jueves, 30 de octubre de 2008

CAMBIOS


Pues parecerá una chorrada pero acabo de darme cuenta de que llevo un huevo de meses siendo felíz. Lo certifica un bote de Cola Cao intacto desde principios de año y el hecho de que los discos de Ismael Serrano llevan meses sin sonar. De hecho, no se ni donde los tengo. Es más, ni siquiera he comprado el último y me piré a Madrid sin ningún remordimiento de conciencia el día que tocaba en el Principal.

Lo cierto es que construímos nuestras vidas en base a pequeñas rutinas que nos parecen imprescindibles hasta que de repente, algo llega y las destroza. A veces, los cambios son radicales y traumáticos. Otras, simplemente ocurre que te levantas un día y ya no necesitas algo que hasta entonces te había parecido fundamental. Y simplemente, lo olvidas. Y sigues adelante.

Y en ese camino sucede que a veces aparece en tu vida una persona que vuelve a cambiarlo todo. Sin grandes alharacas, ni sobresaltos. Sin sustos ni dramas. Simplemente llega y te hace sentir que por fin estás en casa.

Los que me conocen saben que lo mío con las fechas es dramático. Que soy incapaz de recordar cumpleaños más allá que el mío y que lo de celebrar aniversarios me da mal rollo (mejor celebramos que hoy es hoy, que estás aquí y que celebramos estar juntos cada mañana y cada noche). Pero el caso es que FHMP cumple años mañana y esa puede ser una excusa como cualquier otra para reconocer que desde que apareció en mi vida, esta es infinitamente mejor.

Y aquí podría empezar una lista larguísima de los motivos por los que él es tan importante para mí y tantos meses después sigue siendo Fulanito Hasta el Momento Perfecto, pero la cuestión es que estoy segura de que a estas alturas los conoce de sobras, así que solo me queda destacar lo principal: Es una persona excepcional.

¡FELICIDADES QUERIDO!
QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS.
Y QUE YO PUEDA CELEBRARLOS CONTIGO.

miércoles, 29 de octubre de 2008

FOSILES EN LA NEVERA


Hace algunas semanas en una incursión rutinaria en mi nevera, FHMP localizó camufladas tras una cesta de uvas negras varias cajas de bombones en distinta fase de petrificación. Como lector que es del Nacional Geographic, dedujo sin necesidad de pruebas de carbono 14 que cada muestra correspondía por antigüedad a una fase de mi vida pasada y por lo tanto, que eran regalos de sucesivos novios distintos.

Técnicamente, su deducción era cierta y no pude menos que darle la razón y admitir que conservaba aquellos fósiles de bombones por una cuestión puramente sentimental, entre otras cosas porque después de tanto tiempo no hay dentadura que pueda con ellos.

El caso es que, impulsado por su éxito deductivo este fin de semana decidió iniciar nuevas prospecciones en la nevera y los armarios de la cocina.

Llegados a este punto, es necesario explicar que nuestros conceptos sobre la intendencia gastronómica doméstica son radicalmente distintos. El, compra cada día lo que necesita y mantiene su nevera mas desierta que los Monegros una noche de enero con cierzo, mientras yo, que me aburro más haciendo la compra que leyendo a Punset, sigo fielmente el modelo “invasión extraterrestre todos al bunker” y arraso una vez al mes con todo lo que pillo en Mercadona.

Total, que aprovechando que tenía las manos ocupadas y no pude reaccinar a tiempo, se dedicó a sacar de la nevera y los armarios cosas caducadas, de paso que me sacaba a mi los colores.
Mientras acumulaba latas, sobres y más latas, yo intenté explicarle que la fecha de caducidad es un dato subjetivo y que hasta que el paquete no ande por el armario o su contenido se vuelva realmente irreconocible, se puede comer. Y más aún, que algunos productos como los platos precocinados (mmmmmm pollo tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiika mmmmmmmmmmm) garantizan precisamente que son comestibles si una vez pasada la fecha de caducidad siguen ahí sin haberse autodestruido automáticamente.

No coló.

Así que como se puso tan pesado intentando convencerme de que por culpa de personas sin conciencia social como yo habría cientos de técnicos de laboratorio mileuristas que se irían al paro al no tener que calcular caducidades, le prometí que vaciaría por completo la nevera y empezaría borrón y cuenta nueva.

