domingo, 7 de abril de 2013

UNA DE BERBERECHOS Y SARDINAS








Milito en el bando de los que creen que casi, y digo casi, todo el mundo es bueno. Algunos nos llamarán infelices y otros, directamente idiotas, pero quiero creer que al final el tiempo nos da la razón y salvo algunos impresentable que bastante desgracia tienen al ser como son, la gente suele ser buena y generosa por naturaleza. Claro que siempre queda la duda de pensar ¿Y no será que yo, precisamente yo, he tenido la suerte de caer de pie en un momento y un lugar plagado de buena gente? Luego, vas a hacer la compra y ves a los del banco de alimentos en la puerta del Carrefour desbordados por las bolsas de la gente y piensas que no, que no es cuestion de suerte sino de estadística. Lo malo es que las malas personas son como los berberechos, que basta con que uno tenga arena para contaminar todo el guiso.


El tema viene a cuento porque esta semana han coincidido dos situaciones radicalmente opuestas. En el trabajo me he cruzado con la típica intoxicadora profesional que vive por y para el chisme y la maquinación sin importarle lo más mínimo el alcance ni las consecuencias de sus intrigas. Y de verdad que es agotador estar todo el tiempo pendiente de por donde te va a venir el navajazo y sobre todo, si lo vas a poder parar.
A veces, cuando leo datos o argumentos sobre el techo de cristal y el ascenso profesional de las mujeres, pienso si no será que en realidad a algunas mujeres no nos interesa subir si ello implica dedicar tanto tiempo y esfuerzo a guardarte las espaldas y a diseñar estrategias para joder a los demás y en realidad, lo único que queremos es que nos dejen vivir en paz, haciendo el trabajo que nos gusta y disfrutando de los buenos momentos del día a dia.

En la otra cara de la moneda, en mi vida personal, han coincidido un tirón de orejas de uno de los lectores del blog por el abandono tan largo de esta ventana, un nuevo proyecto profesional con dos amigos muy queridos y que si sale bien, puede ser la bomba para todos, la llamada de una vieja y muy buena amiga desde Dubai, donde vive ahora, para saludarme y ponernos al día y el guasap que otro amigo acaba de mandarme solo y exclusivamente para preguntarme si todo va bien. Si, todo va bien. Gracias por preocuparte y perdóname por no dedicarte más tiempo, pero como suele pasarme, la vida se me come.

Somos  lo que somos en parte por la gente que nos rodea. Algunos son berbechos malos, pero la gran mayoría son latas de atún, que duran años y años, que te salvan en cualquier situación, que ocupan en tu vida el sitio que quieras dejarles, que nunca te reprochan nada...





1 comentario:

cristal00k dijo...

Esta mañana, hablaba con una buena amiga, justo de esto... y sí, por desgracia parece que el tema del género, cuando las cosas pintan bien... conlleve muchas veces, ese ´hacer pasillo' para que averiguar de donde te vendrá el navajazo Una lata, pero de momento imprescindible para sobrevivir. Ya dicen algunos, que la igualdad, vendrá cuando una inútil ocupe el lugar de un inútil y no se caiga el mundo por ello.
En fin! cuidemos bien a nuestras latas de atún e intentemos obviar el 'marisqueo'.

Abrazo.