lunes, 21 de enero de 2008

PODER ELEGIR

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Dos de mis mejores amigos han coincidido al enamorarse al mismo tiempo y andan desparecidos en combate desde entonces, supongo que atados a la pata de alguna cama. Y yo me siento como la amante de un hombre casado que sabe que ÉL nunca se va a separar.

Desde que el amor los ha abducido aprovechamos los minutos muertos en el trabajo para llamarnos por teléfono a salto de mata, nos vemos casi a escondidas, a prisa y corriendo en cualquier bar y nunca, nunca, nunca, podemos hacer planes, porque siempre se caen.

En ningún caso les voy a criticar.

Al revés, les comprendo perfectamente. Yo soy la primera que cuando el amor me ha dado fuerte, me he olvidado de todo lo que tenía alrededor, incluidos los amigos, que en mi caso he de decir, han sido tan generosos como para respetar este periodo de atontamiento que en algún caso ha durado años y estar ahi cuando ha terminado y los he necesitado de verdad (Por cierto, María, gracias por todo el tiempo que me has aguantado, te quiero muchísimo. Lo sabes, verdad?).

¿Son el amor y los amigos incompatibles? En la primera fase del enamoramiento seguro que sí. Por una cuestión física pura y dura, ni el cuerpo ni el tiempo nos dan para más. Las endorfinas o lo que sea que nos provoca el enamoramiento nos vuelven quejicas, caprichosos y dependientes. Necesitamos ver, escuchar y tocar a la persona que nos provoca ese estado. Sea como sea. A todas horas. Y si en un arranque de independencia comentemos el error de quedar con los amigos, estamos como en Babia pensando en el más allá.

En una segunda fase el tema se complica. Si, queremos mucho a nuestro ADJUNTO, pero necesitamos respirar. Si cada uno es capaz de coger aire por su cuenta y con sus amigos de siempre fantástico, pero... ¿y esas parejas que se empeñan en ser como siameses e ir juntos a todas partes como Pin y Pon? Se plantea entonces la guerra encubierta. Tus amigos o los míos. Y no se por qué, suele ganar ella. Fijaros en el Príncipe Felipe, que desde que se casó con Leticia no ha vuelto a subir a esquiar.

Y de repente, el pobrecito ADJUNTO se ve condenado a pasar los fines de semana en compañía de un grupo de gente, locos del bricolaje, a los que les encanta ir al Pryca los sábados, ver el fútbol en la tele los domingos y con la que no tiene nada de que hablar. Claro, que hay casos aún peores, cuando ella no tiene amigas y organiza fines de semana con hermanas y cuñados. Y las hermanas y cuñados, siempre tienen sobrinos.

Lo peor, sin embargo, llega el dia que uno se da cuenta de que no tiene amigos. Que los perdió por el camino para contentar a otra persona, la que duerme a su lado, que desgraciadamente ya no le inspira nada, posiblemente porque la rutina y el agotamiento son como la carcoma, capaces de minar cualquier estructura por muy fuerte que sea.

Y yo me pregunto, pasada la primera fase de enamoramiento cazurro, en la que uno no está para na... una vez que las cosas se calman y llega la tranquilidad, ¿De verdad tenemos que hacerlo todo juntos? ¿No podría ser esa la clave de que algunas parejas terminen hasta el moño el uno del otro? ¿Estamos condenados a cargar con las parejas de nuestros amigos? ¿No es posible mantener cierta parte de nuestra vida independiente de nuestra relación?

No hablo de rollos paralelos, ni nada por el estilo. Solo de mantener el control sobre nuestras vidas de manera que llegados al punto de una nueva velada con los amigos de la otra parte, poder decir sin que se organice un pollo, "no, querida, yo hoy no voy".

Hablo de tener opciones. Hablo de poder elegir.








5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué pregunta más triste has planteado...

¿de verdad encontrar un amor, pareja, ligue o cosa similar implica dejar de lado a los amigos o simplemente aparcarlos hasta que volvamos a necesitarlos? El riesgo que corremos es enorme. Como bien dices, hay algunos que esperan pero otros, cansados de esperar una simple llamada para un café y unas risas, de no poder contar contigo para sus alegrías y sus penas deciden seguir su camino. ¿No puede ser más sencillo? ¿No es posible que sigamos manteniendo nuestra identidad aunque encontremos un amor con mayúsculas (o con minúsculas)?

