martes, 23 de diciembre de 2008
CARTAS DE AMOR
La primera vez que tuve la sensación fue en el Instituto, cuando mi profesora de literatura me pasó “Cartas a Güiomar”, la recopilación de las cartas de amor que Antonio Machado había enviado a su amor secreto Pilar de Valderrama. Durante los últimos años de la vida del poeta ella fue su refugio y su consuelo a pesar de que nunca quiso dejar a su marido y que en realidad, pasaron muy poco tiempo juntos y a solas. El intenso amor, el deseo, la desesperanza muchas veces, la plasmaron en aquellas cartas tan privadas.
Recuerdo que mientras leía aquellas frases no podía evitar sentirme como una intrusa espiando por el ojo de la cerradura de una puerta. El mundo privado de una pareja, el que ellos llamaban su “tercer mundo”, ese espacio íntimo fuera del tiempo y de la distancia quedaba de repente expuesto a los ojos de cualquiera merced a una decisión de los descendientes de ella que vendieron las cartas para su publicación.
¿Dormirán tranquilos? ¿Pensarán incluso que han hecho un gran servicio a la literatura al publicar escritos personales y privados, cartas de amor entre dos personas que fueron escritas única y exclusivamente para ser leídas por ellos?
Ocurre algo similar con los textos desechados por algunos autores consagrados. Al fallecer, los familiares caen sobre ellos como aves de rapiña y publican, publican y publican textos incompletos, borradores incluso, obras que sus autores nunca habrían permitido que vieran la luz.
Es, supongo, una cuestión de respeto que se pierde automáticamente en cuanto una editorial extiende un cheque. ¿Qué importa dejar al alcance de cualquiera la esperanza, el amor o el dolor de nuestro bisabuelo sin con ello pago mi hipoteca y además reconforto mi conciencia pensando que es literatura?
Los amores torturados suelen dar a luz cientos y cientos de líneas. Los amantes que no pueden emplear sus manos para acariciar las dedican a la escritura. Es amor hecho palabras, intenso, desnudo y descarnado. Intimo y privado. Las cartas de Machado a Pilar eran cartas de amor, no literatura, como pueden ser las mías, las vuestras, las de cualquiera que en un momento de su vida tenga la necesidad de confesar lo que siente a través de unas frases.
Hoy me ha llegado "Hombres ilustres, sus cartas de amor" que acaba de publicar Concha Calleja. Recoge en un puñado de páginas cartas de amor de escritores, músicos, políticos y hombres de ciencia. Y todos, claro, fallecidos hace tiempo.
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8 comentarios:
Uff, yo también tengo escrita alguna de esas cartas, y bien guardadas...Eso ya no se lleva, ahora en vez de cartas, se dice eso de "Yo pongo, con coco, condón...", y todas esas coisas tan románticas...
Bueeeeeeeeeeeeno, también valen los mails de amor. E incluso en casos extremos, los sms, jajaja.
Yo recibí hace ya bastantes años la carta de amor que toda mujer desea recibir... preciosa, y me siento afortunada con ello aunque no sintiera nada por el artista que me la envió... pero... aún hoy... la releo cuando la veo y esbozo una sonrisita...
Pues sí, la verdad es que es injusto disponer de la intimidad de otro, hasta el extremo de hacerla pública en aras del "enriquecimiento de la literatura". JA!
Besos María.
No he leído la entrada, sólo quería decirte que muy buenos días éstos que vienen y que el próximo año nos traiga salud, currelo, Rock and Roll y happyness.
Un beso pa ti y pa tu mozo.
María, yo recibí cartas de amor (tengo la suerte de haber sido adolescente fuera de la época tecnológica) también las escribí, y que por X o Z motivos sean releidas por ajenos a los destinatarios me indignaría una barbaridad.
Fuera de la entrada, quería dejarte los mejores deseos en estas fiestas, que el año próximo este lleno de bendiciones del niño Dios, espero que podamos seguir compartiendo espacios y sentimientos durante mucho tiempo mas. Un beso
hace mucho tiempo, alguien dedicó una buena parte de sus poemas a su esposa, a la que, por otra parte, y por las circunstancias que les tocó vivir (la guerra civil, la prisión), mandó muchas cartas, pero es estas, se reflejaba el estilo de un muchacho de pueblo preocupado por el bienestar de la esposa y es en sus poemas de amor es donde miguel hernández expresa lo que siente por "su" josefina (manresa)...
Canción del esposo soldado (parte)
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
felicidades
María, paso a desearte sabiduría en tus elecciones, suerte en el camino y la salud del manzano.
Un beso muy grande.
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