Rompiendo con el tópico de los rellenos veraniegos de famoseo cutre y relatos breves de encargo, un periódico nacional ha estrenado una serie divertidisima de artículos sobre los "Grandes tostones de la cultura". La idea, genial, es tan sencilla como pedir a escritores con una cierta proyección que desmitifiquen esas presuntas "grandes obras" que en realidad, casi nadie ha sido capaz de leerse enteras y mucho menos de disfrutarlas. "Ulysses" de James Joyce, o "El pendulo de Foucault" de Umberto Eco, son dos de esos libros ilegibles que por obra y gracia de editores y críticos literarios se han convertido en presuntas obras maestras, de las que cualquier pedante habla pero que muy pocos en realidad han leído. Y por lo general, los que las han leído, pasan de contarlo porque emplean su tiempo en leer otras cosas y no en presumir.
Con la música pasa igual. De repente un grupillo de veinteañeros se convierte en objeto de culto más allá de su calidad musical y una (que tiene el mismo oído que un caballo de madera) no puede dejar de preguntarse cuantas de esas canciones seguirán siendo buenas canciones dentro de veinte años.
De acuerdo, Bruce Springsteen hay solo uno y llena estadios cuando ya casi nadie los llena, Nat King Cole nos sigue emocionando cincuenta años después de su muerte y si hay un concierto que no pienso perderme este verano en la EXPO, es el de Maria Dolores Pradera. Pero ¿donde están todos aquellos que triunfaban hace diez, cinco años? ¿que ha sido de ellos? Se mantienen haciendo versiones de versiones de versiones o en el mejor de los casos viviendo de las rentas del disco que triunfó. ¿Seguirá siendo "Corazón Partío" una buena canción dentro de veinte años? ¿Quien se acuerda ya de Nirvana?
Esta mañana en la radio, la dueña de una librería seleccionaba recomendaciones para el verano y su comentario más repetido era "una novela ligerita, fácil de leer". Hace unas semanas representaron "Carmen" en el Auditorio a la misma hora que un partido de la selección. Dos filas delante, un chaval en chanclas y pantalón pirata, escuchaba la radio con los cascos puestos en una ópera a la que posiblemente le habían llevado a rastras.
Y a pesar de todo estoy segura de que es posible leer, ver, escuchar cosas de calidad sin que el mercado nos las imponga. Ya vale de estrellas de la tele que publican presuntos libritos sobre asuntos de "interés social", ya vale de músicos que no tocan ni las maracas, ya vale de editores que venden libros a peso y por el colorín de las portadas...
"Los gozos y las sobras" por poner un ejemplo cualquiera, sigue siendo un pedazo de novelón aunque los años pasen, por no hablar de Shakespeare o de las primeras obras de García Marquez y hay músicos arriesgados como Joaquín Pardinilla que venden cuatro discos en los bares de los amigos pero que son capaces de ponerte el alma de pie. Solo hay que descubrirlos.
Y afortunadamente, para recuperar los clásicos y descubrir a los más nuevos tenemos internet.
Internet y las ganas de buscarlos, claro.
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1 comentario:
¿Mª Dolores Pradera? Jodo, pero no te olvides el cuero en casa... lo digo porque es rollico sado maso brutal.
Otra cosa, el del corazón partío tengo claro que no hará historia; hará mucho dinero pero no será recordado. Nirvana, sin ser santo de mi devoción, ya forma parte de la historia del rock. Después de los insulsos 80's el grunge fue como maná caído del cielo. Hasta Neil Young endureció su sonido con los Crazy Horses e, incluso, colaboró con Pearl Jam.
Long life to Rock and Roll.
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