lunes, 30 de noviembre de 2009

CRISIS



Quizá mi padre tenía razón y debía haber sido dentista. O tal vez sea mi madre la que con su clarividencia habitual acierte cuando se empeña en que retome la tesis y me busque un curro relajado dando clases en una universidad. El caso es que, y esto es innegable, atravieso una crisis profesional más que gorda que en esta ocasión no tiene nada que ver con mi trabajo en concreto, con mis jefes o con mi empresa. Va más allá y alcanza al ejercicio de la profesión en general.

A superarla no me ayuda demasiado el caso del chico de Tenerife que en apenas 24 horas pasó de ser un presunto violador y asesino de una niña de tres años a quedar en libertad sin cargos. Parece ser que los médicos que hicieron el primer informe se equivocaron, que se equivocó el que lo filtró a la prensa, que también erraron los medios que se apresuraron a publicarlo y que por supuesto se equivocaron todos aquellos a los que les faltó tiempo para lanzarse a lincharlo en los comentarios de la prensa digital. Hoy elmundo.es se ha atrevido a publicar las disculpas de los lectores que pedían poco más o menos una tortura china para el. Una excepción, sin duda.

Lo que no es una excepción es el tratamiento cada vez más frívolo que hacemos de la información en los medios. Una combinación explosiva de falta de profundidad absoluta en los temas, formación mínima de los nuevos periodistas y búsqueda de la rentabilidad máxima en audiencias, mezclado todo ello con la inmediatez de los nuevos soportes. La bomba. Una cagada detrás de otra por hacer las cosas deprisa y mal.

Y yo, que me dedico a esto, confieso que soy incapaz de ver un informativo completo en televisión porque me sobran 45 de los casi 60 minutos a los que los están llevando y pocas veces resisto terminar de leer un artículo en prensa porque lo que me cuentan ya lo he oído en la radio. Me aburro, me cabreo, me desespero… no comprendo como pueden prejubilar a periodistas de 50 años y pretender mantener la calidad con becarios de 22, ni tampoco que narices les enseñan a los chavales en universidades con decanos de 30 años que no han pisado una redacción en su vida, o como presuntos periodistas se prestan a participar en según que shows televisivos mientras algunos medios se empeñan en hacernos comulgar con ruedas de molino en función de sus intereses partidistas del momento en cuestión.

En fin, ya perdonareis la chapa. Estoy en crisis.

jueves, 26 de noviembre de 2009

SORIA


Lo mío con Soria no deja de ser curioso. Mientras duró mi historia con un malagueño me recorrí la provincia entera, hasta los pueblos más pequeños. Desde que comparto mi vida con un soriano (y va para dos años) no había vuelto a pisar Castilla. Hasta este fin de semana.

Soria es uno de esos lugares en el mundo a los que es mejor llegar sin esperar nada. Así, la impresión brutal de una tarde de verano en el castillo de Gormáz o un rato a solas en San Baudelio de Berlanga te acompaña para siempre.

Soria tiene pueblos casi vacíos cargados de iglesias. Tiene carreteras infames que, supongo, nadie espera arreglar nunca, ríos abrazados por pinares y choperas y tardes de campos borrosos en invierno. Tiene sobre todo tiempo, el que le pesa en la espalda en forma de historia y el que discurre lento en el día a día.

Soria es uno de esos sitios a los que o se va de propio o no se va. Pero ir, merece la pena.


martes, 17 de noviembre de 2009

PEQUEÑO PLACER

Porque yo lo valgo hoy he decidido picarme el rollo-master en gestión de recursos humanos y quedarme a oscuras, de incógnito, en el despacho, con un proyecto de recuperación de patrimonio que me mola bastante más que el rollo de la proactividad con los compañeros y la delegación de funciones.

E increiblemente llevo dos horas sin que me hayan pasado ni una llamada, sin visitas, sin interrupciones... Y me siento genial aqui escondida, como cuando iba al instituto y en las tardes de primavera me picaba latín para tomar el sol tumbada en la hierba. O como cuando llueve a chuzos y a las cuatro de la tarde de un martes te inventas que tiene que venir el fontanero y te largas a casa a devorar esa novela de Mankell que no puedes dejar de leer...

viernes, 13 de noviembre de 2009


Coincido por casualidad con un alto cargo del gobierno con una carrera fulgurante en Asuntos Sociales y no se como ni por qué, termina contándome como echa de menos sus inicios, aquellos años de trabajo de calle entre drogadictos y prostitutas. Me cuenta que a veces el despacho se le cae encima, pero que un par de veces que se ha animado a acercarse a cualquiera de los centros en los que empezó y que hoy gestiona, lo miran como algo molesto que viene solo a fiscalizar.

Yo sonrio, asiento y le cuento mi teoría del tornado que nos atrapa y nos lanza hacia arriba y él reconoce que últimamente son muchos los días en que se siente así.
Al final, no me atrevo a preguntarle si sería capaz de dejarlo todo y volver atrás. Tampoco se si él se atrevería a responderme de veras.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LISTAS y POZOS


Uno más. Un compañero me ha contado esta mañana que anda buscando piso para separarse de una vez. No es la primera que lo intenta. En cinco años en la misma empresa habrá pasado al menos tres o cuatro veces por la misma situación. Al final, siempre da marcha atrás.

