MITOS SOBRE SEXO. Capitulo 1
Hay quien dice que el sexo es como andar en bicicleta, que una vez que has aprendido, ya no se olvida.
Yo digo que quien inventó esa frase, o no había montado en bici en su puñetera vida o sabía de sexo lo mismo que yo de fontanería. O sea, lo justito para salir del paso.
Imaginemos que una se ha pasado dos, tres, cuatro años de su vida currándoselo como un minero noche tras noche para conseguir la perfección absoluta sobre la bicicleta que le ha tocado en suerte. Pongamos que la bici tampoco ha estado mal y ha puesto interés, hasta el punto de haber conseguido la compenetración absoluta.
Como ya sabemos que la vida es como una balanza antigua y que cuando parece que uno alcanza el equilibrio, algo o alguien le mete una patada a la balanza y hay que empezar de nuevo, de repente nos pegamos un leche del siete y rompemos con la bici que tanto nos había costado aprender a montar.
Pasan los días y poco a poco nos recuperamos de las heridas que la dichosa bici nos dejó y como ya andamos bien de salud y de ánimo, nos acercamos a la tienda (de segunda mano, claro, que ya tenemos una edad) a comprar un cacharro nuevo. Y es ahí cuando una, que creía tener una técnica perfecta, ve la luz. O mejor dicho, cuando se pega la segunda leche.
Porque de repente descubrimos que no solo hay bicis de carreras, de montaña y de paseo, con marchas y sencillitas, tamdems y hasta de tres ruedas!!! sino que además, el mercado se ha espabilado tanto que se venden patinetes con motor, patines en línea, monopatines y si me apuras, hasta alas delta.
Y tú, te quedas ahí, como una gilipollas madre. Borrando del disco duro lo que habías aprendido. Porque encima, el nuevo artefacto tiene ya una edad, y por lo tanto, una lista de rarezas de apaga y vamonos.
Por eso, cuando algunos amigos se quejan de que las mujeres nos resistimos tanto a tener un rollo de una noche, yo los llevo a una tienda de bicicletas, paramos en el escaparate y les pregunto… ¿tu recuerdas cuando tenías once años, subias a la Orbea y empezabas a pedalear?
Yo digo que quien inventó esa frase, o no había montado en bici en su puñetera vida o sabía de sexo lo mismo que yo de fontanería. O sea, lo justito para salir del paso.
Imaginemos que una se ha pasado dos, tres, cuatro años de su vida currándoselo como un minero noche tras noche para conseguir la perfección absoluta sobre la bicicleta que le ha tocado en suerte. Pongamos que la bici tampoco ha estado mal y ha puesto interés, hasta el punto de haber conseguido la compenetración absoluta.
Como ya sabemos que la vida es como una balanza antigua y que cuando parece que uno alcanza el equilibrio, algo o alguien le mete una patada a la balanza y hay que empezar de nuevo, de repente nos pegamos un leche del siete y rompemos con la bici que tanto nos había costado aprender a montar.
Pasan los días y poco a poco nos recuperamos de las heridas que la dichosa bici nos dejó y como ya andamos bien de salud y de ánimo, nos acercamos a la tienda (de segunda mano, claro, que ya tenemos una edad) a comprar un cacharro nuevo. Y es ahí cuando una, que creía tener una técnica perfecta, ve la luz. O mejor dicho, cuando se pega la segunda leche.
Porque de repente descubrimos que no solo hay bicis de carreras, de montaña y de paseo, con marchas y sencillitas, tamdems y hasta de tres ruedas!!! sino que además, el mercado se ha espabilado tanto que se venden patinetes con motor, patines en línea, monopatines y si me apuras, hasta alas delta.
Y tú, te quedas ahí, como una gilipollas madre. Borrando del disco duro lo que habías aprendido. Porque encima, el nuevo artefacto tiene ya una edad, y por lo tanto, una lista de rarezas de apaga y vamonos.
Por eso, cuando algunos amigos se quejan de que las mujeres nos resistimos tanto a tener un rollo de una noche, yo los llevo a una tienda de bicicletas, paramos en el escaparate y les pregunto… ¿tu recuerdas cuando tenías once años, subias a la Orbea y empezabas a pedalear?
1 comentario:
Para alguien como yo, que no sabe escribir con tu maestría, contestar a una sinrazón razonada como ésta es dificil.
Si partimos de la base de que el sexo es una mezcla de fisiología y juego mental, tu razonamiento pierde sentido. Porque lo hacemos por fisiología, pero en la mente esta el motor de éste juego. Y como juego, sus reglas y su desarrollo lo marcan los jugadores. Con lo que una bici se puede convertir en un triciclo o en un patinete, si bicicleta y bicicletero, están de acuerdo.
Así como los de segunda mano, fisiológicamente perdemos potencia por la herrumbre de la edad, la mente y las ganas de rodar pueden ser mucho mejores y preparadas que cuando eramos nuevos/as.
Mueve el diálogo y los pedales volarán.
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