jueves, 27 de enero de 2011

ADICTA


Cuarenta minutos y un cambio de ordenador me costó anoche entrar de nuevo en el msn para ver a mi sobrinete. ¡Con lo que yo he sido y la de horas que le he echado el messenger hace unos años!!! El caso es que mientras intentaba conectar la cam y no había manera, cambiaba al otro ordenador y no me pillaba la 3G, contestaba al teléfono para escuchar a mi hermano decir que ellos sí, ellos sí me oían jurar en arameo y que incluso habían llegado a verme, pensaba en lo fácilmente que los humanos (o al menos yo) nos enganchamos a algo y pensamos que no podemos vivir sin utilizarlo, hasta que de repente, algo cambia y no pasa nada.

Me pasó con el msn, me pasó con la batidora de la leche para el capuccino, con los dominicales de los periódicos y con la blackberry. Enganchada hasta el punto de pasarlo fatal si un día no podía hablar con la gente, si tenía que tomarme la leche sin batir o si me quedaba sin batería en la BB (un buen amigo llegó incluso a regalarme un libro de cachodeo sobre el tema  "¿Quien se ha llevado mi Blackberry?"). Hasta que un día llegó mi queridísimo y apagué el ordenador, nos fuimos a Londres y cambié el café por el té... y así con tantas y tantas cosas (el enganche al móvil, aunque ya lo haya cambiado por un Iphone, lo mantengo).

Me pasa ahora con youkioske, con la tienda virtual de ZARA  y con los outlets se ropa en internet. Los miro cada mañana, como una especie de ritual, aunque pocas veces compro algo y cuando algo me gusta, pasa como con los billetes de Ryanair, que lo que quieres, lo que te interesa, nunca está.

¿Os ocurre a vosotros? ¿Os enganchais a algo como si os fuera la vida en ello para que, de repente y cuando menos te lo esperas, pierdes el interés sin más?

lunes, 10 de enero de 2011

TRES AÑOS YA




Tal dia como mañana, 11 de enero, hace ya tres años y poco antes de la medianoche FHMP apareció en mi vida. Y casi todos los días, doy gracias a Dios por haber estado tan atento aquella noche.

La primera vez que salimos cenamos de tapas. Queso y sardinas en los sitios más cutres que he visto nunca. Cerramos todos los bares de Zaragoza y recorrimos andando como cuarenta kilómetros buscando dónde tomar la penúltima. Todo sea por el chico que vale la pena, pensaba yo... pero cuando creía que ya estaba hecho, paró un taxi y me mandó a casa.

La segunda vez que salimos me acompañó a una entrega de premios de música. Como uno de los premios (creo recordar que al mejor video clip), lo entregaba mendas, nos sentaron en primera fila con medio ayuntamiento, el departamento de cultura del gobierno autonómico en pleno, críticos y gurús de la culturilla local. Aquello fue eterno. Premio - grupo emergente - premio - grupo emergente... Y cada discurso de agradecimiento más largo. Y cada grupo emergente, peor....  hsta que al fin me preguntó muy serio si mi vida era siempre así de "entretenida". Aquella noche sí, porque la rematamos con una cena de trabajo con periodistas de otras comunidades... Y a pesar de todo, me volvió a llamar...

Desde entonces, han pasado un montón de cosas. Más de mil días. Un montón de noches, de mañanas, de viajes, de risas y de aventuras. En estos tres años, no recuerdo más que tres discusiones (una por año, no está mal) y miles de momentos gloriosos. Y es curioso, porque ya desde el principio llegó para quedarse. Pasamos juntos casi todo nuestro tiempo libre y aunque parezca mentira, nunca me ha faltado el aire.

El tiene justo lo que a mi me falta. Es mi valium, mi santo Job, mi punto racional, mi freno de mano... es la prueba palpable de que los milagros existen. Y lo más alucinante, es que parece que me quiere de verdad....

lunes, 3 de enero de 2011

VIAJE CON NOSOTROS

Entre mis 27 vocaciones frustradas (mejor dicho, aún no frustradas del todo, que nunca se sabe por donde te puede llevar la vida), está la de agente de viajes / organizadora de eventos. Hasta ahora la había sacado a relucir en momentos puntuales, vacaciones, escapadas y demás, pero desde que empezó 2011, estoy desatada. Es más, si ahora mismo me ponen delante el calendario entero me veo capaz de organizar en media hora una propuesta distinta para cada fin de semana del año.

Mi queridísimo, que tiene de paciente y tranquilo todo lo que yo tengo de culo de mal asiento e hiperactiva, me miraba anoche horrorizado desde la esquina más lejana de nuestro sofá, donde se había refugiado entre cojines mientras yo desplegaba mapas, guías y páginas web y le organizaba el mes de enero en menos de cinco minutos. Luego, me secunda siempre, aunque de vez en cuando protesta con aquello de "Y un fin de semana en casa no nos podríamos quedar???" Y a mi, me entran sudores fríos.

Supongo que si me pusiera en manos de psicólogos y demás entenderían esta necesidad de hacer cosas como la forma de cubrir algún tipo de carencias y posiblemente tengan razón, pero lo cierto es que los mejores momentos de mi vida han transcurrido siempre por ahí. Serán los genes de mi abuela, que estuvo 50 años quejándose de diversos dolores, sin comer ni dormir, hasta que alguien le proponía un viaje y milagrosamente sanaba al instante. Ni en Lourdes.

Sin llegar a esos extremos, si es cierto que los viajes me ayudan a desconectar del todo. Fuera problemas, fuera malos rollos laborales, fuera dolores de espalda... aunque me pegue ocho horas tirada en un aeropuerto, el hotel sea una mierda o llueva todo el viaje. No importa, fuera soy felíz. Y al final eso es lo que importa, no?

Buen viaje a todos!!!!