domingo, 13 de marzo de 2011

EX LIBRIS


Llevaba un tiempo dándole vueltas a la idea, pero lo que me decidió definitivamente fue el comprar dos veces en el plazo de un mes libros como si fueran un gran hallazgo y llegar a casa y encontrarme con que ya los tenía. Justo esos días, P. me pidió todo lo que tengo de Silva y me volví loca hasta encontrarlo repartido entre tres casas, la de aquí, la del pueblo y la de mis padres. Por cierto, querida, ha salido uno más. Te lo llevo el fin de semana.

El caso es que gracias a la ayuda de Lola, la documentalista del trabajo, que me ha hecho un plan personal, he empezado en serio la catalogación de mi biblioteca. La currada mayor vendrá ahora, en los próximos meses y después es solo cuestión de tener el hábito de registrar todo lo que vaya comprando nuevo. Mi idea es quitarme cuanto antes lo que tengo aquí, ir haciendo lo del pueblo en los fines de semana y en unos días que guardaré en verano para encerrarme a reseñar y dejar lo de casa de mis padres para las navidades.

Aunque catalogar de golpe muchos cientos de libros pueda parecer un coñazo, no lo es. En realidad, sigo siendo una bibliotecaria frustrada (cuando era cría lo que más me gustaba del mundo eran las cajas de madera con las fichas amarillas y azules en las que la bibliotecaria ponía el sello con la fecha de retirada y devolución) y por otra parte estoy disfrutando como loca con las cosas que he ido dejando todos estos años entre las páginas de los libros. Eso si, como siga parándome con casi todos, o contrato un documentalista o me va a costar toda la vida que me queda...

Pero ahí están, los 143 primeros, ya con su signatura en la etiqueta, su sitio en la librería y su lugar en la lista. Esta mañana, tomando un vermut con A. en el centro, me contaba una anécdota divertidísima sobre su saqueo a las farmacias de la comarca cuando catalogaba un pequeño archivo en San Juan de la Peña. Al parecer, la clave para no dejar marcas de goma en los libros antiguos al pegarles etiquetas es hacerlas de un esparadrapo especial que venden en las farmacias para alérgicos y que están hechas sin componentes químicos. No atacan la piel, ni de los humanos ni de los libros. :)

Bueno, vuelvo al tajo, pero antes quiero compartir con vosotros algo que he encontrado en "Lugares comunes", un libro de un poeta fantástico y una persona extraordinaria, Octavio Gómez Milián, uno de esos tipos tan valientes como coherentes que te hacen disfrutar tanto de las palabras como de la compañía:

STAR ME KITTEN

"El aeroplano de la gloria
vuela demasiado bajo,
tú, que estás leyendo esto,
debes saberlo.
Rastrea los labios antiguos
en busca de mis besos,
porque los boquetes
en el corazón de la carcoma,
son dos veces agujero.

Estamos tan cansados de ser libres
que olisqueamos como perros
las cadenas en cada esquina"

1 comentario:

José Moya dijo...

Un día, mi padre descubrió que podía buscar sus libros en internet y encontrar en un momento todos los datos de la catalogación. Al día siguiente, ya había catalogado tres cajas de libros.
¡Ánimo!