lunes, 7 de julio de 2008

LADRONES DE TIEMPO


Ultimamente tengo la sensación de convivir con un ladrón de tiempo que a través de un butrón me sisa las horas sin que pueda evitarlo.

Al principio, eran minutos sueltos, como las monedas que se dejan olvidadas en los bolsillos de los abrigos de invierno y reaparecen en la temporada siguiente. Después, fueron horas enteras que desaparecían sin apenas darme cuenta y siempre entre las diez de la mañana y la una de la tarde. Pero últimamente parece que se ha envalentonado y el agujero, que se ensancha y se encoje según dias y circunstancias, se ha desbocado definitivamente los fines de semana.

No importa que despierte a las ocho, cuando quiero salir de la cama ya pasan de las once. Teóricamente la cafetera tarda menos de dos minutos en preparar un expreso y sin embargo cuando miro el reloj ya es la una. Entre unas cosas y otras nos ponemos a comer pasadas las cuatro y a nada que amagues una siesta, te levantas pasadas las siete. Una cena, un cine o un teatro más una copa en terrazas y cuando quieres darte cuenta has entrado en la madrugada...

Siempre he escuchado a mis abuelos decir que cuanto más mayor te haces, más rápido se te escapa el tiempo entre las manos. Y debe ser verdad, porque me viene a la memoria el aburrimiento de aquellas siestas obligadas en las tardes de verano en el pueblo en las que nadie podía moverse por la casa hasta al menos las cinco y media. Y pasabamos aquellas siestas contando cloc, cloc, cloc, los pasitos de la aguja del reloj que parecía que nunca llegaría a la hora mágica en que por fin, podríamos levantarnos y bajar al río.

Y ahora, treinta años después, sueño con tener el tiempo necesario para aburrime mirando los pasos cansinos de la aguja del reloj. De bañarme en el río, de cazar renacuajos, de ir a buscar moras o manzanilla, mejor ni hablamos...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me da la impresión que todos tenemos la sensación a partir de según que edades la vida se pasa demasiado deprisa, y que aquellos retos con los que soñábamos no los hacemos por falta de tiempo.
Desde que nació Iñaki, mi vida no pasa rápida, si me descuido no la veo ni pasar.
Salud y suerte.
Richi