viernes, 28 de diciembre de 2007

Bienaventurados los egoistas...

... porque ellos nos harán inmunes a tipejos semejantes.

Lo bueno de tener al mayor de los egoistas en el curriculum sentimental es que cuando por fin consigues salir del pozo, aprendes a relativizarlo todo. Relativizas tanto, que incluso llegas a pensar que siempre serán mejor los malos ratos que te hizo pasar el egoista que el aburrimiento de una relación doméstica y plana.

Pero donde de verdad se nota que los malos rollos te han hecho coraza es cuando en tu siguiente relación te enfrentas de nuevo a una de sus crisis de edad. Las mujeres, cuando cumplimos años y nos da el bajón, fundimos la visa en ropa, vamos a la peluquería y como mucho, nos inyectamos botox. Los hombres, se compran un deportivo, una moto de capricho o se echan una amante como poco 15 años menor. Y si tienen hijos de 20 años, comienzan a husmear en su armario buscando prendas que les den un toque "más juvenil". No falla.

Entre los 40 y los 50, se distinguen dos tipos de hombres. Los que ya han tirado la toalla y de perdidos al rio se refugian en la comodidad de la barriga cervecera y el fútbol con los colegas el domingo y los que de repente sufren un sock y pretenden recuperar el tiempo perdido durante 20 o 30 años en 20 o 30 días.

Estos últimos son los que encuentras en la peluquería pidiéndo que le tiñan las canas porque "se ve mayor" mientras todas las presentes apretamos los puños de dolor y pensamos al unísono "capullo, si es lo único decente que tienes". Después, cambian la ropa interior. De los Abanderado con que salieron de casa de su madre pretenden entrar a saco en el mundo de la lycra y una vez curados los sarpullidos por la paciente esposa que no se cosca de nada, llega el turno de los zapatos y la ropa. De repente los mocasines con borlitas de toda la vida, los castellanos granates y los negros con cordones ya no valen. Hay que comprar a toda prisa ante marrón, deportivas tipo Gucci y si me apuras, botas para los sábados noche.

Y a partir de ahi... bueno, que os voy a contar. Me apuesto lo que queráis con vosotras, a que salimos una noche y en un trabajo de campo sencillito, sin mucha complicación, detectamos una veintena de cuarentones en crisis de edad. Ah, y si por la pinta no los pillas (joer, se notan más que si llevaran traje espacial) espera a que abra la boca y verás como en menos de 15 minutos te ha explicado con detalle que su mujer no le entiende y que tiene tanto amor que dar...

Eso si, los jueves de seis a siete mientras ella lleva a los niños a nadar.

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