El jueves estuve en Madrid. Subí al AVE de las 7.00 y a las 8.30 de la mañana entraba en el edificio de mi reunión, del que no salí hasta las 20.00 horas, justo para coger el AVE de las ocho y media y llegar a casa poco después de las diez de la noche.
El viernes bajé a Teruel. Por la autovía mudejar recién estrenada en apenas hora y media aparcaba en el paseo del Ovalo, a un paso de la torre del Salvador. Hace apenas unos meses, hacer el viaje en el día era una paliza importante.
Sin embargo...
Mientras caminaba hacia Atocha el jueves recordaba aquellos tiempos en que una reunión en Madrid suponía al menos una noche de hotel y con ella la posibilidad de quedar con los viejos amigos, ir al teatro o incluso aprovechar la hora de la comida para ver alguna exposición.
Volví a tener la misma sensación en la autovía mudejar, al ver pasar los pueblos pintados en el navegador mientras a ambos lados de la carretera la vista solo alcanzaba tierras yermas. Y me vinieron a la cabeza aquellos primeros viajes por las Cuencas Mineras casi al amanecer, cuando las viejas estaciones de la línea fantasma se adivinaban entre las brumas, cuando en la tierra roja de Cariñena podías contar las viñas y a mitad del camino se imponía alguna parada en un bar de algún pueblo a desayunar en condiciones.
Con el AVE, con la autovía, hemos ganado tiempo que rascamos a los desplazamientos cada vez más rápidos. Si, hemos ganador tiempo, pero tiempo ¿para que? Para acumular reuniones, para sumar citas y citas, para eliminar del todo aquellos pequeños placeres extras de los viajes de trabajo... Tiempo para ir cada vez más y más deprisa. Tiempo para nada que en realidad, valga la pena.
6 comentarios:
Ahora que lo dices lo de perder los desayunos en los barecitos de los pueblos es realmente una gran pérdida...
Como todo, la percepción del tiempo varía, también al tardar menos en el viaje tequeda más para estar en el lugar de destino, el ansia por llegar dura menos, las personas a las que vas a ver están más cerca... todo depende de la finalidad del viaje ¿no?
Por cierto, este verano pasé por la autovía mudéjar (de hecho la recorrí casi entera) y me llamó mucho la atención que estuviera tan "decorada".
Besos María
Me identifico totalmente con lo que dices en tu comentario.
Echo de menos las "vísperas culturales" en Madrid. Estos viajes de llegar, tocar chufa y volver han quitado todo el atractivo a las reuniones en la capital.
sí, me pasa lo mismo. Lo que supuestamente ganamos por un lado, nos lo perdemos por otro. Y es que hay veces que no puedo evitar pensar que el progreso no nos mejora tanto la vida (solo a veces)...
...y os habeis fijado en todo lo que destrozan esas carreteras tan amplias. Siempre que me encuentro con ese tipo de obras pienso dos cosas:
1º que parecen la arena del patio de colegio pero en grande donde los niños grandes juegan con sus enoooooormes máquinas
2ºla cantidad de semillas de preciosas flores que han quedado enterradas para siempre, lagartijillas, gusanitos, etc miles de vidas de animalillos y plantas y lo siento por ellos. ¡¡que come flores soy!!
Besos de Porras
Porras, ¿eres Paco Porras? ¿lo de come-flores es una pista?
En realidad no pasa sólo con las infraestructuras. ¿Acaso no parece que el móvil, le televisión, internet nos acerca a todos más pero en realidad nos aleja? Es decir, podemos tener información al segundo, con tan sólo encender la tele, buscar en internet o llamar a alguien. Pero yo echo de menos cuando, de adolescentes, quedábamos a las 10 "en la plaza". Y todo el mundo iba, porque si no. no había forma luego de quedar. Hoy cuatro tecleos al móvil para decir que llegas tarde.
Antes íbamos sin GPS a los sitios y si nos perdíamos preguntábamos al viejecillo del lugar. Ahora el viejecillo se está quedando sin diversión...
Buena entrada, creo que podré escribir algo referente a esto.
Un saludo
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