Y aquí estoy. Comiendo combinaciones imposibles de cosas caducadas mientras las posibilidades se agotan cada vez más. Todavía no he llegado al punto de poder utilizar la frase gloriosa que el amigo Carlos aplica a las relaciones personales ("La falta de opciones, aclara las ideas"), pero sí estoy bordeando peligrosamente la delgada línea de la nueva cocina de autor combinando garbanzos de bote con piña en almibar y gambas congeladas. Claro, que siempre hay alguno que está peor que yo.


CHEMA: Receta de pulpo para época de crisis.

martes, 28 de octubre de 2008

¿SABES LO QUE QUIERES?


Justo cuando una colega, minutos antes de entrar en una reunión me confesaba que está embarazada de tres meses, llegaba a mi blackberry un correo electrónico confirmando el nacimiento de la niña de una amiga que repite en esto de la maternidad.

Desde entonces no hago más que ver carritos, bombos y niños de preescolar por todas partes.

Cuando una tiene mi edad, lleva la vida que yo llevo y arrastra un currículo sentimental con un par de rupturas radicales en pocos años, el asunto de la maternidad se vuelve más complicado que la salvación de los bancos hipotecarios en Estados Unidos. Miro alrededor y veo a mis amigas de la infancia casadas desde hace diez años, con un niño o dos correteando alrededor y un trabajo a media jornada o al menos, de jornada razonable y preestablecida que les permite quedar a tomar café o llevar a los niños al parque.

¿Me dan envidia? Pues no lo se, la verdad.

Si echo la vista atrás, a lo que han sido los últimos 20 años, pienso que repetiría día a día cada uno de los 7.300, con los aciertos y las cagadas, con las decisiones gloriosas y las catastróficas, con los hombres que quise que me acompañaran y con los que dejé en el camino, con las jornadas de 12 horas de trabajo y también con los días completos de relajo absoluto, con los viajes, los disgustos, los amigos y las decepciones.
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Si echo la vista atrás, no renuncio a ninguno de mis días con sus prisas, sus riesgos y la sensación perenne de falta de tiempo y recuerdo como mi ex siempre ha asegurado con cariño que la crisis es mi estado natural.
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Si echo la vista atrás, debo confesar que hubo un par de momentos radicalmente distintos en que me habría gustado ser madre. En uno de ellos, la persona era la adecuada, la situación no. En el otro, mi angel de la guarda me soltó un sopapo antes de permitirme meterme en el mayor charco de mi vida.
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Y ahora, cuando cada año que paso me acerco más a los 40, cuando vivo rodeada de niños y proyectos, cuando las revistas no hacen más que recordarme que se me pasa el arroz, me paro y me pregunto "¿Sabes lo que quieres?". Y sinceramente, solo puedo respondeme "Todavía no".

lunes, 27 de octubre de 2008

EFECTOS SECUNDARIOS


Cuando era niña y remoloneaba para no ir al colegio mi abuelo Mateo siempre decía lo mismo.

"Tu no sabes lo que tienes. Cuando yo tenía tu edad, me sacaron del colegio para que fuera pastor. Pasaba muchísimo frío en el monte y más que frío, miedo, pensando que en cualquier momento aparecería un lobo o un jabalí y se lanzaría contra el rebaño. No tienes derecho a quejarte. No sabes lo que tienes."

Con el paso del tiempo y en apenas dos generaciones, hemos olvidado demasiadas cosas. Los que nacimos en los 70 fuimos hijos de las vacas gordas, retoños de padres que todavía habían conocido el hambre en sus primero años y querían para nosotros lo mejor. Tuvimos bicicleta, fuimos de vacaciones, pasamos veranos en Londres y pudimos elegir nuestra universidad. Tarde o temprano conseguimos un trabajo decente y nos embarcamos en una hipoteca que hace diez años todavía era razonable. Nos fuimos a vivir con el novio del instituto y con los sueldos de los dos, pudimos viajar por el extranjero, comprar los últimos caprichos tecnológicos y olvidar por completo como se hacen una lentejas de verdad.

Los abuelos que habían vivido una posguerra fueron muriendo o subiéndose al carro del INSERSO en Benidorm y nuestros padres, al vernos colocados, dejaron de ahorrar como hormiguitas para darse los caprichos que durante 60 años se habían negado.

Y entonces, llegó la crisis.

Una crisis que se prevé tremenda y lo será, en gran parte porque también nosotros hace tiempo que perdimos la medida de las cosas. ¿De verdad son necesarios 23 pares de zapatos de invierno? ¿Pagar 300 euros por un teléfono móvil? ¿Cambiar de coche cada cinco años?

