jueves, 24 de enero de 2008

MENCIONITIS

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En "Atlas de Geografía Humana", una de las protagonistas en pleno lío con un hombre casado, le confiesa en un momento de pasión "Yo no quiero poseerte, solo pertenecerte". En solo seis palabras, Almudena Grandes resume algo de lo que hablaba hace un par de días en este mismo blog, el efecto nefasto que el amor provoca en nuestra percepción del resto del mundo, el que existe mas allá de las cuatro paredes del palomar donde se refugian los amantes y por extensión en las relaciones con los amigos. Es ese amor obsesivo que hace que necesitemos tener cerca a la persona amada para poder respirar y nos sumerge al mismo tiempo un estado de amnesia hacia nuestros sufridos amigos, que en el mejor de los casos se sientan tranquilamente a esperar.

Pero por si esto fuera poco, antes de quedar relegados a un segundo plano, justo cuando acabamos de conocer a la persona presuntamente ideal, y cuando todavía la relación está en sus fases de inicio, castigamos a los pobrecitos amigos con una tortura digna de las mentes más calienturientas y que me temo, es imposible de evitar. La MENCIONITIS.

Quedo a comer con Nuei en la Cruz Blanca después de muchos dias sin vernos, justo desde que anda inmerso en ese caos emocional que provoca tener una nueva pareja. Hablamos de su corbata de rayas moradas, una de las mas bonitas que he visto últimamente, del trabajo de ambos y sobre todo de esas nuevas historias, las nuestras y las de los amigos comunes afectados también por este virus romántico (o físico, según los casos) que ha traído esta primavera extraña en pleno enero.

Nos sobran palabras y nos falta tiempo y de repente, me doy cuenta por qué. Sufrimos un ataque furibundo de uno de los efectos más curiosos que el inicio de una nueva historia provoca en los humanos. La MENCIONITIS.

Cuando uno conoce a alguien interesante, sufre una especie de abducción psíquica por la cual, de repente, lo que esa persona dice o piensa pasa a ser incuestionable. Sus gustos son a partir de ese momento los nuestros. Y si en el transcurso de una conversación hay que citar a alguien como ejemplo, podeis adivinar quien es. Contamos sus gracias y virtudes como padres primerizos y castigamos a los sufridos amigos con la misma anécdota (que por cierto, no suele tener puñetera gracia), una y otra vez. Y no podemos dejar de nombrarlo. Que si Fulanito/a por aqui, que si Fulanito/a por allá, Fulanito/a aparece en tres de cada cuatro frases, hasta que el sufrido interlocutor, hasta el moño de Fulanito/a de Copas, zanja la cuestión con un "Macho, la has cagao, estás colgado hasta las orejas"

En ese momento, lo negamos categóricamente y contraatacamos buscando posibles defectos, para que el amigo vea que gilipollas del todo, no acabamos de estar. Pero el amigo, que tonto no es, sonrie con suficiencia y piensa, "ya vendrás ya". Y si es listo, se bate en retirada y pasa por la FNAC a comprar algún libro porque sabe, que a partir de ese momento, tiempo le va a sobrar.




3 comentarios:

nuei dijo...

Por alusiones intervengo.

Y por discrección callo.

Mas por curiosidad proclamo, que la vida tiene varios puntos de vista. Incluso en una conversación entre dos personas.

Por maña claridad grito, nuestra amistad a los cuatro vientos.

Aunque por saber leer me veo, plasmado como un gilipuas perfecto.

Y por confianza oculto, la mencionitis inversa surgida de una comida, de obligada corbata.

Maria de Mave dijo...

Nuei, querido, eres un sol.

Anónimo dijo...

A ver, me pregunto... (y de paso divago): ¿es obligatorio y/o necesario tener pareja con estos "virus" que corren últimamente?

Pues chica, yo creo que sí. Analicemos las circunstancias, en este caso las mías. El 95% de mis amistades tiene pareja, la que no la tiene está en ello; con lo cual ardua tarea poder quedar; en el caso poco probable de concertar cita y hora, la mencionitis ocupa la mayor parte de la sesión; por no decir si aparecen con el pariente o peor todavía, la reunión de parejas.

Con este panorama me niego rotundamente a quedar.
La solución más práctica para no perder el contacto con las susodichas amistades sería tener pareja; además del poco esfuerzo que me costaría cubrir mi tiempo libre con la pareja, joderr, supuestamente tendría cubierto el fin de semana, ya que por si no lo he dicho el fin de semana está prohibido quedar con las amistades.

¡huy, huy huy me huele a que estoy quemailla!

Pues nada, habrá que ponerse manos a la obra...

Ayer tarde me comentó un amigo de preparar una velada con un grupo de parejas, a lo que le contesté ¡ni de coña! Le expliqué mi idea de tener pareja para poderme relacionar con mis amistades y se ofreció de acompañante; a lo que añadió “no me importa, hacemos un grupo de hombres y otro de mujeres, así vosotras habláis de vuestras cosas y nosotras de las nuestras”. Grrrrrr –sin comentarios-

Deshecho la idea de tener pareja o acompañante y me inclino por buscar un antídoto para paliar este dichoso virus que está causando estragos entre la población. Trivializando le echo la culpa al tiempo, que está loco, si esto sigue así ¿qué pasará cuando llegue la primavera?