Ahora resulta que los "singles", aquellos envidiados seres que habían decidido vivir solos en un loft sin vincularse sentimentalmente más allá de alguna noche esporádica, que compraban exprimidores de diseño en Vinçon, que se alimentaban solo de productos biológicos y viajaban a Londres a renovar el vestuario, ya no molan. Igual es porque ahora están en paro, el banco se ha quedado con el loft y ellos, más cerca de los 40 que de los 30, han vuelto a vivir con sus padres.
Publicaba hace unos días el suplemento de los sábados de La Vanguardia que la crisis está creando un nuevo tipo social, los "separados de hecho que siguen compartiendo techo". O sea, los que por cuestiones económicas no pueden ejecutar una separación y aunque hacen vidas separadas, siguen compartiendo piso, hipoteca y gastos.
Mirandolo friamente, parejas así las ha habido siempre. Señores que aterrados ante la perspectiva de no tener una amantísima ama de casa que les planchara las camisas y les tuviera preparado el guiso de turno los días que comían en casa, se liaban clandestinamente con una mujer veinte años más joven para que les arreglara el cuerpo y muchas veces, algo más. O esas mismas señoras que sabiendo con certeza que sus maridos se la estaban pegando y tenían incluso vidas paralelas preferían hacer la vista gorda ante la perspectiva de perder un nivel de vida y un status social y tener que pasar de la Termomix a la sartén de toda la vida.
Historias así, hay a patadas, aunque lo nuevo ahora es que las reglas del juego están a la vista y sobre la mesa. Pasamos de ser pareja a compañeros de piso. Tu vida es tuya, mi vida es mía y simplemente pagamos una hipoteca a medias hasta que la crisis termine y podamos volar.
Lo gracioso de todo esto es que están empezando a detectarse cada vez más casos de ex-parejas que gracias a la convivencia vuelven a darse una oportunidad. Y es que a veces tomar distancia de las cosas, saber lo que ganas y lo que pierdes, te hace ver la situación de otra manera.
5 comentarios:
La hoja de ruta de nuestra vida esta llena de fallos, comenzamos nuestras relaciones de pareja sin saber lo que queremos y sin haber adquirido una minima educacion y cultura del esfuerzo y del sacrificio por el prójimo, es decir, solo sabemos vivir la buena vida. Luego nos damos cuenta que la otra persona "no nos hace felices" (gran mentira esta), y por ultimo no nos podemos separar de hecho porque nuestra buena vida se asienta en sobre unos cimientos de dependencia económica casi total... en fin... creo que debo ir a un templo buda a reflexionar sobre la vida....
yo creo que, si de verdad no quiero vivir con esa persona, no podría aguantar la convivencia por ningún tipo de excusa, ni económica, ni de comodidad, o conveniencia. Si no puedo vivir contigo como pareja, no creo que pueda hacerlo como ex... Complicado.
Aunque situaciones como las que describes se han producido siempre, creo que a lo que te refieres es algo diferente, ya que en ellas sí se asume abiertamente que ha habido una ruptura. Estoy con CMQ, debe ser durísimo verte obligada a convivir en esas circunstancias...
Y yo también, lo tengo muuuy claro, opino igual que CMQ...Miiaauuss!!
Pues yo conozco unas cuantas de esas parejas. Aunque desconozco el estado de su hígado...
La sociología y la economía acostumbran a ir de la mano y en épocas de crisis ya se sabe, ¡Cosas veredes...!
Besos María.
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