lunes, 31 de agosto de 2009

CUENTAS


Fue este verano, en una cena con los amigos de siempre cuando una de ellas me dijo “El otro día echábamos cuentas y de todas nosotras, tú eres la que más novios has tenido”.

Joder, pensé, dicho así…

Y el caso es que aunque mi currículo sentimental es más que normalito y de hecho, los hombres de mi vida se cuentan con los dedos de una mano, muchas de mis amigas de la infancia (casi todas, mejor dicho), se han ido casando con el novio que estrenaron allá por el instituto.

Visto desde la barrera, unas parecen más felices que otras, pero en general a todas parece irles bien, lo que no deja de ser un milagro teniendo en cuenta la epidemia de separaciones que últimamente tiene más peligro que la gripe A.

Yo me miro el ombligo y me veo feliz. Con una felicidad continua y serena que debo, sin duda, a mi queridísimo. Una sensación que nada tiene que ver con la montaña rusa que era mi vida hace un par de años o con la frustración que me ahogaba unos cuantos más atrás.

Si los hombres de mi vida fueran muñequitos tendrían escenarios distintos, porque cada uno de ellos vivió conmigo en una ciudad diferente y con unas circunstancias distintas. Si los hombres de mi vida fueran libros contarían historias independientes, protagonizadas todas ellas por una mujer que a veces llegaba a no reconocerse.
Si los hombres de mi vida fueran viajes tendrían todos ellos principio y fin.

Y miro a mis amigas y las veo pasar los años en la tranquilidad de la convivencia diaria y algunas (una sobre todo) me dan envidia. Pero la verdad, no me atrevo a preguntarles si son felices.

viernes, 28 de agosto de 2009

AL FINAL...

Al final, nos fuimos de vacaciones. No donde habíamos pensado, pero nos fuimos. En tres tandas, cada una un poquito más lejos por si había que volver corriendo. Y hubo que volver corriendo. Pero a pesar de todo, hicimos la tira de kilómetros, en coche y a pie, subimos siete mil cuestas y vimos cientos de piedras labradas, comimos pato pero también otras cosas y confirmamos que nos gusta más la longaniza de Graus que la de Vic y que el café es igual de malo en cualquier lugar de Francia. Y lo pasamos bien. Muy bien.

Los viajes han dejado muchas fotos e historias que iré contando, pero entre todos los lugares, hay uno que me emocionó especialmente. Es Conques, en Midi Pyrénées. Y ahora vereis por qué:










Bienvenidos a los que hayais vuelto.

lunes, 3 de agosto de 2009

PERSPECTIVA



Ahora resulta que los "singles", aquellos envidiados seres que habían decidido vivir solos en un loft sin vincularse sentimentalmente más allá de alguna noche esporádica, que compraban exprimidores de diseño en Vinçon, que se alimentaban solo de productos biológicos y viajaban a Londres a renovar el vestuario, ya no molan. Igual es porque ahora están en paro, el banco se ha quedado con el loft y ellos, más cerca de los 40 que de los 30, han vuelto a vivir con sus padres.

Publicaba hace unos días el suplemento de los sábados de La Vanguardia que la crisis está creando un nuevo tipo social, los "separados de hecho que siguen compartiendo techo". O sea, los que por cuestiones económicas no pueden ejecutar una separación y aunque hacen vidas separadas, siguen compartiendo piso, hipoteca y gastos.

Mirandolo friamente, parejas así las ha habido siempre. Señores que aterrados ante la perspectiva de no tener una amantísima ama de casa que les planchara las camisas y les tuviera preparado el guiso de turno los días que comían en casa, se liaban clandestinamente con una mujer veinte años más joven para que les arreglara el cuerpo y muchas veces, algo más. O esas mismas señoras que sabiendo con certeza que sus maridos se la estaban pegando y tenían incluso vidas paralelas preferían hacer la vista gorda ante la perspectiva de perder un nivel de vida y un status social y tener que pasar de la Termomix a la sartén de toda la vida.

Historias así, hay a patadas, aunque lo nuevo ahora es que las reglas del juego están a la vista y sobre la mesa. Pasamos de ser pareja a compañeros de piso. Tu vida es tuya, mi vida es mía y simplemente pagamos una hipoteca a medias hasta que la crisis termine y podamos volar.

Lo gracioso de todo esto es que están empezando a detectarse cada vez más casos de ex-parejas que gracias a la convivencia vuelven a darse una oportunidad. Y es que a veces tomar distancia de las cosas, saber lo que ganas y lo que pierdes, te hace ver la situación de otra manera.