
Quizá mi padre tenía razón y debía haber sido dentista. O tal vez sea mi madre la que con su clarividencia habitual acierte cuando se empeña en que retome la tesis y me busque un curro relajado dando clases en una universidad. El caso es que, y esto es innegable, atravieso una crisis profesional más que gorda que en esta ocasión no tiene nada que ver con mi trabajo en concreto, con mis jefes o con mi empresa. Va más allá y alcanza al ejercicio de la profesión en general.
A superarla no me ayuda demasiado el caso del chico de Tenerife que en apenas 24 horas pasó de ser un presunto violador y asesino de una niña de tres años a quedar en libertad sin cargos. Parece ser que los médicos que hicieron el primer informe se equivocaron, que se equivocó el que lo filtró a la prensa, que también erraron los medios que se apresuraron a publicarlo y que por supuesto se equivocaron todos aquellos a los que les faltó tiempo para lanzarse a lincharlo en los comentarios de la prensa digital. Hoy elmundo.es se ha atrevido a publicar las disculpas de los lectores que pedían poco más o menos una tortura china para el. Una excepción, sin duda.
Lo que no es una excepción es el tratamiento cada vez más frívolo que hacemos de la información en los medios. Una combinación explosiva de falta de profundidad absoluta en los temas, formación mínima de los nuevos periodistas y búsqueda de la rentabilidad máxima en audiencias, mezclado todo ello con la inmediatez de los nuevos soportes. La bomba. Una cagada detrás de otra por hacer las cosas deprisa y mal.
Y yo, que me dedico a esto, confieso que soy incapaz de ver un informativo completo en televisión porque me sobran 45 de los casi 60 minutos a los que los están llevando y pocas veces resisto terminar de leer un artículo en prensa porque lo que me cuentan ya lo he oído en la radio. Me aburro, me cabreo, me desespero… no comprendo como pueden prejubilar a periodistas de 50 años y pretender mantener la calidad con becarios de 22, ni tampoco que narices les enseñan a los chavales en universidades con decanos de 30 años que no han pisado una redacción en su vida, o como presuntos periodistas se prestan a participar en según que shows televisivos mientras algunos medios se empeñan en hacernos comulgar con ruedas de molino en función de sus intereses partidistas del momento en cuestión.
En fin, ya perdonareis la chapa. Estoy en crisis.