
Gilipollas.
La radio televisión autonómica vasca, ETIB fue de las primeras autonómicas en nacer, precisamente en respuesta del hecho diferencial cultural innegable que es el euskera. Desde entonces ha ido creciendo en canales y oferta informativa, con unos índices de audiencia fantásticos y sobre todo con el reconocimiento y el cariño de la audiencia.
De casi toda la audiencia, claro.
Durante algunos meses, en los tiempos más duros de las coacciones a los medios de comunicación, viví con una furgoneta de la Policía Nacional en la puerta de la emisora donde trabajaba. Como periodista, he cubierto un montón de atentados, algunos fallidos, otros, desgraciadamente con víctimas. Y siempre con la misma sensación de rabia e impotencia.
Soy de Jaca, en el norte de la provincia de Huesca y como muchos sabréis, segunda residencia habitual de centenares de vascos. Son también, los valles de alrededor, zona habitual de paso, escondite y movimientos de comandos etarras. Y cada dos por tres, cuando me muevo por la zona, encuentro patrullas de policía nacional realizando esos benditos controles que tantas detenciones han propiciado.
El atentado contra EITB me ha cabreado especialmente. Atentar contra los medios es hacerlo contra el derecho básico de cualquier persona de saber lo que ocurre, de tener información y a través de ella crearse su propia opinión. Pero ya se sabe, la información es peligrosa y tener una opinión propia, un riesgo inasumible para muchos.