martes, 29 de diciembre de 2009

Ha vuelto a hacerlo


Ha vuelto a hacerlo.

A pesar de todo lo que le ha caído encima por criticar la ley contra la violencia de género, el titular del juzgado de familia número 7 de Sevilla, Francisco Serrano, ha insistido en sus argumentos y ha denunciado posibles abusos por parte de algunas mujeres que, mediante denuncias falsas, se benefician de los mecanismos de protección que establece la ley.

Y me temo, por lo que veo, por lo que me cuentan, que razón no le falta.

Es cierto que cada año decenas de mujeres son asesinadas por sus parejas en España, que cientos y cientos viven aterradas y protegidas apenas por una orden de alejamiento que en cualquier momento puede quebrarse y que, y esto es todavía peor, hay miles que todavía no han denunciado o que incluso, no son conscientes de que viven sometidas y machacadas.

Pero también es verdad que hay hombres que tuvieron la mala suerte de cruzarse con mujeres sin principios, dispuestas a cualquier cosa para conseguir un divorcio beneficioso, una casa o una custodia. También hay hombres que han vivido años y años bajo la tensión brutal que suponen los malos tratos psicológicos, de los que muchas veces nos olvidamos y que destruyen tanto o más que los físicos. Malos tratos para los que no hace falta superioridad física.

Ser mujeres no nos convierte automáticamente en víctimas. Ni a ellos ser hombres en verdugos. La violencia puede ejercerse desde las dos partes y los papeles ser asumidos por ambos por igual. El juez Serrano ha tenido la valentía de decir en público lo que algunos sospechaban. Supongo que el Ministerio de Igualdad y el Observatorio Contra la Violencia de Género seguirán negando la evidencia. O quizá no, quizá sean capaces de dar un paso adelante, reconocer los defectos de la ley y tener el valor de corregirlos.

1 comentario:

El Titanic, también se hundió dijo...

Esto de las leyes de "genero" ya tiene incluso mal nombre...

sin olvidarme que las estadisticas ahi estan y ciertas son en los casos de violencia domestica, cada caso es un mundo diferente.