En los últimos tiempos habíamos olvidado lo que nuestros abuelos intentaron enseñarnos para, a cambio, asumir que nuestra forma de vida era la "normal", que lo de ahorrar era cosa de viejos y que las vacas siempre serían gordas. Viajábamos por países pobres y veíamos mendigos en las calles de Calcuta o prostitutas casi niñas ateridas de frío frente a los hoteles de Moscú y pensábamos que a nosotros nunca nos llegaría algo así.

En estos días en que se habla de que un grupo de científicos ha descubierto la molécula del olvido, no puedo dejar de pensar que en los últimos años la hemos cultivado como nunca. Lo malo que tiene la buena vida es que uno se acostumbra a ella con demasiada facilidad y que nos hace bajar las defensas de la prudencia y dejar de percibir esos otros efectos secundarios hasta que, en muchas ocasiones, es ya demasiado tarde.

viernes, 24 de octubre de 2008

HOMBRES

Estoy empezando a pensar que las que aseguraban que en realidad el catálogo de tipos de hombres se limita a cuatro o cinco modelos que se repiten continuamente con ligeras variantes, tienen razón.

No hablo, claro está, del aspecto físico que para eso afortunadamente hay muchisimas diferencias, sino de la manera en que afrontan sus relaciones. Por lo que he visto hasta ahora y lo que me han contado las amigas, los hombres básicamente pertenecen a una de las siguientes categorías: Los que lo dan todo por supuesto, los que piensan que con estar ahí es suficiente, los egoistas integrales, los eternos indecisos y finalmente, los que son capaces de hablar, aunque en realidad los ejemplares de esta última categoría son como el Yeti o el Monstruo del Lago Ness, que dicen que existen, pero en realidad, muy pocos los han visto.

Los que lo dan todo por supuesto son aquellos que están ahi porque hay que estar. Fueron al colegio, buscaron un trabajo y una buena chica en el barrio y se casaron a lo grande en la parroquia de toda la vida. Veranean en la playa, comen un domingo en casa de los padres y al siguiente en la de los suegros, cambian de coche cada seis años y pasan los cinco anteriores pensando cual van a comprar. Si hay suerte y no se cruza una tercera persona envejecerán juntos en un clima de perfecto aburrimiento doméstico y no serán felices ni infelices porque nunca se lo plantearán.

Los que piensan que con estar ahí es suficiente gustan casi más a las suegras que a las hijas. Tienen un aspecto agradable, carrera universitaria y un buen trabajo. Son una apuesta sin riesgos, como el bolso de piel que va con todo o el little black dress. Fondo de armario. Nunca desentonan, jamás discuten, nunca molestan y corren el riesgo evidente de terminar siendo transparentes en tu vida.

Los indecisos son la reencarnación de Peter Pan, niños eternos en el Pais de Nunca Jamás. No saben lo que quieren. Si te marchas no pueden vivir sin ti y si vuelves, se ahogan. Como niños que son preparan grandes bienvenidas y aún mejores despedidas. Con ellos pasas de la risa al llanto, de a necesidad al olvido, del amor al odio sin transición. En el mejor de los casos, Wendy reacciona a tiempo, se sube al carro del tipo normal y evita convertirse en una nueva Campanilla atrapada para siempre en un mundo irreal. Otras no tienen tanta suerte.

De los egoistas ni merece la pena hablar. Quien no ha conocido a alguno?


El último tipo, el más buscado, responde a aquellos hombres que no tienen miedo a hablar de lo que piensan o sienten. Son aquellos capaces de decir te quiero o he dejado de quererte. Los que no temen explicar lo que temen o desean. Los que entienden que a veces nos cansamos de intuir y necesitamos un tom tom certero que nos de datos para comprender por dónde discurre el camino. Pero como ya he dicho antes, de su existencia, solo hay algunos indicios. Aunque dicen que como las brujas en Galicia, haberlos, haylos.

Por cierto, a estas alturas alguno preguntará que pasa con nosotras. Supongo que esta clasificación también puede aplicarse a las mujeres, pero no lo se. Nunca me he liado con ninguna.

jueves, 23 de octubre de 2008

BENDITA MEMORIA



Lo cuentan hoy los periódicos, científicos del Brain and Behavior Discovery Institute (Georgia, Estados Unidos) y del Institute of Brain Functional Genomics de Shanghai (China) acaban de descubrir la molécula del olvido. Al parecer la memoria tiene una pequeña ventanita, un espacio concreto de tiempo en el que en algunas circunstancias, es capaz de borrar cualquier registro.


