Dice mi amigo Carlitos que la ausencia de opciones aclara las ideas.
La frase me viene a la cabeza después de leer la siguiente noticia:
"Dos científicos de la estación Amundsen-Scott en el polo sur, una de las más aisladas de la Tierra, han tenido que ser evacuados de urgencia tras un incidente descrito por las autoridades como una "pelea navideña entre borrachos".Los dos miembros del equipo, según las primeras informaciones, se enzarzaron en una pelea el pasado día 23 y uno de ellos acabó con la mandíbula rota. El diario neozelandés The Press sugiere que se trató de una pelea por una mujer. El incidente obligó a desplazarse a la zona a un Hércules de la fuerza aérea estadounidense, un vuelo de emergencia que cuesta alrededor de 85.000 dólares. El peor parado - un experto informático que se hallaba en la base para instalar un nuevo sistema para la central eléctrica - ha sido trasladado a un hospital de Nueva Zelanda. El otro miembro del equipo de la estación ha sido despedido y embarcado de regreso a EEUU."
La base Amundsen-Scott apenas cuenta con 28 habitantes en estas fechas y la situación podría ser similar a la que cuenta Isabel Coixet en la historia paralela de "Vida Secreta de las Palabras", la que discurre en la plataforma petrolífera en la que sus escasísimos habitantes se han ido acoplando unos a otros para sobrellevar de la mejor manera posible la soledad.
Y es que frente a estas reducidísimas redes sociales en las que, a pesar de todo, nacen relaciones tan pasionales como para terminar partíendole la cara a tu rival, uno de los principales problemas que surgen cuando uno vuelve al mercado sentimental después de varios años retirado, es precisamente el estres que genera el exceso de oferta. Es como si uno volviera a tener quince años y se encontrara de nuevo en uno de aquellos primeros buffets de los hoteles de la playa en los que andábamos como vaca sin cencerro mezclando en el mismo plato macarrones, melocotón en almibar y estofado, abrumados por la cantidad y la variedad. El Oráculo del Tercero, con menos ínfulas literarias que Carlitos lo llama, claramente, "picar en varios huertos", lo que no implica necesariamente que hay que "picar, picar".
Yo creo que nos pasa a todos o casi todos, que de repente descubres la cantidad de gente de entre 30 y 45 años que ha pasado de nuevo a la vida activa después de una relación de años y una ruptura que casi siempre nos ha dejado hechos polvo, escepticos pero a la vez receptivos. Los de ciencias, se refugian en la estadística para asegurar que tras tantas relaciones fallidas, por narices, por matemática pura, la próxima tiene que ser mejor. Los de letras, simplemente, confiamos en la suerte.
Pero sea suerte o estadística, el subidón que por exceso de oferta nos da a todos no deja de ser un problema serio, en tanto en cuanto, nos hace desdeñar con mucha alegría ranas susceptibles de convertirse en príncipes. Total, hay muchos peces en el mar. Pero que pasa cuando tu dejas atrás tu fase de tiburón y pasas a convertirte en pececillo aburrido de tanto huerto? Que pasa cuando ya has ido y has vuelto, dejando algunos muertos en el camino y descubres que todo lo que se cruza ahora contigo es justo lo que tu has dejado de ser? Que pasa cuando por fin te das cuenta de que cada pez nada a su propio ritmo y que coincidir es más que complicado?
Lo dicho. Hay veces que es mejor no tener opciones para no tener que dudar, aunque como dijo Sócrates, hagas lo que hagas, te equivocarás seguro.
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