lunes, 14 de febrero de 2011

FLORES PORQUE SÍ.

- Dime algo bonito.
- Terciopelo...

Cuando mi amiga P. lo lea, seguro que sabe de lo que estoy hablando. Terciopelo... ¡Tu padre!
Que levante la mano aquella que a lo largo de su vida no haya conocido al presunto hombre perfecto y no haya estado en ocasiones tentada de ahogarlo ante su absoluta falta de romanticismo. Terciopelo...

Dice mi queridísimo que hay hombres que hablan y otros que actúan y posiblemente no le falte razón. Yo lo que creo es que en algún lugar del mundo tiene que haber un término medio, un tipo que sea capaz de actuar pero que al mismo tiempo pueda decir algo romántico sin venir a cuento.

Mi experiencia me dice que cuando un hombre hace algo inesperado (mandarte flores, hacerte un regalo porque sí...) es porque ha metido la pata hasta el fondo o porque está a punto de meterla. También es cierto que mi escepticismo en este punto me ha llevado a tres cagadas garrafales... La primera fue hace años, cuando un ligue en la universidad me mandó porque sí un ramo enorme de rosas. Sin tarjeta. El hombre daba por hecho que yo sabría que era suyo. Yo me pegué una semana pensando quien narices podría haberme mandado ese ramo mientras su cabreo crecía día a día hasta que finalmente explotó. Que se le pasara el cabreo me costó  casi dos años de noviazgo, justo hasta que terminé la carrera.

Años después, el entonces amor de mi vida me mandó, tras un viaje muy romántico y una despedida chunga, un ramo de girasoles amarillos con una tarjeta en la que, con un guiño a mi incredulidad sobre nuestro futuro como pareja, firmaba como "Santo Tomás". El chico del Corte Inglés que escribió la tarjeta no debía haber sido monaguillo en el colegio y entendió "Santi Tomás"...  Juro que hasta busqué en google si había alguien llamado así al que pudiera haber conocido en algún momento de mi vida. Segunda cagada, segundo cabreo.

La tercera no fueron flores sino bombones. Godiva, para ser exactos. De nuevo sin tarjeta y esta vez de mi ex y para mi cumpleaños. Los bombones estupendos. Y yo, una desagradecida... tanto, tanto, que no ha vuelto a mandarme más...

La cuestión es que hace unos días recibí en el despacho este paquete


Y lo juro, juro que por un momento llegué a pensar que los genes sorianos de mi queridísimo se habían despistado y había sido capaz de mandarme una sorpresa porque si!!! 
Pero no. Era una campaña de marketing de naranjas sicilianas....


Las naranjas, eso si, impresionantes. Y con el delantal, espero que un día de estos me organice un numerito en la cocina de casa...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Terciopelo... en fin.
La de los girasoles no me la habías contado.

Viñu

Anónimo dijo...

Joooooooooo!! Ya me estáis contando lo del terciopelo!!
Franché.