Sin tomar nada ni llegar a esos extremos creo que todos, de una manera u otra e inconscientemente seleccionamos nuestros recuerdos. Los que somos radicalmente optimistas tendemos a olvidar con facilidad aquello que nos hizo sufrir y al contrario, las personas que tienden a ver la vida negra desarrollan una capacidad pasmosa para memorizar agravios y malos ratos. Y supongo que todos, algunos más y otros menos, conservamos en el recuerdo esos momentos especiales de nuestra vida que mimamos para disfrutar cuando el cuerpo nos lo pide.


Sin embargo si hay algo que me gusta especialmente de la memoria es lo traviesa que suele ser, como es capaz de sorprendernos cuando menos lo esperamos recuperando una imagen a través de un olor, un lugar o una persona.


¿No os ha ocurrido nunca llegar a un sitio donde teneis la certeza de no haber estado jamás y sin embargo sentir que ya lo conocíais? ¿O pasear por la calle y pasar junto a una persona cuyo perfume nos lleva inmediatamente a otra que formó parte de nuestro pasado? ¿O que un olor de cocina os haga sentir por unos segundos como cuando tenías seis años frente a un plato de puré de verduras en el comedor escolar?


Anoche me comí las primeras mandarinas de la temporada.

Mi memoria me dijo que sabían a Navidad e inmediatamente se dispararon esos resortes que consiguen ponernos tiernos.

Yo no quiero moléculas ni pastillas. No quiero olvidar nada. Quiero seguir cargando con mi vida pasada, con lo bueno, con lo malo y que la memoria, de vez en cuando, me regale sorpresas así.


viernes, 17 de octubre de 2008

DIME CON QUIEN SALES...



Buceando por la red he encontrado esta tira, genial como siempre, de Maitena. Después del rollo post feminista que os solté hace unos días y que tantas adhesiones ha conseguido, me ha hecho pensar que en el fondo, no deja de ser cierto y que en algunos círculos, nuestra pareja termina de dibujar la imagen que los demás tienen de nosotros.

Pegar. Esa es la palabra mágica.

Blancanieves y la Bella Durmiente terminan el cuento con su príncipe perfecto. Barbie tiene a Ken y Nancy, a Lucas. Los herederos de grandes fortunas se casan entre ellos, la gente guapa tiende a salir con gente guapa (bueno, excepto en mi caso, que siempre he salido con tipos infinitamente mas guapos que yo. Vamos, que precisamente soy la excepción que confirma la regla) y las chonis de barrio se casan de blanco y por la iglesia con el macarra del portal de al lado.

¿Pero que pasa cuando alguien pretende romper lo "politicamente correcto"? ¿Cuando un profesor universitario termina liado con su asistenta que no llegó a sacarse la primaria, cuando una mujer de cuarenta y tantos se trae un caribeño de apenas veinte o cuando un hombre más que atractivo se enamora de una mujer que no responde a los cánones estéticos preestablecidos? Y no solo aman, sino que alardean de ello, muestran su amor sin reparos y se ríen en la cara de aquellos que cuentionan sus decisiones.

Olé por ellos. Porque a veces hay que tenes muchos huevos para sacar los pies del tiesto. Y porque estoy segura de que por cada uno que los saca, hay muchos más que se resignan a una vida sentimental mediocre o inexistente por pura cobardía. Porque lo único cierto del amor es que uno nunca sabe por dónde va a pegarle. Y a veces, llueven hostias donde menos te lo esperas.

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jueves, 16 de octubre de 2008

SERVICIO PUBLICO

Mi jefa me regala dos pases VIP para Montmeló y como mis planes para este fin de semana andan en el otro extremo del mapa se los ofrezco a mi hermano, que vive en Barcelona pero trabaja en Madrid.

Quedamos en que se los envío por correo y con los pases en un sobre me acerco a la hora de comer a la oficina de Correos que hay en el Hipercor junto a mi casa.

Son las tres y media de la tarde y tras el mostrador, tres señoras permanecen enfrascadas en una pantalla de ordenador, una pila de cartas y un sello de caucho respectivamente, mientras un par de clientes esperamos pacientemente haciendo todos los ruidos posibles que ellas, por supuesto, ignoran.

Por fin, una de ellas se percata de nuestra existencia y tiene a bien acercarse al mostrador.

