Me cuenta una compañera de trabajo que hace algunas noches sonó el teléfono en su casa, cuando sus niños ya estaban en la cama. Era un novio que tuvo en la universidad, del que llevaba casi 30 años sin saber nada, que de repente y a través de una amiga común había conseguido su número y le proponía tomar una copa juntos. Ella le preguntó si ya no estaba casado y él, le respondió que sí, pero que eso no tenía importancia.
En algún sitio he leido que las recaidas con altiguos novios o la consumación, veinte años después, del rollo aquel que no pudo ser con el tio bueno del instituto están a la orden del día gracias a FACEBOOK y que se están convirtiendo en una auténtica plaga. Infuyen dos factores, la facilidad de encontrar a la gente que creíamos perdida y el hecho de que el tiempo deforme radicalmente la realidad.
No lo digo yo, está cientificamente demostrado que el cerebro tiene una especie de mecanismo de protección que hace que guarde sobre todo los buenos recuerdos y elimine, por aquello de ahorrar espacio, los malos. Los casos extremos son los de personas que viven situaciones traumáticas o muy dolorosas y que terminan olvidándolas por completo.
El caso es que a la vuelta de 20 años hemos olvidado que el noviete del instituto era un cenutrio o que el rollo aquel de la universidad nos dejó para liarse con la camarera del bar donde pasábamos las tardes y vuelven a nuestras vidas pidiendo una segunda oportunidad. A veces, esa oportunidad se limita a un polvo clandestino en un hotel y recordar tiempos perdidos. Y al parecer, la gente está cayendo como moscas. Por curiosidad, por saldar cuentas o simplemente porque de repente la vida le pone un aliciente excitante delante que no necesariamente tiene que terminar en la cama. La cuestión, es que parece ser, terminan.
Mi compañera no ha vuelto a cogerle el teléfono, pero durante varios días ha tenido la moral por las nubes y le ha dado vueltas y vueltas a la cabeza. Otros muchos, supongo, habrán seguido adelante y se habrán reencontrado con sus viejas historias. Y algunos, habrán terminado quizá, reeditando aquellas viejas relaciones 20 años más tarde....
¿Será por eso, porque no quiero cuentas pendientes, que solo tengo en FACEBOOK gente con la trato diaria y habitualmente en la vida real?
2 comentarios:
De hecho esta comprobado que ser infiel trae consigo una "falta de apetura de mente", por no ser capaz de respetar en su totalidad a una persona en una relación monógama.
¿Por qué no me sorprende? Qué mal andamos todos... de verdad, qué poca conciencia, que poco determinismo...
Estoy resentida con el mundo, se me nota ¿no?
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