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El exceso de cafés en el paraíso al sol de invierno me pasa factura y no puedo dormir. Tras una hora dando vueltas en la cama, lo intento con un par de libros de los que nunca fallan y al final, agotadas las opciones (incluso Savater no lo consigue hoy), me levanto de nuevo para recuperar retazos de una conversación en el camino de vuelta a casa. Hablábamos de los cambios sociales y de la aparición de un nuevo tipo de mujer, la eterna insatisfecha.
Son (¿somos?) por lo general mujeres de más de treinta años, con una carrera profesional, vida social intensa y varias relaciones a sus espaldas, que tengan la pareja que tengan, siempre aspiran a algo más. Si el hombre con que comparten su vida es un caballero, culto, educado, encantador, ellas sueñan con el canalla de camiseta ajustada que pone copas en cualquier bar. Si consiguen cambiar al caballero por el canalla, terminan añorando la tenura del primero. Si su pareja es un hombre hogareño, ellas imaginan al que cierra los bares de madrugada. Y si viven con un deportista, suspiran por el intelectual.
Son mujeres que viven en perpetuo desasosiego, que pasan días y noches deseando lo que no tienen y sin saber muy bien que es lo que quieren. Enganchadas a series de televisión han creado su propio prototipo, una especie de Frankenstein nacido a partir de los trazos con que los guionistas crean a sus personajes.
Quizá ellas no saben que un personaje de serie se define en la "biblia" de producción con un máximo de cinco frases que muchas veces incluyen hasta la ropa que vestirá. Quizá ellas no saben que un personaje de serie responde siempre a un tipo definido que viene a dar respuesta a un modelo social. Lo que parece mentira es que ellas no sepan que un hombre, al menos algunos, es mucho más.
¿Podemos tener al mismo tiempo, en casa, al caballero, el canalla, el deportista y el intelectual? Posiblemente si. Posiblemente ellos nos quieren tanto que están dispuestos a representar cualquier papel solo para que nosotras seamos felices.
Pero posiblemente ellas prefieran soñar con lo que creen que no tienen antes que sentarse a hablar.
Son (¿somos?) por lo general mujeres de más de treinta años, con una carrera profesional, vida social intensa y varias relaciones a sus espaldas, que tengan la pareja que tengan, siempre aspiran a algo más. Si el hombre con que comparten su vida es un caballero, culto, educado, encantador, ellas sueñan con el canalla de camiseta ajustada que pone copas en cualquier bar. Si consiguen cambiar al caballero por el canalla, terminan añorando la tenura del primero. Si su pareja es un hombre hogareño, ellas imaginan al que cierra los bares de madrugada. Y si viven con un deportista, suspiran por el intelectual.
Son mujeres que viven en perpetuo desasosiego, que pasan días y noches deseando lo que no tienen y sin saber muy bien que es lo que quieren. Enganchadas a series de televisión han creado su propio prototipo, una especie de Frankenstein nacido a partir de los trazos con que los guionistas crean a sus personajes.
Quizá ellas no saben que un personaje de serie se define en la "biblia" de producción con un máximo de cinco frases que muchas veces incluyen hasta la ropa que vestirá. Quizá ellas no saben que un personaje de serie responde siempre a un tipo definido que viene a dar respuesta a un modelo social. Lo que parece mentira es que ellas no sepan que un hombre, al menos algunos, es mucho más.
¿Podemos tener al mismo tiempo, en casa, al caballero, el canalla, el deportista y el intelectual? Posiblemente si. Posiblemente ellos nos quieren tanto que están dispuestos a representar cualquier papel solo para que nosotras seamos felices.
Pero posiblemente ellas prefieran soñar con lo que creen que no tienen antes que sentarse a hablar.
5 comentarios:
Hola soy XXL (hombre) Me ha gustado mucho tu reflexión. La encuentro divertida pero creo que todos en el fondo pensamos en el imposible, los hombres también. Lo que ocurre es que nosotros practicamos el sexo oral: "joer a esa tia me la ....... a 4 ......" "a esa otra....",etc. Pero es que además de practicarlo después lo contamos.
Somos muy cutres en este sentido, pero cuando queremos : queremos.
Hola XXL y gracias por tu comentario. Lo que ocurre es que yo creo que hombres y mujeres funcionamos en este sentido en esferas distintas. Corrígeme si me equivoco, pero cuando tu hablas de pensar en el imposible, te refieres a llevarte a la cama a una mujer a la que no puedes acceder, es decir, el polvo con Angelina Jolie o con la Angelina Jolie de la pescaderia de la esquina, igual me da.
Nosotras, sin embargo somos más "sentimentales" y no es tanto cuestión de sexo como de historias en general.
Eso si, coincido contigo en que cuando un tio quiere, puede.
Quizás yo tenga un cromosoma femenino más acentuado, pero jamás me he planteado en serio (momentos adolescentes a parte)en cepillarme a la Meg Rian (no sé si se escribe asi)
Yo me considero un sentimental (aunque la apariencía a los demás sea otra) y cuando escucho alguna canción que recuerda un momento concreto de mi vida pues lloro. El sábado mismo me saltaron unas lagrimillas en cine viendo El amor en los tiempos del cólera y no pudenos que darle un beso a mi mujer.
Pues a mí me da la impresión de que, realmente, tu queja es otra: la rutina.
Y es que es precioso que te sirvan el desayuno en una bandeja plateada cada mañana en la cama, pero 365 días al año empieza a ser un tanto cansino.
Se puede ser un perfecto caballero y perderse una noche de copas hasta la mañana siguiente. Se puede ser un intelectual y disfrutar con un partido de tenis o haciendo el mico en una discoteca. Se puede ser un deportista y leer un libro. Todo es posible.
Sorpresa, aventura, una bronca muy de vez en cuando ... A largo plazo, lo perfecto aburre.
El problema es plantarse a estas alturas en el mercado, quedamos lo peor de cada casa y habeis visto demasiado mundo, mala combinación. Y, además, no deberíais darle tantas vueltas, adaptaos. Considerar que teneis en casa un deportista si ve fútbol en la tele, un intelectual si ojea el semanal del domingo, un caballero si te dice buenos días por la mañana y un canalla si aparca mal el coche un sábado por la noche. Resuelto el problema, fulanos de los anteriormente descritos, anda que no somos fáciles de encontrar.
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