La semana de lluvia sin tregua que llevamos y que invita a correr a casa al salir del trabajo ha hecho que en vez de vernos en los bares nos encontremos por las noches en el msn. Coincido con E., al que hace meses no veía y me cuenta que la cita a ciegas que tenía pendiente la última vez que hablamos con una chica de otra ciudad hallada en Internet ha sido un éxito clamoroso. Desde entonces, vive en el AVE y su felicidad sería completa si no fuera porque su familia ha puesto el grito en el cielo asegurando que una historia así es “contra natura”.
Vivimos en Internet. Mi empresa crece día a día y lo hace en Internet. Compramos ropa, discos, entradas y hasta alimentos en Internet. Leemos la prensa, vemos vídeos y escuchamos música en Internet. Hablamos en tiempo real con personas que viven al otro lado del mundo y lo hacemos a través de Internet. Preparamos viajes, consultamos el pronóstico del tiempo y pagamos nuestras facturas en Internet. Y sin embargo muchos siguen censurando las relaciones que nacen a través de la red.
Vivimos en Internet. Participamos en foros de cine, leemos blogs extraordinarios, nos apuntamos a grupos de viajes o montaña y en vez de conocer a alguien a las cinco de la madrugada pasados de copas en un bar atestado de gente, lo hacemos en Internet. Y claro que corremos el peligro encontrar mentirosos patológicos, tarados o psicópatas, pero… acaso esos mismos no andan por gimnasios, cafeterías o supermercados mintiendo como mienten en la red?
Hace pocos días leía un reportaje sobre una plaza pública china en la que los padres de chicos y chicas acuden con sus fotos buscando pareja para ellos. Su trabajo diario les absorbe tanto que no encuentran tiempo para su vida amorosa o social. Es la misma plaza donde se venden verduras o zapatos, la misma donde actúan titiriteros o se leen anuncios públicos y la misma donde los ladrones acechan esperando cometer fechorías. Esa plaza tiene su reflejo en nuestro mundo. Esa plaza podría llamarse INTERNET.
Vivimos en Internet. Mi empresa crece día a día y lo hace en Internet. Compramos ropa, discos, entradas y hasta alimentos en Internet. Leemos la prensa, vemos vídeos y escuchamos música en Internet. Hablamos en tiempo real con personas que viven al otro lado del mundo y lo hacemos a través de Internet. Preparamos viajes, consultamos el pronóstico del tiempo y pagamos nuestras facturas en Internet. Y sin embargo muchos siguen censurando las relaciones que nacen a través de la red.
Vivimos en Internet. Participamos en foros de cine, leemos blogs extraordinarios, nos apuntamos a grupos de viajes o montaña y en vez de conocer a alguien a las cinco de la madrugada pasados de copas en un bar atestado de gente, lo hacemos en Internet. Y claro que corremos el peligro encontrar mentirosos patológicos, tarados o psicópatas, pero… acaso esos mismos no andan por gimnasios, cafeterías o supermercados mintiendo como mienten en la red?
Hace pocos días leía un reportaje sobre una plaza pública china en la que los padres de chicos y chicas acuden con sus fotos buscando pareja para ellos. Su trabajo diario les absorbe tanto que no encuentran tiempo para su vida amorosa o social. Es la misma plaza donde se venden verduras o zapatos, la misma donde actúan titiriteros o se leen anuncios públicos y la misma donde los ladrones acechan esperando cometer fechorías. Esa plaza tiene su reflejo en nuestro mundo. Esa plaza podría llamarse INTERNET.
1 comentario:
Me gustaría que se cumpla el título de tu post... me imagino la frase, "soy ciudadano de internet" así no tendríamos fronteras...
jijiji
(pensamientos de fin de semana)
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