miércoles, 9 de enero de 2008

LA BANDA SONORA DE LA VIDA


















De todas las felicitaciones navideñas de este año (por cierto, en el correo de hoy aún han llegado un par de agendas y tres o cuatro tarjetas de Navidad) la que más me ha gustado, sin duda, ha sido la de una agencia de publicidad que ha editado un cd con la selección musical de sus empleados. La idea es pasar la música al mp3 y utilizarla en los distintos momentos del día. De esta forma, hay una canción para levantarse, otra para ir a trabajar, una tercera indicada para el café de media mañana, y asi, hasta treinta o más.

La idea me gusta porque recoje en cierta medida el espiritu de lo que yo llamo "Banda sonora de mi vida" y que está formada por los temas que en algún momento de estos 36 años que llevo en el mundo, han estado ahí, poniendo música a un momento vital que ha sido importante.

Recuerdo por ejemplo que durante mucho tiempo he sido incapaz de escuchar a Pablo Milanés cantando "Yo pisaré las calles nuevamente..." sin ponerme a llorar recordando lo dura que fue la época que pasé trabajando en un espacio de política latinoamericana en Radio Exterior de España. Las noches sin dormir en Prado del Rey, aquel Madrid inhóspito en verano y sobre todo las terribles historias que contábamos pensando siempre, sin embargo, que un dia todas aquellas personas podrían volver a pasear por las alamedas como si nada hubera pasado, como cantaba Milanés. Muchos, sin embargo, nunca pudieron volver.

La Ronda de Boltaña, Kepa Junkera, Comando Cucaracha o Mallacán son las letras y los bailes de mis cenas en la Cadiera, los viajes por Sobrarbe, las manifestaciones en L´Ainsa y las broncas por Yesa y la suerte de haber podido recuperar la fe en las causas perdidas. Tantas noches, tantas peleas, tantos amigos.

Distritocatorce ha sonado en mis mejores noches eróticas y espero que suene muchas veces más, pero hay una muy especial que le deberé siempre a Frank Sinatra cantando en aquel palomar. Ismael Serrano, sin embargo, sigue siendo el barro en que me revuelvo en mis peores momentos agarrándome a ese principio de incertidumbre que abre un resquicio pequeñito a que todo cambie de repente. ¿Y por que no?

Nosotros no elegimos las canciones, ellas nos eligen a nosotros y muchas veces no nos damos cuenta de que están ahi, de que ya forman parte de la historia de nuestra vida hasta que ha pasado algún tiempo, cuando de repente, en la radio suena algo que te hace sonreir o te duele hasta extremos que no podías recordar. Son resortes de la memoria. Son trozos de vida metidos en un cd.

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