viernes, 22 de febrero de 2008

CAMPAÑA ELECTORAL

Arranca la campaña electoral y durante quince días, los candidatos andarán de aquí para allá haciendo kilómetros como locos intentando convencernos de que durante la próxima legislatura van a terminar con nuestros problemas. El día 9 uno de ellos ganará las elecciones y durante cuatro años, se tumbará a la bartola hasta que de nuevo, la cita con las urnas le haga reaccionar. Y entonces, una vez más y durante quince días de campaña, vuelta a la carretera, vuelta a las promesas y vuelta a intentar recuperar en apenas dos semanas lo que no hicieron en cuatro años.

Es la ley de la selva.

Con los hombres, muchas veces, pasa lo mismo. Cuando conoces a alguien y quiere impresionarte, echa toda la carne en el asador. Todo es poco para demostrar que es el rey de la jungla y que nadie se le puede comparar. Una vez que marca su territorio, su interés se empieza a relajar. El fútbol que juraba nunca le había importado, le empieza a interesar. Lo de afeitarse dos veces al día para no hacerte polvo la cara se convierte en un recuerdo y aquellos viajes románticos de los fines de semana se terminan por siempre jamás. Hasta que de repente, algo cambia y el rey ve amenazado su territorio.

Puede ser que descubra un animal nuevo en la selva que te empieza a rondar o simplemente que alguien le advierta de que cualquier dia te vas a largar. Entonces, le ve las orejas al lobo y comienza su particular campaña electoral. Y todo vuelve a empezar. Y así nos pasamos la vida. Y una piensa que si dicen que la democracia es el menos malo de los sistemas posibles, quizá también pueda ser aplicable a las relaciones personales. En lo bueno y en lo malo, incluso, si me apuran en la campaña electoral. Eso si, yo votaría por un par de vueltas como en Estados Unidos o Francia, de manera que ya que nuestro adjunto reacciona de legislatura en legislatura, al menos que la campaña, dure algo más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No comparto contigo la idea de que los politicos una vez ganadas las elecciones pasen de todo. Y respecto a el comportamiento de los hombres una vez emparejados, creo que hay de todo y lo de afeitarse dos veces al día ó tres veces a la semana para alguno puede resultar un suplicio. De todas formas tanto unos como otros una vez conseguido lo deseado, entran en un periodo de relajación, eso si, este grado de relajación creo que va más en función de las personas, que de su sexo.