lunes, 18 de febrero de 2008

LA TEORIA DEL CAOS


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Los matemáticos que estudian la teoría del caos acuñaron en un alarde de poesía la metáfora que se ha hecho célebre, según la cual el aleteo de una mariposa en cualquier lugar del mundo puede provocar un huracán en el otro extremo del planeta. La metáfora es real como la vida misma cuando se habla de relaciones humanas.

Escarlata cita a Erich Fromm en "El arte de amar" para recordarnos que el amor es sobre todas las cosas un acto de fe. FE en que la otra persona te corresponde, FE en que estará ahi para recogerte cuando decidas saltar, FE en que lo que te dice es cierto, FE en que lo que ves, es lo que hay. Sin embargo para llegar a este ejercicio de fe ciega e irracional que es el AMOR hay que recorrer un duro trecho y a veces, el camino ni siquiera tiene final. Y es precisamente al inicio de este camino cuando el efecto mariposa cobra un significado especial y deja ver, claramente, hasta que punto cualquier decisión precipitada puede provocar una hecatombe.

En teoría lo más sencillo sería hablar claro desde el principio: "Me interesas o no" "Estoy dispuesto a embarcarme en una historia con todas las consecuencias o simplemente busco un rollo" "Me gustas, pero ella me ha dejado hecho una mierda, asi que vas a ser solo una tirita hasta que mis heridas se curen" "No estás mal, pero no terminas de ser mi tipo, aunque como no encuentro nada mejor vas a ser mi hombre de transición". Y uno, con las cartas boca arriba, debería poder elegir si la propuesta le interesa o no.

Eso, digo, es la teoría porque en realidad, nos embarcamos en un mar de suposiciones, sobreentendidos y malentendidos que nos hacen pasar la mayor parte del dia jugando a los acertijos y las interpretaciones. Nos movemos en terrenos pantanosos en un momento en que además, la incertidumbre nos hace especialmente vulnerables. Si la otra parte no nos interesa, nos liberamos del tema sin preocupación, pero como nuestro oponente nos provoque cualquier tipo de reacción (física, emocional, sentimental), una palabra a destiempo, un comentario fuera de lugar, una llamada sin respuesta o un sms que tarda en entrar puede tener resultados catastróficos en ese momento de inseguridad.


Porque además, somos francamente patosos. Parece que todo nos corre prisa, que tiene que ser aqui y ahora, que no podemos esperar. Estamos especialmente susceptibles, dispuestos a sacar la artillería a la menor ocasión hayamos entrado o no en la guerra y para colmo, parece que el dia no tiene otro asunto de atención.


En fin, que mientras nosotros interpretamos palabras, actos o silencios, la mariposa del caos revolotea sobre nosotros. Que Dios nos coja confesaos.




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