viernes, 4 de julio de 2008

SUERTE INGRID, MUCHA SUERTE.


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Ahora que Ingrid Betancourt vuela ya hacia Francia me viene a la memoria un reportaje que hace algunos meses publicaba el dominical de un periódico y en el que se contaban las historias de algunas mujeres que habían pasado años de su vida esperando el retorno de un marido secuestrado por la guerrilla en Colombia.

Ellas narraban como tras años y años de espera e incertidumbre sin saber si sus parejas estaban vivos o habían sido asesinados, de repente se habían encontrado con el drama de la vuelta al hogar. Coincidían todas ellas en que tras años de penalidades en la selva, el hombre que volvía a su lado no era el que desapareció un dia cualquiera, pero que tampoco ellas eran las mismas.

El tiempo, el sufrimiento, el desgaste propio de una situación extrema había cambiado su escala de valores y al mismo tiempo les había llevado a convertir a sus maridos en héroes idealizados. Cuando volvían a casa y mostraban sus miserias humanas acentuadas por la experiencia vivida, sus celos, sus dudas... aquellas relaciones se desmoronaban sin remedio.

Y contaba aquellas mujeres como tras salir victoriosas de la lucha terrible de la espera y la incertidumbre, se habían encontrado de repente con una pelea inesperada y todavía más dramática. La lucha por reconocer el hombre del que habían estado enamoradas. La pelea por salvar su historia de amor. Y todas habían fracasado. Y todas habían puesto fin a la historia con un divorcio teñido por la desesperación.

Aunque esa, es una parte de la historia que casi nunca nadie cuenta.

3 comentarios:

Lilyth dijo...

Los dramas humanos ya tienen demasiadas variables para incluir un par mas… a mi modo de ver no existe ningún motivo que otorgue el derecho de decidir sobre una vida…

Anónimo dijo...

No hincando el diente en la noticia de Ingrid, si que de lo que dices hay algo que he comprobado a lo largo del tiempo. La pareja evoluciona.

Si por cualquier circunstancia, aunque sea tan terrible como ésta, la pareja no puede evolucionar conjuntamente, en un mismo sentido y con una gran comunicación, la pareja esta perdida.

No existe la media naranja, existe la química común, en un momento idéntico de la evolución personal.

Por desgracia, no hace falta estar secuestrado-a,para que ese alejamiento evolutivo y falta de comunicación, se den en la pareja.

Nuei

Amparito dijo...

Recuerdo haber oido, en alguna ocasión, el drama de las mujeres de pescadores desaparecidos en un naufragio. No eran ni viudas(no había cadaver), ni divorciadas... y vivian en un limbo como los apatridas...
Creo que su situación, ahora, ha mejorado...
También despues de un accidente o una enfermedad, en que la medicina salva el cuerpo, pero la mente, la identidad de la persona se pierde en otro limbo indescifrable...
Me cuesta ponerme en la piel de situaciones tan dificiles pero sigo pensando que nada es imposible... ni siquiera despues de tantos años de "no vida" como Ingrid