MdM. "¿En que estás pensando?". ¿Es la peor pregunta que puede hacerse? Hay tres momentos en una historia en la que sin duda, sí: En la primera cita, tras una bronca y después de un polvo. Y a pesar de todo, unos y otras, caemos sin remedio.
B. "Casus Belli". Si quisiera que supieras que pasa por mi cabeza... ¿no crees que te lo estaría contando? Se trata, en cualquier caso de una intromisión ilegítima en la intimidad intelectual de la contraparte. Puede ocurrir, simplemente, que se esté saboreando en silencio alguno de los últimos placeres "degustados" o, por contra, que se esté pensando, o incluso comparando, con placeres o sensaciones recibidos de terceras personas. El recurso a dicha pregunta denota además una insuficiencia en los recursos dialécticos de la otra persona, que no sabe como iniciar una conversacion si no se le da el pié de entrada o, en el peor de los casos, una absoluta falta de respeto a esos "necesarios" silencios que en todo momento han de existir en una relación.
MdM. Contraatacar con un latinajo, usando y abusando de los recursos profesionales es casi una falta de elegancia tan grande como comparar un compañero de cama con el anterior, y por tanto, algo inaudito en una mujer. Pero... por motivos que no vamos a exponer aqui (intromisión ilegítima en la intimidad personal) no te lo tendré en cuenta. Posiblemente, si ella pregunta "¿que estás pensando?" en la primera cita es porque él tiene tan poca conversación que prefiere darle una última oportunidad antes de largarse sin dejar rastro aprovechando que él va al baño. Si la formula tras una bronca, es porque le cuesta creer que él pueda llegar a ser tan borde, teniendo en cuenta el encanto que era cuando lo conoció. Y si lo hace tras un polvo...
B. No se trata en ninguna circunstancia de una buena pregunta. Si ya de por sí es sustancialmente peligrosa en cualquiera de las tres situaciones propuestas, no deja de ser esencialmente dañina en cualquier otro momento. Nos devuelve de nuevo a Pandora y a esa peligrosa curiosidad que nos impulsa irremediablemente a indagar qué se halla detrás de puertas cerradas y sólo en función de lo peligroso, lascivo o privado del pensamiento que en ese momento se esté pergreñando (cuyo autor puede quedar en evidencia con su sólo silencio ante lo incómodo de la pregunta) podrá ser posible conocer el alcance de las consecuencias. Consecuencias que, como en el caso de Pandora, no dejarán de ser devastadoras.
MdM. Y sin embargo... Pandora cerró la caja a tiempo, dejando dentro la esperanza. Con lo que posiblemente, cuando nosotras o ellos formulamos la pregunta de marras, solo estamos dejando la puerta abierta a que la otra parte remate con una frase de esas que nos hacen recuperar la fé en caso de que andemos ya cuesta abajo o escalar un nuevo peldaño si subimos todavía el camino de la modorra.
B. Corolario y chaleco salvavidas "Cariño, estoy pensando en ti".
MdM. mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
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3 comentarios:
Ahora, recuperada la memoria y la dichosa contraseña, opino sin la comodidad que da el anonimato.
Yo creo que en una relación deberíamos atenernos a una máxima de la abogacía: a un testigo no le hagas una pregunta de la que no sepas la respuesta. Y me parece una buena política. Si teneis algún abogado a mano os aclarará este punto.
En realidad, a mi, lo primero que se me ocurre cuando me hacen esa pregunta es, ¿y a ti que te importa?. Es de 1984, nadie puede ni debe saber en que estoy pensando, no tiene ningún derecho. Ni siquiera ella.
Por lo tanto si te dicen "cariño, estoy pensando en ti", que esperabas... ¿la verdad?
El problema en realidad, es que cuando sueltas la frasecita es que el tema está ya chungo. Si las cosas van bien, si confías en la persona que duerme a tu lado, si no tienes dudas acerca de lo que puede estar pensando... quien necesita preguntar?
Una corrección querida,
Pandora sí dejó escapar a la engañosa esperanza... eso fué lo que evitó que la raza humana se precipitara al suicidio colectivo cuando nuestra indiscreta amiga abrió la caja que le confiaron.
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