Un buen amigo ha empezado una historia en serio con una mujer que, sinceramente, nunca pensé que le fuera a interesar. El anda subido en las nubes y yo le deseo, con todo el cariño que le tengo que este amor le haga tan feliz como él merece. Otro, lleva unos meses saliendo con una mujer extremadamente celosa que cuestiona cada paso que da a pesar de que él es una de las personas más honestas y transparentes que he conocido nunca. Después de cada bronca, él se plantea si merece la pena, duda, pero sigue ahí.
Lo bueno de la vida es que nunca deja de sorprendernos, que cuando menos te lo esperas, aparece alguien capaz de elevarte un metro sobre el suelo y mantenerte, al menos por un tiempo, a ese nivel. Hay quien dice que en realidad no nos enamoramos de las personas sino de los efectos del amor, de la capacidad que otras personas tienen de provocarnos ese subidón que los bioquímicos ya han traducido en una serie de enzimas que lejos que quitarle misterio al efecto del enamoramiento hace que sea todavía más desconcertante.
¿Por que hay personas capaces de provocarnos ese sentimiento y otras que no? ¿Por que personas que objetivamente serían ideales para nosotros nos dejan fríos y sin embargo terminamos colgándonos hasta las trancas del más inconveniente? ¿Por que un tipo que hace unos meses no nos hubiera interesado ahora se perfila como el candidato ideal? ¿Por que de hecho, ese amigo de siempre en el que nunca habíamos pensado es ahora nuestro principe azul?
Porque todos cambiamos. Cambian nuestras circunstancias, cambian nuestras necesidades y el amor, en definitiva no deja de ser la forma de satisfacer muchas de esas necesidades que en algunas ocasiones ni siquiera sabemos que están ahi.
A veces, cuando intentamos explicarnos objetivamente por qué sentimos atracción hacia una persona con la que apenas tenemos nada en común, que ni siquiera responde a los cánones estéticos que hasta el momento nos parecían fundamentales, deberíamos mirar hacia nosotros mismos, porque muy posiblemente esa persona tan lejana a nuestro ideal de pareja viene a cubrir unas necesidades concretas, quizá latentes, quizá ignoradas, pero que están ahi.
Por eso, hay momentos de nuestra vida en los que todo nos desborda, en que buscamos la protección de una persona sensata, que sea nuestro refugio y nuestro sostén. En otros, en los que la rutina se come los dias del calendario, nos agarramos a esa aventura que nos devuelve las ganas de vivir. Incluso hay ocasiones en las que despues de muchos intentos fallidos, cuando el agotamiento nos hace zozobrar, uno se refugia en el "mas vale malo conocido" de esa persona cercana sacrificando la pasión a cambio de compañia.
Os habeis atrevido a pensarlo alguna vez? Que es exactamente lo que andais buscando? O por que dormis con quien lo haceis? Es un ejercicio de autocrítica a veces doloroso y hay quien, seguro, prefiere no saber, pero... ¿es justo para la persona que tenemos al lado? ¿Es justo para nosotros mismos si esa persona ha hecho la misma reflexión?
El amor es egoista. Siempre. Lo que ocurre es que muchas veces, no nos atrevemos a abrir un agujerito, mirar dentro y descubrir que no nos gusta lo que hay.
Lo bueno de la vida es que nunca deja de sorprendernos, que cuando menos te lo esperas, aparece alguien capaz de elevarte un metro sobre el suelo y mantenerte, al menos por un tiempo, a ese nivel. Hay quien dice que en realidad no nos enamoramos de las personas sino de los efectos del amor, de la capacidad que otras personas tienen de provocarnos ese subidón que los bioquímicos ya han traducido en una serie de enzimas que lejos que quitarle misterio al efecto del enamoramiento hace que sea todavía más desconcertante.
¿Por que hay personas capaces de provocarnos ese sentimiento y otras que no? ¿Por que personas que objetivamente serían ideales para nosotros nos dejan fríos y sin embargo terminamos colgándonos hasta las trancas del más inconveniente? ¿Por que un tipo que hace unos meses no nos hubiera interesado ahora se perfila como el candidato ideal? ¿Por que de hecho, ese amigo de siempre en el que nunca habíamos pensado es ahora nuestro principe azul?
Porque todos cambiamos. Cambian nuestras circunstancias, cambian nuestras necesidades y el amor, en definitiva no deja de ser la forma de satisfacer muchas de esas necesidades que en algunas ocasiones ni siquiera sabemos que están ahi.
A veces, cuando intentamos explicarnos objetivamente por qué sentimos atracción hacia una persona con la que apenas tenemos nada en común, que ni siquiera responde a los cánones estéticos que hasta el momento nos parecían fundamentales, deberíamos mirar hacia nosotros mismos, porque muy posiblemente esa persona tan lejana a nuestro ideal de pareja viene a cubrir unas necesidades concretas, quizá latentes, quizá ignoradas, pero que están ahi.
Por eso, hay momentos de nuestra vida en los que todo nos desborda, en que buscamos la protección de una persona sensata, que sea nuestro refugio y nuestro sostén. En otros, en los que la rutina se come los dias del calendario, nos agarramos a esa aventura que nos devuelve las ganas de vivir. Incluso hay ocasiones en las que despues de muchos intentos fallidos, cuando el agotamiento nos hace zozobrar, uno se refugia en el "mas vale malo conocido" de esa persona cercana sacrificando la pasión a cambio de compañia.
Os habeis atrevido a pensarlo alguna vez? Que es exactamente lo que andais buscando? O por que dormis con quien lo haceis? Es un ejercicio de autocrítica a veces doloroso y hay quien, seguro, prefiere no saber, pero... ¿es justo para la persona que tenemos al lado? ¿Es justo para nosotros mismos si esa persona ha hecho la misma reflexión?
El amor es egoista. Siempre. Lo que ocurre es que muchas veces, no nos atrevemos a abrir un agujerito, mirar dentro y descubrir que no nos gusta lo que hay.
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