ELLA. Mmmmmmmmmmmmmm
YO. Buenas, querría enviar esta carta urgente a Barcelona.
ELLA. Lo más rápido es Postal Express. Nueve euros con cincuenta.
YO. Hostias! Mil seiscientas pelas por mandar un sobre a Barcelona?
ELLA. Mmmmmmmmmmmmmm
YO. Que otras opciones hay?
ELLA. Puede mandarlo urgente, pero no es seguro que llegue.
YO. Como que no es seguro que llegue?
ELLA. Pues eso, que puede llegar o puede perderse.
YO. Y hay alguna forma de asegurarme que llega?
ELLA. M mmmmmmmmmmmmm
YO. M mmmmmmmmmmmmm
ELLA: Puede certificarla.
YO. Vale
ELLA: Certificada urgente, son cuatro con sesenta.
YO. Certificada y urgente me asegura que antes del viernes llega a Barcelona?
ELLA: A Barcelona si. Al destinatario no.
YO: Perdón?
ELLA: Claro, si no está en casa cuando llegue el cartero, le dejará un aviso y el destinatario tendrá que ir a buscarlo a la oficina más cercana, en horario de nueve a ocho de lunes a viernes y de nueve a una los sábados.
YO. Y si el destinatario no puede ir en persona?
ELLA. Tiene que mandar a otra persona con un permiso firmado y fotocopia del DNI.
YO. Hostias.
ELLA. Mmmmmmmmmmmmmm
YO. Pues nada, la mandaremos solo urgente y confiaremos en la suerte.
ELLA. Urgente. Son dos noventa. Este es el resguardo. Pero aunque lleve código de barras no sirve para nada, solo para que usted sepa que ha enviado la carta. Si no llega, no puede reclamar.
YO. Hostias.

Total, que la mandé urgente. Y con los siete euros que me he ahorrado le he comprado un cirio a la virgen del Pilar al que le he pegado el código de barras del resguardo. A ver si con su intercesión, la puñetera carta llega.

miércoles, 15 de octubre de 2008

martes, 14 de octubre de 2008

LOS OJOS DEL MIEDO


Ha sido hoy, en los diez minutos de mini siesta que me regalo en el sofá los días que como en casa, cuando zapeando entre culebrones y bodrio-programas de desechos, me he topado en la CNN con un documental de imágenes históricas sobre la batalla de Stalingrado.

Todos sabemos lo que fue Stalingrado, los miles y miles de civiles y militares que murieron en la batalla más terrible de la historia de la humanidad, la que supuso el principio del fin de Hitler, la que legó héroes para el cine y la historia militar. Todos hemos visto las películas y las imágenes de la ciudad en ruinas, pero casi nunca se nos había permitido acercarnos a las víctimas anónimas.

Sin narrador, con música de recurso y apenas unas cifras sobreimpresionadas en la pantalla, la película era tan aterradora que llevo toda la tarde con ella en la cabeza. No mostraba sangre, ni bombardeos, ni grandes masacres. Solo rostros de soldados de ambos bandos, soviéticos y alemanes, ateridos de frío y miedo, cubriendose a duras penas con gorros y capas en un paisaje cubierto de nieve sin piedad. Algunos sufren ya los efectos de las congelaciones, patentes en narices deformes y mejillas quemadas y otros, esperan sentados en las trincheras sin reparar en que el se sienta ha su lado, ya está muerto. El encuadre se abre de vez en cuando para ofrecer planos generales de grupos de soldados avanzando penosamente en la ventisca. Algunos han intentado protegerse los pies atando a sus botas trozos de tela o incluso maderos que les hacen caminar todavia más torpemente. Queda la duda, al verlos, si caminan hacia algún punto concreto o simplemente andan intentando evitar morir congelados.

Los que no murieron en Stalingrado, lo harían poco después. Los alemanes en campos de concetración en Siberia. Los soviéticos, en otras batallas o años después en algun gulag, víctimas de las purgas de Stalin. Pero vencedores o vencidos, hay algo que los iguala a todos.

La desesperanza y el miedo que asoma a sus ojos.

El saber que el infierno no puede ser peor que lo que tienen alrededor.

La certeza de que la muerte será, por fin, un descanso.

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jueves, 9 de octubre de 2008

PREGUNTAS


Llegados a este punto estoy absolutamente convencida de que el amor es cosa de suerte. Pero no suerte a la hora de encontrar pareja, sino de encontrar una pareja lo suficientemente honesta como para saber lo que quiere realmente y reconocer cuando la relación está agonizando y no alargarla innecesariamente.