No es el único, claro. Que tire la primera piedra el que nunca haya mantenido una relación que sabía de sobras que estaba más que muerta. Por miedo a estar solo, por cuestiones económicas, por la familia, por pereza, por comodidad, porque al fin y al cabo si nos quisimos tanto jode reconocer un fracaso... La lista de motivos es eterna y compite en el mismo ring con otra lista distinta, la de motivos para separarnos. Porque el deseo ha desaparecido, porque ya no recuerdo el motivo por el que enamoré, porque ya nunca hablamos si no es para discutir, porque he conocido a alguien, porque sufro más estando contigo que sin ti...

Cada uno equilibra su balanza como puede, sisando tiempo y posponiendo la decisión definitiva. Hay quien espera que el tiempo solucione las cosas que no se atreve a solucionar y quien adopta la estrategia de llevar las cosas al límite para que la otra parte tome la decisión definitiva.

Lo que yo creo que es cuando una historia de termina, terminada está. Que prolongarla no hace más que aumentar el sufrimiento de todos y que a veces, cuando damos el portazo que pensamos nos va a partir en dos, en realidad lo que sentimos es la liberación de haber salido de un agujero en el que nos hundíamos y a la vez, arrastrabamos al otro. Y si uno espera mucho, hay veces en que ya no se puede salir.

martes, 10 de noviembre de 2009

UNA DE BAJÓN


Al final, a las cinco me he levantado para dejar dormir a FHMP en paz. No es la primera noche que paso en vela, ni la primera mañana que al peinarme se quedan mechones enteros en el lavabo, ni los primero días en que todo lo que como me sienta mal. Me lo conozco de memoria y se llama estres.
Sin embargo de un tiempo a esta parte, las cosas son algo distintas. Apenas vamos al cine o al teatro entre semana, no me apetece ver nada. Ya no quedo con los amigos y cuando por fin llego a casa, me metería directamente en la cama. Solo quiero dormir. Ultimamente me he dado cuenta de que en realidad estoy viviendo dejando pasar los días con el único objetivo de que llegue el fin de semana y desaparecer.

A veces me planteo lo que ha sido mi vida laboral en los últimos años y me siento atrapada en una especie de tornado que me empuja hacia arriba y del que no puedo escapar. Quizá llegué demasiado pronto, quizá todo fue demasiado rápido. Lo peor es que busco salidas, alternativas posibles y no las veo. Hoy la Asociación de la Prensa de Madrid publica que en España hay casi 7.000 periodistas en paro. Sé bien que otros tantos trabajan casi gratis o en condiciones precarias. Y yo, con un buen trabajo, me quejo y pienso como sería mi día a día si fuera redactora o cámara de televisión.

Objetivamente podría dejarlo mañana mismo. No tengo una gran hipoteca ni una familia que mantener. No tengo deudas ni tampoco deseos materiales. Por no tener, yo creo que no tengo ni ambiciones. De hecho, ni siquiera se la vida que quiero.

Se me pasará, supongo. Los que me conocen saben que lo mío son los vasos siempre llenos o como decía aquel amigo asturiano "Nunca llovío que no parara". Pero el caso es que miro por la ventana y no para de llover. Tal vez sea porque llevo desde las ocho de la mañana aquí metida, porque solo es martes o porque estos días ando peleando cifras cuando lo mío son las letras. La vida, supongo, es así.

Vale, me voy a casa. Gracias a Dios, FHMP estará a punto de llegar, también con sus marrones de hoy. Creo que tampoco ha podido salir a comer. Nos los contaremos, nos reiremos un buen rato con cualquier chorrada y cenaremos con besos antes de ir a dormir. Ah! y hoy tengo un plus más que me levanta el ánimo: acaban de mandarme el último libro de Luis Landero. Por cierto, esa es una de las cosas buenas (y lo reconozco, hay muchas más) que tiene mi trabajo.


jueves, 5 de noviembre de 2009

EPIDEMIA



Será una casualidad o una epidemia, pero últimamente me llueven historias tristes de parejas conocidas que deciden poner punto y final a sus relaciones. En varias hay hijos de por medio, problemas económicos y sobre todo, desgaste de convivencia. En algunas, también, la constatación de que aquella impresión del principio “estos no duran dos días”, se cumple.

Por experiencia se que cuando uno se enamora de verdad, ya pueden ponerle muros enfrente que los salta todos. Caiga quien caiga. Aunque seas el primero en caer. Y así nos va. Pululamos por el mundo protegidos tras unas gafas de color pastel que transforman la realidad y sobre todo a la persona que tenemos al lado a nuestra conveniencia. Y aunque los amigos nos adviertan de aquello que no llegamos a ver, también estamos sordos.

Una prestigiosa abogada matrimonialista, pionera en España, me contaba una vez que por ella, todos los matrimonios que se contraen por amor deberían ser declarados nulos, puesto que el amor nos anula las facultades mentales. Quizá tenga razón. Pero ahí que seguimos.

Y a pesar de saberlo no deja de ser doloroso ver como amigos que pusieron todo su empeño en una historia de amor terminan naufragando. Y en el desastre no solo sucumben emociones y esperanzas sino a veces, y esto es peor, niños inocentes, hipotecas a medias y cargas que habrán de arrastrar toda la vida.