domingo, 19 de julio de 2009

MUJERES




Al final va a resultar que es cierto, que hombres y mujeres emitimos en ondas distintas y que si ellos flipan cuando nos descubren capaces de distinguir hasta 14 tonos distintos de azul con sus respectivos nombres, nosotras alucinamos cuando escuchamos sus disertaciones sobre la diferencia entre un vaso de tubo, una copa de globo o una jarra a la hora de tomarse una cerveza. Cerveza al fin y al cabo, digo yo, y ellos me miran como si fuera una tarada.

¿Será que a mi no me gusta y por eso me importa un bledo?

Tengo un amigo gay que asegura que cuando dos mujeres nos cruzamos por la calle somos capaces de hacernos una radiografia completa, del flequillo a la punta del zapato pasando por el bolso y la manicura. Y tiene razón. No hay más que ver como cuando una mujer llega al grupo de amigos que le espera, ellos apenas desvían la atención de la pantalla del bar o de los cacahuetes mientras nosotras somos capaces de calcular lo que ha engordado desde la última vez que la vimos o si el vestido que lleva es de Zara o de Hoss.

¿Es algo innato en nosotras o se aprende en sociedad? Esa especie de reconocimiento continuo de las mujeres que nos rodean que nos lleva incluso a conocer el ropero de nuestras mejores amigas o compañeras de trabajo mejor que el nuestro y que hace que en cuanto apareces por el trabajo con algo un poco distinto, alguna te pregunte "¿Vas a algún sitio al salir?".

Tengo una amiga que durante muchos años tuvo como prioridad llevarse bien con las madres de los tíos que le gustaban, aún antes de consumar nada con ellos y supongo que anticipando en parte el mal trago que siempre es conocer a las mujeres que rodean a tu pareja. Se de lo que hablo: ninguna de las novias de mi hermano me ha llegado a gustar nunca y supongo que yo les he ido cayendo gorda a cada una de ellas. En fin, lo natural.

Pero es curioso como muchas veces hay rasgos físicos o prendas de vestir que te hacen ratificarte en tu empatía o desagrado por una persona. Hace unos meses comencé una relación laboral por teléfono con una profesora de universidad que iba a colaborar con nosotros. Me pareció una prepotente y una bocazas. El día que la conocí, llevaba unos mocasines Tod´s de color beige con tacón cuadrado de 10 cm a juego que un traje que por la pinta debía costar el sueldo de un mileurista. Ese día terminó de caerme definitivamente fatal. Y si, lo se, era envidia. ENVIDIA. Un paso más en el descenso a ese infierno de cuñadas recorosas que según Pilar sin duda me espera cuando palme.

Y sin embargo, afortunadamente, sigo conservando a mis amigas del colegio, aprecio sinceramente a la mayoría de las mujeres con las que trabajo y admiro a otras colegas que lo hacen para la competencia. Eso si, cada vez que coincido con ella no puedo evitar mirarles los zapatos. Es superior a mi. Pero la que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Ah!!! y a poder ser, flojito y que sea pequeña...








4 comentarios:

cristal00k dijo...

Pues no sé yo... supongo que el lavado de cerebro secular sigue actuando aún de forma inconsciente.
Ver a la "otra" como competencia debe seguir influyendo lo suyo. Aunque el raciocinio nos indique lo absurdo del comportamiento.
En todo caso, hay gente, hombres o mujeres que nos caen mal, sin más, es una cuestión de química.
Yo sólo tengo una "nuera" y quizás seamos la excepción que confirma la regla, pero tanto yo como mis dos hijas la adoramos. Aunque solemos comentar, menos mal que nos cae bien, porque si no la pobre... jejeje
Reminiscencias de comportamientos más primitivos, supongo.

Lupe Montero dijo...

Hombre, un poco viborillas sí que somos, para que negarlo...

Alhuerto dijo...

Te puedo decir que es algo que siempre me ha llamado la atención de vosotras.
Cuando presentas una persona del sexo femenino nueva a un grupo de amistades/familia, las mujeres del grupo sondean profundamente a la nueva incorporación y son capaces de sacar conclusiones casi exactas de como es, de que trabaja y a que dedica el tiempo libre.. jajaja.
Y muchas haceis comparaciones, entre vosotras, con otra que no está... etc.
Y sin conocerla, cae bien o no, porque lo dicta la exploración.

Claro, por eso siempre todas decís que teneis un sexto sentido, que sois un poco brujas/adivinas.

Pero eso con los hombres no soleis hacerlo asi.
Con nosotros, con mirarnos una o dos cosas ya teneis bastante... jajajaja.


Un beso de risas y cachondeo.

Labegue dijo...

Mmmm, no sé. A mí me gustan las mujeres. Es decir, me encanta llevarme bien con ellas. Creo que es para llevarle la contraria a todos los que dicen que somos malas y no nos soportamos entre nosotras.

Pero puede que tengas razón, porque ultimamente ando notando extrañas miradas de féminas a mi alrededor.

Supongo que hay algo de verdad y algo de leyenda que algunas se empeñan en alimentar.

Besos