Coinciden estos días como estrenos en varias cadenas de televisión realities que explotan la cara más amarga de la realidad humana. En uno de ellos, una reportera y un cámara han pasado 21 días viviendo en la calle entre mendigos. En otro, pretenden enfrentar a personas de la calle con sus miedos y fobias.
A ellos hay que sumar la colección de programas que semana a semana y en todas las cadenas recorren poblados chabolistas, solares de drogadictos o asentamientos gitanos y por supuesto, el decano de los testimonios, ese “Diario de… “ no se sabe muy bien quien que no deja de sorprenderme ante la sordidez de las historias que cuentan los participantes.
Y mira que llevo años en esto. Y pese a todo, no me acostumbro a esta escalada de morbo que comenzó en los programas nocturnos de testimonios en la radio, amparados por el anonimato del medio y que después, saltó a la televisión.
Hace unos días, en un zapping, una chica reclamaba la atención del cámara asegurando “Yo soy la Choni, la Choni del Paquirrín”, una señora cumplidísimos los sesenta, pretendía volver con su ex pareja tras asegurar ante las cámaras que él era eyaculador precoz, enemigo de la higiene y una bombona de butano y dos jóvenes gays que acababan de conocerse en el programa tres minutos antes se daban el lote sin tapujos en el set de espera con la cámara delante. Ayer, una chica que durante un mes fue secuestrada y violada por los familiares de su ex novio, narraba los detalles más escabrosos del suceso. Y estoy convencida que las madres, los hijos o los amigos de muchos de ellos, celebraban en sus casas verlos en televisión.
Los cinco minutos de gloria que prometía Andy Warhol parecen haberse convertido en una especie de virus que ataca sin piedad a cualquiera haciéndole perder el pudor a cambio de un ratito en televisión. Y yo creo que el virus está alcanzando cotas de epidemia.
2 comentarios:
y me hago la pregunta de siempre: de verdad están ahí porque la gente los ve? o los ve la gente porque están ahí?
hay tanto que hablar de este tema, María...
Es mas que preocupante, debería ser un tema de análisis más amplio pues valdría la pena preguntarse, cuales son los sueños o metas que esta generación rosa? salir en la tele -a cualquier costo- cinco minutos y nada más?
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