Un cava de aperitivo, un blanco con la entrada, tres tintos distintos y un dulce para el postre. Todos, para regar un menú de degustación en un restaurante de estrella de Michelín...
Antes, cuando las vacas eran gordas, salía a un par de comidas de estas por semana. Siempre con platos fantásticos, siempre con el mejor vino y siempre con conversaciones interesantes. Gracias a este tipo de citas he conocido a gente increíble, de esas, que solo vuelves a ver en las páginas de economía de los periódicos cuando los nombran directores generales de algún banco o empresa de campanillas. También hubo una época de escritores y compartí mesa y vino con Julio Llamazares, Lorenzo Silva y tantos más.
Ahora, que las vacas son flacas, me cae alguna de vez en cuando y aunque las disfruto muchísimo, me invalidan para el resto de la tarde. Debe ser que mi estómago se ha acostumbrado a la ensalada deprisa y corriendo entre el inglés y la universidad y ya no celebra como antes los platos de autor....
El caso es que en la comida me dan dos datos que me dejan pasmada: en España, en cada hogar consumimos solo nueve botella de vino por persona y año y dieciseis, en total, si sumamos bares y restaurantes. Total, que echo cuentas y me salen rosarios. ¿Solo nueve botellas de vino al año? En mi casa desde luego, no.
1 comentario:
Si cuentas por viviendas construidas no me extraña, con el montón que hay deshabitadas. Seguro que por casa habitada es más y sumando los restaurantes y bares un montón o es que como dice RA a lo mejor somos un poco alcohólicas.De todos modos ¡¡viva el vino!!
Franché
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