Me cuenta un amigo que acaba de romper con su última novia. Esta hecho polvo porque la chica le gustaba de verdad, pero admite que lo veía venir. Al parecer ella llevaba un tiempo dándole largas y verse o quedar se había convertido últimamente en misión imposible. ¿Cuánto tiempo llevaría ella dándole vueltas al asunto? ¿Cuánto tiempo ha pasado él esperando que llegara el momento en que ella se destapara? ¿Que quería ella? ¿Qué quería él? ¿Cuánto tiempo han perdido los dos?

La mayoría de historias de amor se mueven en terreno pantanoso. Cuando empiezan, te resistes a enseñar todas tus cartas porque la otra parte también guarda las suyas. Si has dado con la persona adecuada, los meses van pasando y más o menos os vais entendiendo, pero suele haber cuestiones que duermen escondidas bajo la alfombra hasta que un día, por cualquier tontería salen a la luz y es entonces cuando llega el momento de dar la cara y responder a esas preguntas que nunca habéis llegado a haceros y que pese a todo, son inevitables.

¿Qué quieres tú? ¿Qué quiere él? ¿Queréis lo mismo?
¿Que se atreve a formular estas preguntas? A quien duerme en tu cama o a nosotros mismos.
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miércoles, 8 de octubre de 2008

CRISIS


Dos de mis chicos han ganado un premio de no se que asociación a la que invitaron al programa que presentan. Les van a dar un cordero. Aun no sabemos si vivo o despellejado, pero sea como sea, a ver que leches hacemos con el bicho. Si esta vivo y es pequeño, de mascota al patio interior de la radio y que se coma las plantas que han salido por germinación espontánea en el cesped sintético hasta que llegue la Navidad y se lo encajemos a alguien. Si es ya una oveja añosa, lo único que se me ocurre es llevarla a los Monegros y donarla a algún pastor al que pillemos escuchando la radio. Nuestra radio. Una especie de concurso llevado al extremo.

Hace unas semanas, al levantarme por la mañana el domingo en casa de mis padres encontré un conejo muerto atado al pomo de la puerta. Joer que susto. Pero no era de El Padrino, sino del vecino al que mi padre había prestado la podadora de setos. Como mi abuela ya no está para mucho tute, tuvimos que pelar el conejo a medias con mi madre. Y no había remedio porque el vecino pasó a tomar café y preguntar que tal nos había sabido. Dios que asco.

De todo esto me he acordado esta tarde en la pescadería. No mientras me chupaba media hora de cola, no, que me he entretenido llamando por teléfono, sino cuando me han clavado ¡ONCE EUROS! o sea ¡CASI DOS MIL PELAS! por una rodaja de bonito.

Si esto sigue asi, el problema dentro de unos meses será como repartimos la oveja.


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martes, 7 de octubre de 2008

EL MUNDO REAL


De vez en cuando y por una cuestión de higiene mental, los periodistas deberíamos darnos un baño de humildad y dejar de pensar que lo que nosotros contamos es lo que interesa al común de los mortales. Para ello, lo más sencillo es asomarse a la web de cualquier periódico y echar un vistazo a la estadística de las noticias más vistas por los internautas.

Por ejemplo, hoy martes 7 de octubre a las 18.17 de la tarde en http://www.elmundo.es/


Dinero, sucesos y deportes. Es decir, las pulsiones básicas del ser humano, llenar la barriga y dormir calentito, cotillear sobre los que nos rodean a poder ser entrando en temas escabrosos y quemar energía desde el sofá jaleando a los que sudan la camiseta. Nos importa una mierda si la bolsa sube o baja siempre que sigamos manteniendo nuestro sueldo y nos de para pagar la hipoteca. Lo que pasa en el mundo ni nos va ni nos viene a no ser que el atentado terrorista en Afganistán sea cerca del lugar donde tenemos algún amigo militar desplazado. Y lo que algunos entienden por cultura es muchas veces el vestido que lleva Penelope Cruz en el último estreno de la peli de turno.

El debate es tan viejo como el periodismo. ¿Determinan los medios de comunicación lo que llega a los receptores del mensaje? ¿O son los oyentes, lectores y televidentes los que deciden en último término lo que se programa y edita?.

