jueves, 31 de diciembre de 2009

2010


Dándole vueltas a la agenda de mi vida, no a la del curro, sino a esa donde apunto lo que más o menos va pasando, donde guardo las entradas de conciertos o de cine, las invitaciones a saraos o los billetes de avión, he llegado a la conclusión de que 2009 ha sido un año pocho.

Pocho, triste, raro... vamos, que los meses se me han escapado como el agua entre los dedos sin dejar apenas nada.

En la parte mala, en primavera murió la abuela. En verano tuvimos que anular las vacaciones y comenzó la movida en el curro que he arrastrado hasta hoy. Tambien pesa ver a los amigos tocados por la crisis y sobre todo comprobar que entre unas cosas y otras, nos hemos visto más bien poco.

En lo bueno, los viajes a Londres, los recorridos por Francia y las escapadas de puentes y fines de semana, el ver como mis padres recuperaban su vida tras unos años tan duros y sobre todo el despertarme cada mañana con FHMP al lado.

Al año que comienza no le pido demasiado. Solo un puñadito de cosas. La primera, que él siga queríendome tanto, a pesar, como dice Rafa Pons "de las cosas que te digo, de los besos que te debo, de la vida que llevo". La segunda, que todos los que quiero estén bien, que la vida no los maltrate e incluso, que consigan ser felices o al menos, vivir tranquilos. Y la tercera, que el trabajo no nos falte y siendo muy muy egoista, que podamos disfrutar de él cada día.

Una vez al año, cada primavera y desde el año 1187 se repite cerca de mi pueblo la romería del Voto a San Indalecio. Aquel año del siglo XII, 238 pueblos, casas o pardinas se comprometieron a acudir cada año, con sus cruces parroquiales a San Juan de la Peña para agradecer al santo su mediación a la hora de evitar que una epidemia diezmara estos valles pirenaicos. Muchos de esos pueblos fueron abandonados, de algunos incluso, solo se conserva el recuerdo de un nombre. Pero la tradición, el compromiso, permanece. Y ahora nos puede parecer una chorrada, pero hace no tantos años mantener la promesa suponía jornadas enteras de camino a pie con la cruz a cuestas, por caminos y barrancos, lloviera o nevara.

Al santo se le piden cada año dos cosas "Agua para el campo y serenidad para el espíritu"
Eso quiero yo en 2010. Fortaleza para mantener los compromisos, generosidad para agradecer lo que la vida me sigue dando y sobre todo, mucha, mucha, mucha, serenidad para el espíritu.



martes, 29 de diciembre de 2009

Ha vuelto a hacerlo


Ha vuelto a hacerlo.

A pesar de todo lo que le ha caído encima por criticar la ley contra la violencia de género, el titular del juzgado de familia número 7 de Sevilla, Francisco Serrano, ha insistido en sus argumentos y ha denunciado posibles abusos por parte de algunas mujeres que, mediante denuncias falsas, se benefician de los mecanismos de protección que establece la ley.

Y me temo, por lo que veo, por lo que me cuentan, que razón no le falta.

Es cierto que cada año decenas de mujeres son asesinadas por sus parejas en España, que cientos y cientos viven aterradas y protegidas apenas por una orden de alejamiento que en cualquier momento puede quebrarse y que, y esto es todavía peor, hay miles que todavía no han denunciado o que incluso, no son conscientes de que viven sometidas y machacadas.

Pero también es verdad que hay hombres que tuvieron la mala suerte de cruzarse con mujeres sin principios, dispuestas a cualquier cosa para conseguir un divorcio beneficioso, una casa o una custodia. También hay hombres que han vivido años y años bajo la tensión brutal que suponen los malos tratos psicológicos, de los que muchas veces nos olvidamos y que destruyen tanto o más que los físicos. Malos tratos para los que no hace falta superioridad física.

Ser mujeres no nos convierte automáticamente en víctimas. Ni a ellos ser hombres en verdugos. La violencia puede ejercerse desde las dos partes y los papeles ser asumidos por ambos por igual. El juez Serrano ha tenido la valentía de decir en público lo que algunos sospechaban. Supongo que el Ministerio de Igualdad y el Observatorio Contra la Violencia de Género seguirán negando la evidencia. O quizá no, quizá sean capaces de dar un paso adelante, reconocer los defectos de la ley y tener el valor de corregirlos.

lunes, 28 de diciembre de 2009

VOLVER


Y ayer por fin, tras cinco días de intensa, intensísima vida familiar, volví a casa. Volví a casa y volví a FHMP, claro, que llegó un rato después jurando en arameo y saturado también de familia y celebraciones navideñas.

A mi la navidad me gusta.
Me gusta volver a casa de mis padres, a mi habitación de adolescente donde aún están las fotos con los amigos de hace 15 años, me gusta hacer rosquillas con mi madre, salir a por ramas y piedras para poner el belén y vaguear con mi hermano en el sofá la tarde de Navidad compartiendo la sal de frutas. Me gusta que mi madre se empeñe en echarme azúcar en el café aunque haga dos décadas que lo prefiero amargo y sacar todas las botellas de la bodega de mi padre para ver que nos bebemos, aunque luego haya que volver a meterlas… Me gustan las visitas y el poncho y repetir “Que bello es vivir” un año más en la tele.