Los dos sentimientos son magníficos y en absoluto excluyentes pero, como todos sabemos, hay que cuidarlos

Anónimo dijo...

Claro que es posible mantener, hasta cierto punto, amistades y hobbies.

De hecho, si una persona nos gusta, nos gusta no sólo por su físico, sino también por su forma de ser, y ésta depende mucho de su vida social, hobbies, etc ... Y, ¿qué pasa si de repente su vida social desaparece y se pasa toda la semana con las amistades de su pareja, haciendo cosas que no le importan un comino? Su personalidad se ve afectada y ... entonces llegan los problemas. "Has cambiado". FIN.

No se puede ir a ver el fútbol todos los días, ni al cine con las amigas todas las tardes, pero hay que mantener las amistades y aficiones hasta un punto razonable.

Anónimo dijo...

La realidad se impone, desgraciadamente. ¿Quién no ha sufrido en sus propias carnes que ese ser maravilloso y casi divino se convierta en el centro de tu vida?
Cuidado, cuidadín... La vida da muchas vueltas y casi todo es pasajero.

Cuando dejamos de lado otros aspectos fundamentales de nuestra vida es un fracaso personal, nos estamos realizando a través del otro/a. Cubrimos nuestros vacíos con lo que aparentemente nos da la otra persona. ¡Ay, pero eso se acaba!

Llega la alienación personal, ya no importan nuestros hobbies, nuestros amigos, nuestra vida, nos fusionamos con la pareja... Lo que importa es el amor del otro/a; esto no es amor, esto es dependencia pura y dura.

La responsabilidad de uno mismo/a implica el esfuerzo de hacerse cargo enteramente de nuestra persona y eso es costoso. Es más fácil que alguien nos lo proporcione.

Concluyendo, me jode dejar de existir para mis amistades cuando tienen pareja, no llevo nada bien que desaparezcan del mapa. ¡Ah! Claro, cuando te llaman para quedar (porque hace mucho tiempo que no saben de ti) hay que adaptarse a sus horarios, o bien, “es que como fulanito/a no está me va bien quedar a esta hora”.

Me aplico todo lo que acabo de decir, pues yo soy esa que cuando ha tenido pareja ha estado ausente y alienada.... jejeje. Una frasecita al uso: “Quién tiene un amigo tiene un tesoro”.

Anónimo dijo...

También estamos los raritos,los que vamos al revés del mundo.Los que nos acordamos más de los amigos cuando estamos con alguien que cuando estamos solos.

Me sé de uno que tuvo el año pasado una tormentosa relación con alguien cuyo nombre no desea recordar,pero lo recuerda.Duró nueve largos meses.
Sin embargo,fueron los meses que mejor lo pasó con su amiga de toda la vida.(O al menos,así la considera ya,aunque se conocieron ya creciditos.)
A ella acudía siempre.Lo mismo para tomar un chocolate en una cafetería repipi rodeados de yayas que para ponerse piojos delante del Sabina.Para contarle,para desahogarse,para decirle "Mira lo que me dice","Mira lo que me ha hecho","Mira con lo que se me ha quedao"...En fin,para chivarse,lisa y llanamente.
No recibió más que sabios consejos,pero como buen amigo,no la escuchó,o sí que la escuchó, pero se hizo el loco.

Y como no podía ser de otra manera,aquella tormentosa relación terminó,pero por azares de la vida,cuando más tiempo parecía que iban a tener aquellos dos amigos,también aquella amistad parecía empezar a perderse.

Pero él volvió a echarse "novia".Y a los cuatro días,ya estaba dando mal otra vez;le costó,pero volvió a ver a su amiga.

Total,para volver a decirle "Mira lo que me dice","Mira lo que me hace","Mira lo que piensa de mí"...

Total,para volver a no hacer caso de lo que me diga,ni ella a mí cuando ha sido al revés,pero al menos lo intentamos...

Será egoísmo o será lo que lo que sea,pero me niego a perder mis amistades.Siempre están.

Maria de Mave dijo...

Noempujeseñora, como me sigas poniendo estos post tan tiernos me vas a hacer llorar.
Pues claro que no voy a hacerte ni puñetero caso, ni por lo que veo tu a mi. Anda hijo, que tienes una punteria... jajaja.
Y mira a ver si te escaqueas de esa novia que te has echado y nos tomamos algo en el bar de siempre.