Sin embargo en este mundo de webs 3.0 en el que las máquinas registran cada uno de nuestros pasos, queda ya poco espacio para mirar revistas porno a escondidas. El gran hermano nos observa y los programadores trabajamos cada vez más con datos reales que nos permiten determinar lo que oyentes y espectadores quieren ver en cada momento. Y me temo que con los datos sobre la mesa está más que claro. Deporte, morbo, sucesos y la garantía mínima que permita saber que nadie tocará su bolsillo.


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lunes, 6 de octubre de 2008

SI, QUIERO


Queridos, a partir del 31 de octubre si cualquiera de vosotros pretende casarse en esta estupenda ciudad fundada por César Augusto tendrá que apoquinar 150 € al excelentísimo ayuntamiento.

A mi no me parece mal. Al fin y al cabo para celebrar una boda hacen falta funcionarios públicos, dar las luces en el salón de plenos o ceremonias y que la señora de la limpieza pase después a recoger los rastros de la celebración. Vamos, que el que quiera montar el numerito en un edificio público, pues que lo pague.

Llegados a este punto, ya oigo gritar a alguna “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ pero como puedes ser tan borde y tan poco romántica ¡!!!!!!” De eso nada, queridas, mi romanticismo es el de Sabina.

Que todas las noches sean noches de luna,
que todas las lunas sean lunas de miel.


O el de Pablo Milanés
Yo no te pido que me firmes
Diez papeles grises para amar
Solo te pido que tú quieras
Las palomas que suelo mirar

O el de cualquier otro que piense que una boda no es más que un circo estresante y que en realidad el compromiso se demuestra todos los días por voluntad propia, no porque te obligue un contrato que te va a costar una pasta gansa romper.

Así que igual que el que va a la piscina municipal, esta suscrito a bizing o coge el autobús a diario paga religiosamente su cuota… ¿Por qué no van a hacerlo aquellos que libremente deciden utilizar este “otro servicio” municipal?

Y al fin y al cabo, ¿que son 150 napos cuando el presupuesto de una boda lo suele multiplicar por cien?

sábado, 4 de octubre de 2008

LO DADO POR LO MIRADO



Gracias a mi queridísimo ex, S., con el que comparto la tutela de Perrín y una muy buena amistad, tengo robot de cocina y tostadora a juego con el exprimidor, unos bastones telescópicos estupendos para hacer montaña y un anillo de brillantes que sigo poniéndome. Y más cosas, claro, que tantos años de convivencia suman los suficientes cumpleaños, aniversarios, navidades y regalos de porquesí como para que la lista sea interminable.

Mi siguiente ex, L., con el que ya no comparto nada, pilló el filón de los libros y alimentó mi biblioteca con varios ejemplares muy acertados. En nuestra última época su mala conciencia debía ser tal que se pasó al mundo de la joyería y me dejó como recuerdo varias piezas estupendas que también sigo poniéndome.

Lo cuento porque zascandileando por Internet he encontrado una página web demencial en la que una puede poner a la venta las joyas regaladas por sus ex. Lo gracioso de la página no es comprobar lo que muchas ya sabíamos, que si quieres que un hombre acierte con un regalo, no hay como llevarlo a rastras al escaparate de la joyería y repetir, un mínimo de tres veces en un intervalo de tiempo no superior a diez minutos, cual es exactamente el anillo o los pendientes que te gustan y hacérselo repetir, sino los comentarios de algunas vendedoras que aprovechan la descripción de la pieza para poner verdes a sus ex.





La cuestión es que en el fondo, no deja de ser mejor solución que aquellas que en un arrebato de resentimiento meten el anillo en el fondo de un cajón y nunca más vuelven a mirarselo. Si hay suerte, algún nieto lo encontrará 100 años más tarde y si no, terminará los días en algún cubo de basura.

Así que si alguna os animais, ya sabeis.

Pero sinceramente, la experiencia me dice que cuesta una media de dos años que un hombre acierte con un regalo y además un ex novio impresentable es un ex novio impresentable y un anillo fantástico lo sigue siendo por muchos años que pasen. O como dice mi abuela, ¨LO DADO POR LO MIRADO¨. Sabiduría popular.

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viernes, 3 de octubre de 2008

MUJERES, MIOPES Y MURCIANOS


En un seminario sobre nuevos soportes de comunicación audiovisual en el que he andado esta semana, me entero del lanzamiento en una emisora por internet de un canal músical exclusivo de voces femeninas. Mientras el responsable explica la dificultad que están teniendo para establecer el "tempo" de la lista musical al tener que enlazar temas de infinitos estilos con el único hilo conductor de las voces femeninas, me viene a la cabeza la imagen absurda de un canal musical donde solo se emitieran temas interpretados por miopes, por personas bajitas o por murcianos. En el fondo, no deja de ser lo mismo.

