Al contrario de lo que piensan nuestras madres, lo verdaderamente chungo a nuestra edad, no es tener un novio divorciado, con hijos y exceso de colesterol, sino encontrar a alguien sin pasado. Si cumplidos los treinta consigues encontrar a un fulanito/a sin ex pareja, sin neuras, sin hijos ni perros, sin broncas con el banco... echate a temblar.
Echando cuentas rápidas, en treinta y seis años a cualquiera de nosotras nos ha dado tiempo de licenciarnos, pagar media hipoteca, hacer un master, encontrar un trabajo decente y tener al menos un par de relaciones largas con señores que se siguen llevando estupéndamente con nuestras madres... Y mientras, que es lo que ha estado haciendo él?
Nickname dice que esto es como La Mafia, que muchas veces conviene no saber, pero lo cierto es que cuando conoces a alguien, su pasado es una especie de código de barras que te permite hacerte una idea aproximada de lo que puede estar por venir. Y digo puede porque las personas y menos a esta edad no somos ni mucho menos, ciencias exactas. Afortunadamente. Eso sí, aunque siempre queda un margen para la sorpresa, los tipos de hombres y mujeres que andamos por el mundo entre los treinta y los cincuenta, tendemos a repetirnos. Veamos algunos ejemplos:
- Los/as inasequibles al desaliento, que aún creen en el amor y a pesar de coleccionar chasco tras chasco, no pierden nunca la fé. Son aquellos que a la segunda cita tienen la certeza de haber dado con el amor de su vida, que a las dos semanas se mudan a su casa y a los dos meses, vueven con las orejas gachas tras una nueva decepción. No distinguen entre altos y bajos, guapos o feos, amenos o pesados y su único criterio de selección es "que me quiera". Mientras la historia dura, jura que ésta es la definitiva mientras los amigos nos las vemos y deseamos para recordar el nombre del ligue de este mes.
- Los/as adictos al trabajo, que sin darse cuenta han sacrificado su vida personal por un buen trabajo y ahora no saben como salir del pozo. Viven al menos doce horas al día en el despacho y cuando salen, siguen con el ordenador en casa, hacen un master o van a clases de inglés. Un buen día, descubren que en su armario solo cuelgan trajes, que no saben lo que cuesta un cubata y no recuerdan ni que película vieron en el cine la última vez.
- Los/as seguidores de Atila, que pasan de cama en cama cuidando sobre todo no dejar rastro para evitar que haya una segunda vez, no vaya a ser que les guste demasiado. Son eternos Peter Pan que saltan de Wendy en Wendy esperando que en el país de Nunca Jamás se les permita vivir siempre como cuando tenían 20 años.
- Los/as gatos escaldados, que salieron tan chamuscados de su última historia que no quieren saber nada más. Se cierran como ostras ante cualquier posibilidad de repetir un modelo, el de pareja ideal que termina degenerando en la guerra de los cien años. Son desconfiados a la fuerza. Lo perdieron todo en aquella guerra.
- Los perfectos padres separados, muchos de los cuales pasaban olímpicamente de sus vástagos cuando compartían techo y que de repente se ven abducidos por una especie de sarpullido de paternidad. En la primera cita ya te explican que sus hijos son lo prioritario y en la segunda, te pasan el planning trimestral que han pactado con sus exmujeres para que adaptes tu horario a los suyos. El planning salta por los aires en cuanto ella descubre que tu has llegado a su vida y desde ese momento, los imprevistos de ultima hora se convierten en lo habitual y tu flipas con su puntería mientras te planteas serimente llamar a Iker Jimenez para que investigue su poder mental. Como puede ser que ella sepa exactamente en que momento os meteis juntos en la bañera y te empiezas a animar?
- Los/las separados desesperados, que aún no han firmado los papeles del divorcio y andan buscando como sea un recambio en su cama y en su vida. En una primera fase, cierran barres con el amigo soltero y apuran copas volviendo a casa con lo primero que cae. Cuando pasa el subidón se tranquilizan y buscan alguien que reproduzca en casi todos los detalles aquello que dejaron atrás.
Hay muchos otros, seguro y posiblemente en vuestros comentarios aparecerán muchos más. Pero aunque pueda parecer lo contrario, cualquiera de los anteriores son mejor que un hombre sin pasado. Tienen a ventaja de que una siempre sabe lo que va a encontrar.
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