“Que veinte años no es nada” dice el tango y el sábado por la noche, en Jaca, desde luego era así.
Quedo con los amigos de siempre para celebrar lo que según mi mejor amiga se ha convertido ya en una Boda Gitana. Es lo que tiene cumplir años con tres semanas de diferencia, que empezamos a celebrarlo a mediados de febrero y a lo tonto, a lo tonto, nos plantamos en Semana Santa.
Quedo con los amigos de siempre para celebrar lo que según mi mejor amiga se ha convertido ya en una Boda Gitana. Es lo que tiene cumplir años con tres semanas de diferencia, que empezamos a celebrarlo a mediados de febrero y a lo tonto, a lo tonto, nos plantamos en Semana Santa.
Tras la cena, mojada y remojada con nuestro último descubrimiento, el orujo de pacharán que La Navarra ha creado para celebrar su 175 aniversario, nos vamos al bar de moda en Jaca, un sitio estrecho y oscuro, donde pinchan la peor música posible (Miguel Bosé un par de veces en apenas media hora), hacen los cubatas (sean de lo que sean) con un brebaje que T. ha bautizado como Brugalín y se mezcla una fauna de lo más peculiar. Esquiadores pasados los treinta con camisas de Ralp Laurent de colores pastel, sudamericanas embutidas en camisetas sin espalda y representantes de la canallesca local.
En apenas cinco minutos los amigos me ponen al día del corazón jacetano. Los que se separan y los que se juntan, los que se casan, los que tienen líos extraconyugales, los que se divorcian y sobre todo, los que vuelven al mercado que cada vez son más.
Debajo de las ojeras, las canas y alguna arruga, están las mismas caras que hace 20 años frecuentaban las fiestas del instituto, solo que en estos 20 años, han sumado bodas, separaciones, hijos e hipotecas. No deja se resultar extraña esta sensación de salto atrás, como si el volver a Jaca cualquier fin de semana fuera en realidad un viaje en el tiempo.
Pero no somos iguales. 20 años son muchos años. Y por si a alguno se le olvida en esas noches locas de sábado en temporada de esquí, ahí está la resaca del domingo. Y esa, cualquiera lo sabe, tiene muy pero que muy, buena memoria.
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