lunes, 11 de febrero de 2008

NOCHES DE LUNA


Lo bueno que tienen las noches, cuando no se duermen, es que una sabe como comienzan pero nunca como van a terminar.

Del Canterbury salimos ocho, con incorporaciones inesperadas como la de Nuei que al final se animó a sumarse a un concierto que pasará a la historia por soso y aburrido. Cierto es que de todos los presentes, pocos éramos fans de grupo y algunos (yo) por motivos poco confesables. 25 años dan para mucho si uno sabe aprovecharlos. Cuando en 25 años el repertorio es el que sonó la noche del sábado, uno debería plantearse si la música de verdad es su futuro. A pesar de todo, conseguirmos salir indemnes del experimento, sobre todo Atila al que no partieron la cara de pura casualidad.

Una cosa llevo a la otra y tras la deserción emprendimos el peregrinaje en busca de un bar, dejando parte por el camino. Una copa después, segunda deserción. Quedaban cuatro. Y de esos cuatro, aún marcharon dos... La noche a veces se alarga hasta el dia siguiente, e incluso, un par de días más. Eso si, los detalles los guarda cada uno y a no ser que alguien confiese, yo no voy a contar más.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios. Cuando lo manda el destino no lo cambia ni el más bravo, si naciste pa' martillo del cielo te caen los clavos”.
Noche oscura, las chicas guapetonas, los chicos un poco negros, de fondo música para el recuerdo.
Paridad: tres y chicos y tres chicas. Cada uno que cuente lo que quiera, pero que cuente algo!!!!
Vaya-vaya que noche.... se sabe como empezó...

Anónimo dijo...

Las mejores noches de marcha suelen ser las que se presentan en un inicio como aburridas y después por alguna extrana conjura se vuelven en algunos casos incluso erótico festivas.
Es cierto que sólo se debe contar lo que se puede contar, el pacto de complicidad ha de ser máximo, pero cuando se están tomando unos huevos fritos con gintonic a las nueve de la mañana, entra la pareja(chico y chica) de la Guardia Civil (de donde vendrían a esas horas?), y todos los comensales se cuadran para saludar a los miembros de Benemérito Instituto. Eso sí hay que contarlo.

Anónimo dijo...

Hay noches que dan para mucho. Son esas en las que no se tienen expectativas, en las que dejarse llevar por lo que va sucediendo es lo genuino; por una vez no hay que pensar, solo disfrutar.
Momentos para compartir, para olvidar ciertas cosas y cómo no, recordar otras. Lo verdaderamente importante ni es el comienzo ni el final, sino el transcurso de los sucesivos momentos.