Pero a pesar de todo, en los últimos años me he dado cuenta de que lo que más me gusta de navidad es la espera, los preparativos, contar los días. Y sobre todo, aún más que eso, la sensación de volver a mi casa cuando pasan estas fechas y encontrarlo todo tal como lo dejé.
En silencio, sin luces, sin gente… como lo dejé.

jueves, 17 de diciembre de 2009

MODA


La foto estremecedora de Belén Esteban en Lecturas se publica pocos días después de que callejeros dedicara un documental al mundo de la estética en el que, como suele ser habitual, presentaba casos extremos de mujeres y hombres obsesionados con su aspecto físico. Más que sus caras inexpresivas o cuerpos hinchados en zonas concretas, lo que me llama sobre todo la atención es el catálogo interminable de posibilidad que el mercado ofrece para cambiarnos el cuerpo. Y la cara.

Mientras algunas mujeres se ponen silicona en el pecho, otros hombres se operan para quitarse la grasa de la misma zona. Unas se inyectan botox en las arrugas y otros recortan papada y ojeras. Los hay capaces de hacerse un piercing en el pene o de dejarse 10.000€ en un implante de cabello, pero en lo que todos coinciden es que la cirugía plástica es adictiva. Una vez que la pruebas, no puedes volver atras. Como los zapatos caros.
Y yo, que me veo esa arruga horrorosa en la frente conseguida a pulso por no querer llevar gafas en el instituto y que mataría por tener una melena densa y larga y no estos cuatro pelos que me acompañan desde siempre, me confieso absolutamente incapaz de hacerme retoque alguno. Y no porque no me parezcan bien, allá cada uno con su cuerpo, sino por cobarde y por tacaña. Cobarde porque solo ver el quirófano en la tele ya me pone mala y tacaña porque con los 500€ que cuesta una sesión de botox, me tiro una semana en Londres...

Pero el caso es que ayer FHMP y yo volvimos a la vida social con la fiesta de inauguración de un hotel en la que los visones se contaban por decenas, no solo por el frío que hace estos días sino porque dicen las malas lenguas que con esto de la crisis las fiestas de navidad se van a quedar en nada, así que mejor ir a todas las que se vayan presentando. Mucho visón como digo, mucha sandalia-joya con media oscura y mucho vestido saco por encima de la rodilla. Pero entre todas las invitadas destacaba sin duda una, no por el traje (muy bonito, por cierto), sino por la etiqueta de Max Mara que llevaba pegada en el brazo desnudo.

No era una modelo de 20 años, sino una señora bien cumplidos los 40 que se paseaba entre las amigas con la etiqueta de la marca que le había prestado el vestido. Si eres Penélope Cruz, tu jefe de prensa se encarga de anunciar quien firma el vestido y las joyas. Si no eres famoso, devuelves el favor mostrando la etiqueta.

Y yo la miraba y pensaba... ¿me convertiría yo en mujer anuncio a cambio de lucir, durante un par de horas, un vestido de 2.000€? Si al menos me lo regalaran...

Pero el caso es que después, dandole vueltas al tema no dejo de pensar que al fin y al cabo todos somos un poco Belén Esteban y un poco mujer anuncio. Quizá no nos cambiemos la cara por completo buscando una vida nueva, pero dicen las encuestas que comprar maquillaje o ir a la peluquería son dos de los recursos más habituales que utilizamos las mujeres para levantar un mal día. Quizá no nos peguemos una etiqueta en el brazo a cambio de lucir un vestido exclusivo, pero nos calzamos tacones de diez centímetros que nos machacan los pies. Y encima pagamos por ellos.

martes, 8 de diciembre de 2009

AMIGAS


Gracias a la generosidad de P y D, que nos alojaron a todos en una casa maravillosa rodeada de prados, ovejas y vacas que posaban como modelos, pasamos el fin de semana previo al puente con los amigos de siempre en el Baztán. Ellas fueron conmigo al colegio o al instituto y desde entonces, a ratos más a ratos menos, hemos seguido siendo amigas y a la cuadrilla se han ido sumando novios y maridos con tan buena suerta, que ellos también han terminado siéndolo.

Algunas hemos vivido en muchos sitios distintos y otras nunca se fueron del pueblo, algunas tienen hijos y otras todavia no hemos encontrado el momento, algunas se casaron muy jóvenes con el novio de siempre y otras hemos ido probando hasta dar con el que parece ideal, pero lo bueno es que nos juntamos de vez en cuando y aunque haya pasado tiempo, no cuesta ponerse al día ni volver a hablar.

Y hablamos de las movidas de trabajo que todas, por c o por b, vamos teniendo, de los novios recién llegados y en proceso aún de adaptación, de los niños y de los planes para los meses que están todavía por llegar. Hecho de menos a T. que trabajaba y no ha podido venir, y a R. que dijo tener mucho que hacer este fin de semana entre el ayuntamiento y la comarca. Otra vez será.

El fin de semana nos dejó la sorpresa de descubrir a Imanol Arias y Juan Echanove en Zugarramurdi, que el Mojito de Mercadona, por más que le pegues, no deja resaca y que el txokito sigue siendo tan encantador aunque hayan pasado más de diez años. Pero lo que más me gustó fue estar con ellas y comprobar que los hombres que eligieron son también personas excepcionales, de esas que te gustan más y más cuanto mejor los conoces. En resumen, que espero repetir pronto y que mi compromiso a montar una en casa esta primavera, sigue en pie. De momento, la producción de mermeladas va a toda pastilla...




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