jueves, 17 de diciembre de 2009

MODA


La foto estremecedora de Belén Esteban en Lecturas se publica pocos días después de que callejeros dedicara un documental al mundo de la estética en el que, como suele ser habitual, presentaba casos extremos de mujeres y hombres obsesionados con su aspecto físico. Más que sus caras inexpresivas o cuerpos hinchados en zonas concretas, lo que me llama sobre todo la atención es el catálogo interminable de posibilidad que el mercado ofrece para cambiarnos el cuerpo. Y la cara.

Mientras algunas mujeres se ponen silicona en el pecho, otros hombres se operan para quitarse la grasa de la misma zona. Unas se inyectan botox en las arrugas y otros recortan papada y ojeras. Los hay capaces de hacerse un piercing en el pene o de dejarse 10.000€ en un implante de cabello, pero en lo que todos coinciden es que la cirugía plástica es adictiva. Una vez que la pruebas, no puedes volver atras. Como los zapatos caros.
Y yo, que me veo esa arruga horrorosa en la frente conseguida a pulso por no querer llevar gafas en el instituto y que mataría por tener una melena densa y larga y no estos cuatro pelos que me acompañan desde siempre, me confieso absolutamente incapaz de hacerme retoque alguno. Y no porque no me parezcan bien, allá cada uno con su cuerpo, sino por cobarde y por tacaña. Cobarde porque solo ver el quirófano en la tele ya me pone mala y tacaña porque con los 500€ que cuesta una sesión de botox, me tiro una semana en Londres...

Pero el caso es que ayer FHMP y yo volvimos a la vida social con la fiesta de inauguración de un hotel en la que los visones se contaban por decenas, no solo por el frío que hace estos días sino porque dicen las malas lenguas que con esto de la crisis las fiestas de navidad se van a quedar en nada, así que mejor ir a todas las que se vayan presentando. Mucho visón como digo, mucha sandalia-joya con media oscura y mucho vestido saco por encima de la rodilla. Pero entre todas las invitadas destacaba sin duda una, no por el traje (muy bonito, por cierto), sino por la etiqueta de Max Mara que llevaba pegada en el brazo desnudo.

No era una modelo de 20 años, sino una señora bien cumplidos los 40 que se paseaba entre las amigas con la etiqueta de la marca que le había prestado el vestido. Si eres Penélope Cruz, tu jefe de prensa se encarga de anunciar quien firma el vestido y las joyas. Si no eres famoso, devuelves el favor mostrando la etiqueta.

Y yo la miraba y pensaba... ¿me convertiría yo en mujer anuncio a cambio de lucir, durante un par de horas, un vestido de 2.000€? Si al menos me lo regalaran...

Pero el caso es que después, dandole vueltas al tema no dejo de pensar que al fin y al cabo todos somos un poco Belén Esteban y un poco mujer anuncio. Quizá no nos cambiemos la cara por completo buscando una vida nueva, pero dicen las encuestas que comprar maquillaje o ir a la peluquería son dos de los recursos más habituales que utilizamos las mujeres para levantar un mal día. Quizá no nos peguemos una etiqueta en el brazo a cambio de lucir un vestido exclusivo, pero nos calzamos tacones de diez centímetros que nos machacan los pies. Y encima pagamos por ellos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada uno tiene su recurso para levantar la moral. Y todos lo necesitamos. Los hombres tenemos otros recursos, igualmente vanales a veces. No es malo.

Por cierto, menos mal que no fui a esa inauguracion, por estar tomando copas con unos amigos de verdad. Cada cosa que me cuentan..... hace que me alegre mas.
Nuei

Anónimo dijo...

al hablar de estos temas, a mi me da mucha envidia Agatha Christie cuando dijo " cuanto mas vieja soy, mas me quiere " refiriendose a su marido, arqueologo de profesion

Lupe Montero dijo...

Hola guapa, sólo paso para desearte unas felices fiestas. Disfruta, sueña y ríe ¿vale?
Un abrazote...

Anónimo dijo...

Me parece más absurdo pagar un dineral por una camiseta normal y corriente por que ponga en dorado el nombre del diseñador o la marca en el pecho, un gran logotipo en la espalda, etc...
Feliz Navidad
Porras