casa, teniendo la certeza de que el que necesite siempre estará en la otra.

Si las cuentas no me fallan, la semana que viene me embarco en mi décima mudanza.

lunes, 1 de febrero de 2010

¿Pero tú sabes....?



Al hilo del post de la semana pasada me llama F. y me pregunta sin rodeos "¿Pero tu sabes lo que quieres hacer con tu vida?". Pos claro, le digo yo...

Pos claro...

Se que quiero ser madre, aunque nunca encuentro el momento.

Se que quiero seguir despertandome cada dia con FHMP y más que eso, quiero seguir deseando despertarme con él todos los días de mi vida.

Se que quiero seguir teniendo un trabajo como el que tengo, que me da momentos chungos pero muchos más fantásticos, que es un reto diario, que me permite viajar y conocer gente cada minuto, que me obliga a pensar, inventar, aprender, arriesgar...

Se que quiero ir a Samarkanda, a ver las iglesias de Lalibela en Etiopía y a conocer Albania aunque tenga que irme sola.
Se que quiero aprender a injertar frutales, a hacer mantas de patchwork y a controlar el proceso del vino.

Se que quiero organizar de una vez todo el material, las rutas, las fotos de los viajes de románico de estos últimos años por Europa e incluso atreverme a montar una guía.

Se que quiero irme a vivir al menos un año sola al culo del mundo. A un pueblo perdido de Islandia o Finlandia y saber lo que se siente sin tener que correr a ninguna parte, excepto detrás del perro.

Se que quiero administrar mi tiempo para llegar a todo y dejar de tener esta sensación de que los días se me escapan entre las manos.


Y se que podría seguir páginas y páginas... Y lo mejor de todo, se que eso es bueno, porque en el fondo, desear es estar vivo. Aunque cada año te acerques más y más a los 40.