Hay hoteles para mujeres, gimnasios para mujeres, revistas y canales de televisión para mujeres... y un nuevo, novísimo Ministerio para la Igualdad con una mujer al frente que tiene como principal tarea definir el borrador de la nueva ley del aborto que se llevará a las cortes. Y yo que pensaba que una ley de aborto sería cosa de sanidad, de justicia o incluso de asuntos sociales... Pero no, compete al Ministerio de Igualdad.

El caso es que mientras este Ministerio de Igualdad anda haciendo campañas para convencernos de que somos iguales, desde la administración pública se organizan jornadas técnicas para mujeres empresarias y congresos sobre literatura femenina. Cotos cerrados y excluyentes de nuevo.

Soy mujer y me gusta serlo. Mi jefa es un mujer y en mi empresa, las mujeres superamos a los hombres, también en los cargos de dirección. Me gusta muchísimo que en el mundo haya también hombres, sobre todo porque estoy rodeada de algunos fantásticos. Tengo una ventaja fundamental sobre un hombre, la posibilidad de traer hijos al mundo. Pero para conseguirlo, todavía lo necesito a él.

Yo no quiero que la administración pública derroche millones en contarme lo estupenda que soy por ser mujer. Soy estupenda porque soy persona. Yo quiero que el ministerio se gaste una pasta en asegurarme que si tengo ese hijo, podré volver a mi puesto de trabajo, que habrá guarderías y médicos si los necesito, que podré negociar una reducción de jornada para ver crecer a mis hijos o que si lo decidimos así, su padre podrá hacerlo.

Lo que yo quiero que el ministerio que sea, me asegure que lo que de verdad nos diferencia, la posibilidad de perpetuarnos, sea para las mujeres un gozo y no una condena. Seamos o no miopes. Seamos o no murcianos.


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miércoles, 1 de octubre de 2008

HISTORIA DE UNA BARBARIE


La Biblioteca Nacional ha decido restaurar los libros mutilados por César Gómez Rivero, entre ellos los incunables de Ptolomeo, conservando las huellas del expolio al que el ladrón confeso los sometió.

Gómez, cortó con un cutter las dos láminas del mapamundi azul de la Cosmografía, las dobló para sacarlas ocultas de la biblioteca, las pegó con celo, retocó con un rotulador las partes dañadas y para rematar su “faena” les añadió un exlibris falsificado de 1953. En el mapamundi de la Geografía, también de Ptolomeo, el ladrón llegó a mojar el papel y en el “Arte de la caballería y montería” de Alonso Martínez de Espinar, arrancó las láminas de manera que habrá que reconstruir el libro entero.

En mi biblioteca no hay, que más quisiera yo, incunables ni mapas datados allá por el mil cuatrocientos ochenta y tantos, pero sí libros con historia. Entre ellos, una de las primeras ediciones de “Cien años de soledad”, comprada en una librería de viejo con mi padre en unas vacaciones hace mil años, un “Aguíla bicéfala” de Antonio Gala utilizadísimo y repleto de anotaciones de una época de mi vida en la que entendía el amor como él o el último, una edición antigua de la historia de la pintura catalana que FHMP me regaló hace unos días en Barcelona y que aún no he tenido tiempo de empezar.

También y para mi vergüenza tengo una novela de Soledad Puértolas completamente destrozada al caer a la piscina después de que un mal movimiento sobre el neumático de tractor en el que me siento a flotar y leer, escorara y no tuviera dónde agarrarme.

Para mí los libros tienen una doble historia. La que cuenta quien los escribió y la mía en el momento en que llegaron a mi vida. Tengo la manía de guardar entre las páginas facturas, billetes de tren, mails o recortes, de manera que cuando tiempo después los recupero, puedo revivir el momento personal en que me encontraba cuando los leía. Tantos viajes en tren, aeropuertos, tardes de invierno a solas. Tantos libros leídos entre dos. Tantos libros compañeros en viajes de descubrimientos de países extraños o provincias inéditas.

Por eso me gusta la decisión de la Biblioteca Nacional. Porque gracias a ellos, esos libros tendrán una historia más que contar. La historia de la barbarie y el expolio. Y en este caso, afortunadamente, con final feliz.

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