lunes, 30 de agosto de 2010

LA TRONADA


Fue el jueves, al salir de trabajar y coger el coche para volver a casa. Encendí la radio y ahí estaba, La Tronada de la Ronda de Boltaña. El ataque de nostalgia, hizo que me temblaran las piernas y de golpe y porrazo en encontré de nuevo en otro tiempo y otro lugar, tan intenso como felíz.
Me ocurre también con los olores. Como no suelo usar perfumes, continuamente voy cambiando cremas, champús y geles y guardo un poquito en el fondo del bote para que al recuperarlos, meses después, el olor me lleve al tiempo en que eran cotidianos.
También escondo notas, etiquetas de ropa, entradas de cines y conciertos o billetes de avión y tren en los libros, para que al ojearlos de nuevo me lleven al lugar y circunstancias en que los leí por primera vez.

Es como viajar al pasado, sin máquina del tiempo. Lo malo, claro, es que viajas sola y para la Tronada como para muchas cosas en esta vida necesitas rodearte de buena gente.

miércoles, 25 de agosto de 2010

DE VUELTA

Pues ya estamos de vuelta. Tras tres semanas de auténticas vacaciones volvemos a casa y al curro. Lo malo es que el tiempo y la ciudad no han debido enterarse, porque tenemos 40º a la sombra y las calles siguen vacías como el 15 de agosto. Es raro. Se supone que hay una crisis tremenda, que la gente no puede salir de vacaciones y sin embargo, las persianas de la mayoría de los pisos están cerradas y en las calles hay menos coches que en los años 60.

Como cada otoño, vuelvo cargada de proyectos y buenas intenciones. Ya antes de marcharme, F. casi me hizo jurar ante notario que retomaría la tesis. A L., le aseguré que volvia a escribir con fuerzas renovadas y que esta vez iba a tomarme en serio la novela. Ponerme a cocinar y dejar de comer purés fríos y cosas a la placha está también en la lista e incluso he comprado un par de libros para hacer pan en casa. Quiero pedir presupuestos para hacer un par de obras y pintar algunas habitaciones. De paso, liquidaré de los armarios esa ropa que nunca me pongo y que guardo año tras año "por si acaso".

Este otoño quiero trabajar menos y salir más. Ver a los amigos entre semana, ir de nuevo al teatro y retomar la rutina del cine semanal, de las fiestas e inauguraciones. Y tomarnos en serio lo de hacer una escapada fuera un fin de semana al mes. Dado que las plantas milagrosamente han sobrevivido al verano y despues de ver con detalle las azoteas de París, quiero cultivar hierbas aromáticas y un arbolito en la terraza.
Quiero organizar mis libros de manera definitiva y decidir cuales viviran en cada casa. Quiero salir más al monte y explorar la ciudad en busca de sitios nuevos. Y sobre todo no quiero volver a tener la sensación de que los días se me escapan entre los dedos sin poder hacer nada...