miércoles, 31 de agosto de 2011

POLVOS CAMPESTRES II


Mmmmmmmmm.
A ver como lo digo.
Después de colgar es post anterior me he quedado pensando en que igual esto de los polvos campestres es solo cosa mía y de la alcaldesa belga y que no es algo que se practique por ahí....
Por favor, si alguien está en este bando, puede contarlo en los comentarios? Sin nombre, sin detalles, solo un YO TAMBIEN.

Gracias.

POLVOS CAMPESTRES




Si no quieres que te pillen, no lo hagas. Lo decía mi abuela, y eso que ella era de una generación a la que el teléfono le pilló ya sin ganas de nada. ¿Que diría ahora con los móviles, las cámaras digitales, internet y demás? Ufff, me lo puedo imaginar.

Lo pensaba esta mañana mientras veía el famoso vídeo de la alcaldesa belga en la torre del palacio de Olite. Muy bien elegido, por cierto señora, porque es un sitio muy romántico si vas con la persona adecuada. La faena, que el arranque de pasión te de en lo alto de la torre y que haya alguien enfrente grabando la función. Y que lo cuelgue en Youtube. Y que alguien te reconozca. Y que encima, tengas un cargo público y cualquiera pueda ponerte cara y nombre. Y que los periódicos lo recojan...

Le pregunto a mi queridísimo y me dice que en España  practicar sexo en público no es delito siempre que no haya niños delante. Tampoco lo es (esto lo manejamos más que bien en los medios) que alguien te grabe si estás en un lugar público. ¿Y quien, a ver, no ha sacado los pies alguna vez del tiesto? Posiblemente no en lo alto de la torre del castillo de Olite, pero el que no sonría recordando ahora un banco en un parque, ese alto en el camino o una playa cualquiera, que tire la primera piedra. De hecho, la afición al sexo al aire libre es tal que una vez, comprando una botas de montaña en Forum, encontré en la sección de guías de montaña una titulada así: "Polvos campestres". Estuve idiota y no llegué a comprarla. Lástima...

La cuestión es que todos mis polvos campestres los recuerdo como una fiesta. Con risas, con cachondeo, con complicidad. Con ese punto gamberro que alcanzas con personas con las que te entiendes de verdad, a las que deseas de verdad. Con muchos besos antes y todavía más después. Nada que ver con la cara de ella en el vídeo al terminar. Nada que ver con la actitud de el tras subirse la cremallera. Que una cosa es disimular y otra, eso.  ¡Que polvo más triste, Dios mío! Y encima, que te graben. Y es que puestos a que lo vea todo el mundo, que menos, que hubiera sido glorioso.


PD. Si animados por el ejemplo decidís ir a Olite a practicar, elegid bien el hotel...

martes, 30 de agosto de 2011

MAS BARCOS




- ¿Pero tú que quieres? Porque no es lo mismo un crucero de a 600€ que un yate privado o una barca a remos.
- Bueno, lo que importa es disfrutar en el viaje, ¿no?
- Ja. Eso era a los veinte, cuando tenías la Armada inglesa para elegir, pero a los cuarenta...
- A los cuarenta, nada. Además, no son los mismos mis cuarenta que los tuyos.
- Ah, ¿no?
- No. Hay quien a los cuarenta aún no se ha embarcado nunca y quien ha naufragado ya tres veces.
- Bueno, pero sea como sea, lo que importa es que la barca sea de fiar
- De eso nada. Hay quien lleva toda la vida en un transatlántico y se muere por la emoción de unos rápidos en el río.
- Pues también es verdad.
- Gracias a Dios, el mundo está lleno de barcos.
- Pues eso.
- Pues eso.

jueves, 25 de agosto de 2011

SUBIR AL BARCO




Como era de prever, los habituales se han quejado amargamente por mi "visión agria y muy poco romántica" de esto del amor. ¡Que leches! Pero si yo soy la primera que he tenido grandes travesías y naufragios muy jodidos! Y a pesar de todo, soy la primera en subir al barco y sin preguntar ni hacia donde va!!!

Pero una cosa no quita la otra y sigo pensando que las relaciones son como firmar un contrato en blanco, jugar a la ruleta rusa o lanzarse a un descenso de cañones sin chaleco salvavidas y que muchas veces el amor necesita un ejercicio de fe mayor que creer la multiplicación de los panes y los peces.

Crees. Confías. Esperas. Que la persona que tienes al lado te cuide y se preocupe por ti. Que te acompañe en los buenos y en los malos momentos. Que quiera lo mismo que quieres tú. Que te apoye en tus decisiones. Que respete las que no comparta. Que te desee y te mire siempre como te mira ahora. Que nunca te mienta. Que no te engañe. Que te quiera siempre, aunque sepas que siempre es tanto tiempo que tú mismo te agobias al pensarlo... ¿no es eso un ejercicio de fe mayor que el que exige pensar cualquiera de los milagros que recogen los evangelios?

