Hace algunas semanas en una incursión rutinaria en mi nevera, FHMP localizó camufladas tras una cesta de uvas negras varias cajas de bombones en distinta fase de petrificación. Como lector que es del Nacional Geographic, dedujo sin necesidad de pruebas de carbono 14 que cada muestra correspondía por antigüedad a una fase de mi vida pasada y por lo tanto, que eran regalos de sucesivos novios distintos.
Técnicamente, su deducción era cierta y no pude menos que darle la razón y admitir que conservaba aquellos fósiles de bombones por una cuestión puramente sentimental, entre otras cosas porque después de tanto tiempo no hay dentadura que pueda con ellos.
El caso es que, impulsado por su éxito deductivo este fin de semana decidió iniciar nuevas prospecciones en la nevera y los armarios de la cocina.
Llegados a este punto, es necesario explicar que nuestros conceptos sobre la intendencia gastronómica doméstica son radicalmente distintos. El, compra cada día lo que necesita y mantiene su nevera mas desierta que los Monegros una noche de enero con cierzo, mientras yo, que me aburro más haciendo la compra que leyendo a Punset, sigo fielmente el modelo “invasión extraterrestre todos al bunker” y arraso una vez al mes con todo lo que pillo en Mercadona.
Total, que aprovechando que tenía las manos ocupadas y no pude reaccinar a tiempo, se dedicó a sacar de la nevera y los armarios cosas caducadas, de paso que me sacaba a mi los colores.
Mientras acumulaba latas, sobres y más latas, yo intenté explicarle que la fecha de caducidad es un dato subjetivo y que hasta que el paquete no ande por el armario o su contenido se vuelva realmente irreconocible, se puede comer. Y más aún, que algunos productos como los platos precocinados (mmmmmm pollo tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiika mmmmmmmmmmm) garantizan precisamente que son comestibles si una vez pasada la fecha de caducidad siguen ahí sin haberse autodestruido automáticamente.
No coló.
Así que como se puso tan pesado intentando convencerme de que por culpa de personas sin conciencia social como yo habría cientos de técnicos de laboratorio mileuristas que se irían al paro al no tener que calcular caducidades, le prometí que vaciaría por completo la nevera y empezaría borrón y cuenta nueva.
Y aquí estoy. Comiendo combinaciones imposibles de cosas caducadas mientras las posibilidades se agotan cada vez más. Todavía no he llegado al punto de poder utilizar la frase gloriosa que el amigo Carlos aplica a las relaciones personales ("La falta de opciones, aclara las ideas"), pero sí estoy bordeando peligrosamente la delgada línea de la nueva cocina de autor combinando garbanzos de bote con piña en almibar y gambas congeladas. Claro, que siempre hay alguno que está peor que yo.
CHEMA: Receta de pulpo para época de crisis.
9 comentarios:
El tuyo tp está mal, eh? ;)
Buenísimos los pulpos, jajaja.
Un saludo
Otro problema para los singles... las caducidades de las narices.
Solo tenemos dos soluciones.. o comprar productos no perecederos (solo comeriamos sardinas en lata), o comprar en el super chino (donde las fechas de caducidad ni se entienden).
Pero no esta nada mal lo de reinventar la cocina... yo lo hago a menudo, hoy me haré una tortilla gigantesca porque caducan hoy los huevos... la trocearé y guardaré en tupers unipersonales. :P
Yo a los pulpos mas bien los hubiese llamado Calamarfurt. Tienen buena pinta. Jajaja.
Buen provecho!!!
Jajaja, me he reido un rato, y con la cocina de autor más, jajaja
Creo que tu compañero tiene toda la razón del mundo -o sea que estamos en la misma onda culinaria-, ya que es un jodida porquería comer cosas caducadas cuando hay posibilidad de lo contrario.
Supongo que cerca de donde cada uno trabaja, alguna tiendecilla habrá...¿o no?.
Mi hermano, que es bastante tragoncete, dice:cuidado con la nevera que te puede entrar una cagalera. Saludos olorosos
Yo estoy peor, mi nevera es un desierto con cosas caducadas. Mira tú si es difícil.
Prometo cambiar..., aunque no sé cuando.
Besos
Y tu amigo ¿no encontró el medio limón seco y el medio tomate con esa fina capa de moho, que venden con todas las neveras? ¡que extraño! creo que éso viene de serie.... jeje!
Me alegro de que en tu vida, lo menos importante, sean las fechas de caducidad de las latas de tu despensa. Dime rara!
Saludos
A mí lo único que me ha sorprendido de tu post es que se te petrificaran los bombones... a mí jamás se me estropea el chocolate, moralmente imposible, je, je,je.
Besos sin fecha de caducidad...
Pues nadie te podrá decir que te falta imaginación ;)
Pues yo no se vosotros, pero cada vez que veo las salchichas-pulpo, me dan más asco...
Gracias KATANGA. Tu blog es una caña y además, con lo que me gusta a mí criticar a AR!!!!!
ALHUERTO, confieso. Anoche llamamos a telechino. Y estaba tan rico que no quedaron sobras para hoy. Que putada!
DUNCAN, habría que ver a Michel frente a la salchicha-pulpo. Mi perra se la pulía sin respirar.
ARRIERO, y el lado salvaje de la vida?
LABEGUE, es que hay cosas que no hay Dios quien se coma, sea como sea.
CRISTAL, limones no hay porque últimamente hemos cambiado mi gintonic y su whisky por pacharán. Es que la tierra tira mucho...
LUPITA, hay chocolate y chocolate... No te preocupes que si son de Godiva no se estropean, no.
Lilyth, cuentaselo a mi estómago, que estará de acuerdo contigo.
Gracias a todos.
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