Impresionante. La sensación de llegar a un centro comercial con decenas y decenas de tiendas, que no haya nadie y que tengas todo el día por delante para maulear es algo que solo puedo comparar con una noche, hace años, cuando la selección española jugaba un partido decisivo en algún mundial y yo me fui a pasear por Salamanca... inenarrable.
No se si sería porque es casi fin de mes, por la crisis o porque las rebajas están al caer, pero el caso es que al final el viernes pude cogerme el día libre y a las nueve y media de la mañana, M. y yo salíamos de casa dispuestas a quemar la visa y aunque no la quemamos porque estuvimos muy comedidas, lo cierto es que lo pasamos de miedo. Una tienda detrás de otra, probadores vacíos, dependientas que pasaban de nosotras olímpicamente... el paraíso. Para mi, el viernes fue casi como irme a un balneario.
Porque de tiendas hay que ir con las amigas. Para echar unas risas, para que te digan de veras lo que te cae bien o no, para recordarte que tienes unos zapatos idénticos a los que estás a punto de comprarte, para alcanzarte otro color del mismo vestido, para buscarte otra talla, para comentar lo bueno que está el taxista de las patillas que te lleva a casa cargada de bolsas... para eso, están las amigas. Por eso me hacen tanta gracia ver a los novios y maridos aburridos esperar en las puertas de las tiendas o peor aun, hacer guardia ante el probador mientras la muchacha de turno (suelen ser muy jóvenes, se ve que aún no han aprendido... ) se prueba 27 camisetas de H&M y sale con cada una de ellas para ver que le parece. El, a esas alturas de la relación (suele ser al principio) está tan apollardao que todas le parecen bien y lo único en lo que piensa es en colarse en el probador para quitarle cuanto antes la camiseta y lo que se tercie. Cuando se les pasa el primer calentón, aprenden y se niegan a volver a ir de tiendas.
Respecto a los hombres cuando van de tiendas, mi experiencia es más que variada. FHMP compra todas sus camisas de la misma marca, con lo que un par de veces al año acude al corner de la firma en el Corte Inglés y arrambla. Los pantalones, lo mismo, y los zapatos, otro tanto. Modelo estandar e igual en julio que en febrero. Si hemos discutido alguna vez ha sido por el color de las corbatas o porque he intentado cambiarle el look un poquillo. El, no se ha dejado.
Quien si se dejo fue mi último ex, al que dejé hecho un pincel. El mismo lo reconoce y según me cuenta, sigue en la misma línea. Que putada, no? Dejar el trabajo hecho para que otras lo disfruten... Eso si, me queda la satisfacción moral de haber perpetrado un cambio de imagen digno de portada del Vogue. Del anterior, poco que contar. Sigue con las mismas camisetas de Star Wars con las que lo conocí a los 18 años, claro que parte de la culpa es mía que sigo comprándole una cada año por su cumpleaños....
1 comentario:
Hoy es otro dia perfecto para eso... jejejeje.
Yo aprovecharé para ir al carrefour comprar sin prisas y hasta ir con Silvia antes a visitar alguna tienda... que además hay rebajas.
Eso si... a mi solo me verás por el Pull&bear o el Jack&Jones.
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