Y a pesar de todo, estamos deseando creer. Locos por ponernos en manos de alguien. Esperando que el amor nos cambie la vida. Y a veces pasa. Muchas veces pasa. Y luego dicen que hay crisis de fe.

martes, 23 de agosto de 2011

VER EL PARTENON


- ¿Que tal? ¿Como han ido las vacaciones?
- Bueno, me he divorciado.
- Coññññññññññññññññññññññññññññññññññññññññññññño

Conversación verídica de esta mañana. Aún lo estoy terminando de masticar. 3.000 euros y un mes y ventilado el asunto (por cierto, no quiero hacer proselitismo, pero un argumento más a favor de mi oposicion al matrimonio. Aquí te cobran por todo). Lo demás, lo habitual en estas situaciones, una parte más jodida que la otra, un reparto chungo para todos y volver a empezar de cero a los 40. Un poco de vértigo sí da, no?

A veces pienso que esto del amor es como un viaje organizado:

- Oiga, yo quiero ver el Partenón.
- Si, pero para ver el Partenón, tiene que comprar el paquete completo. Crucerito por Grecia, excursiones no incluídas, cena con el capitán y baile del sirtaki.
- No, pero que yo solo quiero ver el Partenón.
- Pues es lo que hay.

O lo tomas, o lo dejas. Que luego, además, el Partenón te parezca un truño conforme te acercas, ya es cosa tuya. Pero mientras, has cargado con todo lo demás. Con el crucero, con el sirtaki y la mitad de las veces, hasta con la suegra del capitán. Y encima, pagando por adelantado y confiando en que el Partenón que te llevan a ver es el que de verdad te han prometido y no el de cartón piedra que hay en las Vegas.

Y no podría ser que tu fueras, miraras el Partenón un rato, y cuando te cansaras te fueras a ver otra cosa? Pues no, pedazo de egoista, me dirán muchos (casi todos). El amor es dar y arriesgar, y tener fe y pensar que lo vas a pasar de miedo en un crucero que no tienes ni puñetera idea de por donde te va a llevar y que además, te asegura el folleto que te va a durar toda la vida, aunque lo normal es que te deje tirado en cualquier isla de mierda en medio del Adríatico. Y sin Sawyer esperándote en la playa para alegrarte el ojillo.

Y a pesar de todos, ahí que vamos todos. Dándonos de leches por subirnos al barco. Los humanos somos gente muy rara.

lunes, 22 de agosto de 2011

DE VUELTA


Cuarenta grados a la sombra, la cita para una mamografía y el anuncio de una nueva campaña electoral me estaban esperando a la vuelta de las vacaciones. Y a pesar de todo, yo encantada de volver a la vida real. Y no porque las vacaciones hayan sido malas (al contrario, espectaculares), sino porque me gusta mucho, muchísimo, septiembre, el otoño y esta época de vuelta a la normalidad.

Hay quien arranca el año en enero. El  mío empieza siempre en septiembre. Mes de cambios, de estrenos, de buenos y malos propósitos. Es el mes de hacer planes, de cambiar los muebles de sitio y de prepararse para el invierno. Es tiempo de salir al monte, de viajar sin calores ni agobios y de estrenar nuevos retos.

¿Que está haciendo ahora el calor que no ha hecho en todo el verano? Bueno, así apetece más el aire acondicionado del curro. ¿Que el salud me cita para mi primera mamografía? Bueno, eso es que ya he pasado de chica a señora estupenda y puedo comprarme bolsos buenos sin que me queme la conciencia. ¿Que volvermos con elecciones de nuevo en noviembre? ¿Que más quiere un periodista que tute y tute a lo bestia? Pues eso.

A esta vuelta solo le pongo un pero. Esta mañana mi queridísimo ha liquidado su barba veraniega. Y con ella han desaparecido la camiseta de los bomberos de Nueva York, el moreno en la naríz y esa cara de vacaciones que me gusta tanto verle. Ha sido ponerse el traje de faena y volver de golpe y porrazo a la vida normal, a comer cada uno por su lado, a despedirnos de las siestas, a no vernos en todo el día...

Pensándolo friamente, esa parece ser la receta para una relación ideal. Verse poco para echarse de menos y aguantar más. Las estadísticas lo confirman. Es tras las vacaciones cuando más parejas se rompen y sin embargo, en mi caso parece ser al revés.   Por si acaso, tocaremos madera. En fin, bienvenidos de nuevo al mundo real.


PD. Entre mis propósitos, ser constante y responsable con el blog. A ver cuanto me dura....