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C. compañera de trabajo y además amiga, lleva toda la mañana hecha un basilisco. Anoche, en la fiesta de presentación de la programación de verano de ATV coincidió (repito, esto es un pueblo, la misma gente siempre en los mismos sitios) con un tipo que había conocido un par de fines de semanas atrás. Al parecer, ambos se alegraron mucho, muchísimo de volver a verse y de la fiesta fueron a tomar una copa al centro. Cuando ella le propuso terminar la noche en su casa, él contestó que encantado de la vida, pero que antes de que la historia siguiera complicándose, prefería que supiera que en este momento de su vida y con su futuro profesional en el aire, no quería tener una relación en serio.
Ella se lo tomó fatal, se dio media vuelta y se marchó.
Cuando esta mañana lo ha contado aún le salía el cabreo en forma de espuma por la boca y la cosa ha ido a más cuando alguien ha dicho que el tipo en cuestión lo único que había hecho era ser honesto.
Y es verdad. Cuando uno llega a cierta edad habitualmente sabe lo que quiere y espera que la persona que tiene enfrente esté en la misma situación. Si uno quiere una relación estable no le basta con un rollo, si lo que quiere es solo sexo, normal que lo busque y si siemplemente necesita alguien con quien verse de vez en cuando, ir al cine, a cenar y si se tercia, terminar en la cama pero sin complicarse la vida... ¿por que no decirlo claramente desde el principio?
Sin embargo este planteamiento presuntamente ideal salta por los aires cuando menos lo esperamos. Si no, sería todo demasiado sencillo. Somos tan cafres que normalmente nos colgamos del que solo quiere un rollo y desdeñamos a los que pretenden convertirnos en las madres de nuestros hijos. Y eso, yendo con la verdad por delante y sin mala intención, porque luego, están los otros. Esos seres egoistas y manipuladores que saltan por encima de cualquiera con el fin de conseguir lo que quieren.
Lo siento por C., pero ¡bravo! por el tipo que le dijo, en el momento en que debía hacerlo que era lo que quería exactamente. Por cierto, voy a ver si le pago un café y se le pasa el cabreo...
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